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Investigación, liderada por estudiante del doctorado en Biotecnología de la PUCV, propone alternativa amigable con el medio ambiente y de costo asequible para pequeños y medianos productores. n innovador proyecto para producir biofertilizantes útiles en condiciones habituales y durante olas de calor, desarrolla la estudiante del doctorado en Biotecnología de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV), Johanna Cortés. Esta iniciativa forma parte de la investigación que realiza el Grupo de Ecología Microbiana de la Rizosfera, a cargo de la investigadora Carolina Yáñez, del Instituto de Biología de dicha institución. Bajo el nombre de “ThermoGro: formulación y validación de un biofertilizante como estrategia biológica para la adaptación agrícola a eventos de alta temperatura” –realizado en el marco del Concurso de Valorización a la Investigación Universitaria (VIU), de la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo (ANID)–, el proyecto ofrece una alternativa amigable con el medio ambiente y de costo asequible para ser empleado por pequeños y medianos agricultores. Según explica Johanna Cortés, la principal innovación de ThermoGro radica en que es un biofertilizante de amplio rango y con activación térmica, “lo que quiere decir que no solo puede ser utilizado en las temperaturas estándar de la agricultura, sino también durante las temperaturas elevadas que enfrenta esta actividad, dadas las olas de calor cada vez más frecuentes debido al cambio climático. Es decir, se trata de un producto único, capaz de biofertilizar a altas temperaturas”. CLAVES TÉCNICAS Hoy la agricultura chilena enfrenta diversos desafíos críticos, como el aumento de eventos de calor extremo por el cambio climático y la dependencia de fertilizantes químicos que impactan negativamente el medioambiente, como la eutrofización de fuentes hídricas. “Frente a esto -explica Johanna Cortés- los biofertilizantes aparecen como una solución sostenible, ya que utilizan microorganismos vivos que promueven el crecimiento vegetal. Sin embargo, la mayoría de los biofertilizantes actuales dependen de rizobacterias sensibles a condiciones extremas (altas temperaturas, salinidad, sequía), lo que limita su eficacia frente a los nuevos escenarios agroclimáticos”. Esto se debe a que tanto los fertilizantes químicos como los biofertilizantes que ocupan bacterias convencionales, ven disminuidas o pierden por completo sus propiedades promotoras de crecimiento vegetal (PGP) cuando se exponen a temperaturas mayores a 35°C. Ello genera importantes mermas en la producción, que afectan principalmente a pequeños y medianos agricultores. Para hacer frente a estas limitaciones, ThermoGro propone una tecnología basada en un “consorcio bacteriano”, compuesto tanto de bacterias mesófilas (microorganismos que viven a temperaturas moderadas), como termófilas (que prosperan a temperaturas superiores a los 45°C y se encuentran en fuentes termales y respiraderos hidrotermales). Esta combinación inédita -según explica la líder del proyecto-, promueve el crecimiento vegetal en un amplio rango térmico, lo que se traduce en mejores opciones para enfrentar eventos climáticos críticos, como sequías y olas de calor. Respecto de su uso, Johanna Cortés comenta que ThermoGro es un producto de fácil aplicación, que se puede emplear en distintos momentos del crecimiento. “Así lo hemos comprobado durante nuestros ensayos de laboratorio, donde lo hemos aplicado desde la plántula hasta llegar al fruto, vía riego, una vez al mes”, explica. Otra de las preocupaciones del equipo, radica en que este nuevo fertilizante no sea dañino para la salud humana, y que el consorcio de bacterias que contiene. no vayan a ser patógenos para la planta o para el microambiente que contiene a la planta. Respecto de lo ensayos realizados, hasta el momento ThermoGro se ha aplicado en tomates, pensando que es un cultivo de alta demanda comercial, sobre todo en la región de Valparaíso, “pero esperamos que este biofertilizante también se pueda aplicar a otro tipo de cultivos”, comentó la investigadora doctoral. PRÓXIMOS PASOS Una vez finalizada la etapa de estudio de las distintas bacterias que integrarían el consorcio base para este nuevo biofertilizante, comenzará la fase de ensayos en semillas para determinar cuál de todas las combinaciones resulta más eficiente. Para tales efectos, durante los ensayos en invernadero, se ajustarán las dosis y se simularán olas de calor, para estudiar el comportamiento del producto. Finalmente, se realizarán ensayos de campo, en lo cuales se suministrará el producto en cultivos de tomate. Respecto de los plazos estipulados para escalar la producción y comercializar el biofertilizante en el mercado nacional, Johanna Cortés informó que este objetivo se alcanzaría en aproximadamente dos años. “Sin embargo, esperamos llegar antes a los agricultores locales para realizar pruebas, gracias también al apoyo de la Corporación de Desarrollo Social del Sector Rural (CODESSER), y del programa Transforma Gestión Hídrica de Valparaíso, de CORFO, entidades que nos están apoyando en este sentido”. GALERIA
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