Por María José Vargas Doctora en Microbiología Investigadora postdoctoral de CREAS ![]() i comenzáramos esta columna refiriéndonos al “Monitoreo de hábitos alimenticios mediante biodispositivos inteligentes”, podría parecer el título de un artículo futurista, pero no lo es. Se trata de un título sensacionalista para un relato acerca de sensores microscópicos que cargamos todas las personas en nuestros intestinos. Estos “biodispositivos inteligentes”, no son aparatos tecnológicos de última generación, sino un sistema que, a pesar de ¿tener qué ver? con nosotros, no pareciera ser muy familiar: la microbiota intestinal. Nuestra microbiota está compuesta por billones de microorganismos que viven en el intestino y que, lejos de ser dañinos, cumplen funciones vitales: ayudan a fermentar los componentes de algunos alimentos, producir vitaminas esenciales, eliminar desechos y mantener a raya a microorganismos patógenos, entre otras. Pero, además, tienen una sorprendente capacidad: son capaces de “leer” nuestra dieta. ¿Cómo lo hacen? La microbiota se adapta constantemente al entorno intestinal, y su principal fuente de alimento es, justamente, lo que nosotros comemos. Por ende, lo que incluimos en nuestra dieta es más importante de lo que creemos. Los nutrientes de nuestra comida están compuestos, principalmente, por moléculas como carbohidratos, proteínas, grasas agua. Nuestro sistema digestivo está diseñado para degradar la mayoría de estas moléculas, las cuales son absorbidas y utilizadas metabólicamente. Sin embargo, dentro de estos nutrientes hay un grupo de carbohidratos especiales conocidos como “fibra”, presentes en frutas, verduras, cereales, legumbres y semillas. Nuestro cuerpo no puede digerirlos del todo, pero nuestra microbiota sí, siendo capaz de fermentarlos para obtener su propia energía. Y cuando la alimentamos con ellos, crece en diversidad y cantidad. Una microbiota diversa es sinónimo de salud. Se asocia a menor estreñimiento, mejor control de glucosa y colesterol, e incluso a una menor incidencia de enfermedades crónicas. Se ha demostrado en diferentes estudios que si nuestra dieta incluye vegetales ricos en fibra, nuestra microbiota se volverá más diversa y nos privilegiará con los beneficios mencionados anteriormente. Por el contrario, dietas pobres en estos nutrientes —como la conocida “dieta occidental”, alta en alimentos procesados y baja en fibra— reducen su diversidad, afectando negativamente nuestra salud. En contraste a esto, la “dieta mediterránea”, la cual prioriza el consumo de alimentos frescos, de temporada y cultivados localmente, genera una microbiota intestinal rica en diversas especies de microorganismos. Entonces, si nuestra dieta afecta tan directamente a la composición de nuestra microbiota, esta se convierte en un verdadero biosensor de nuestros hábitos alimenticios. En otras palabras: si comes variado, tu microbiota también lo será. Y eso es lo que marca la diferencia. GALERÍA
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Por Claudia Mc Leod B. Ingeniera Agrónoma, Mag. en Sanidad Vegetal Investigadora INIA Kampenaike ![]() nivel nacional, el ruibarbo es un cultivo poco conocido y cultivado en pequeñas superficies, encontrándose en Magallanes la mayor extensión establecida en el país. Introducido por los colonos europeos hace más de 100 años, inicialmente el ruibarbo ocupó diferentes espacios en las estancias de la Sociedad Explotadora Tierra del Fuego, para luego diseminarse a patios de las denominadas casa quinta y masificarse en parcelas aledañas, lo que explicaría en parte su aceptación, consumo y relación con este territorio. Actualmente, el ruibarbo no solo se encuentra presente en preparaciones tradicionales como mermeladas, salsas y chutneys, sino que ha sido incorporado en innovadores productos locales como helados, sidras, licores y vinagres, lo que ha impactado en un aumento acelerado de la demanda local, dejando en evidencia una importante disminución del volumen comercializado. Este fenómeno puede atribuirse al envejecimiento de las plantas, al escaso manejo agronómico o a la sustitución del cultivo por otras alternativas. Como resultado, la oferta actual no logra satisfacer las necesidades de los transformadores de alimentos, lo que pone en riesgo la disponibilidad y crecimiento comercial de estos productos en el mercado. Y es que este resurgimiento agroindustrial, íntimamente relacionado al sector gastronómico y turístico, unido a tendencias de consumo sostenible y alimentación saludable, busca relevar el patrimonio agroalimentario local mediante la comercialización de "productos regionales", utilizando materias primas de la zona, fortaleciendo con ello la identidad cultural de la Región de Magallanes, generando valor agregado desde el territorio Austral. Lo anterior, representa sin duda una nueva oportunidad de diferenciación productiva para pequeños productores locales. El desafío entonces es retroceder hacia el origen. Para ello es clave preservar el material genético del ruibarbo y generar planes de manejo sostenibles adaptados a nuestras extremas condiciones, lo que no solo asegura la existencia del cultivo en el largo plazo, sino que también otorga mayor seguridad para el despegue y consolidación de otros rubros, impactando económica y socialmente en diversos eslabones de la cadena productiva. El ruibarbo no es solo un cultivo en Magallanes; es una historia, un legado, y un futuro que merece ser explorado y valorado en su totalidad. En INIA nos encontramos impulsando la revalorización y promoción de este patrimonio, asegurando que el ruibarbo siga siendo parte de nuestra identidad cultural y un motor económico para nuestra región. GALERÍA
La nueva líder de esta entidad, que coordina la interacción solidaria entre grandes empresas productoras y distribuidoras, con centros sociales y personas vulnerables, confía en incrementar las donaciones, llegar a más personas afectadas por inseguridad, reducir el desperdicio de alimentos, y mitigar la emisión de gases de efecto invernadero. ![]() na sonrisa de satisfacción y orgullo ilumina el rostro de Alicia Hidalgo, cuando comenta en detalle el trascendental trabajo solidario que constantemente realiza Red de Alimentos. Y aun cuando esta energética y motivada ingeniera comercial, asumió solo hace muy poco como gerenta general de esta organización sin fines de lucro, de inmediato se imbuyó del profundo espíritu solidario que caracteriza su trascendental labor. Un enorme, complejo y agotador trabajo de equipo, que anualmente permite entregar cerca de 14.000 toneladas de alimentos a 335 organizaciones sociales, que a su vez atienden más de 1.500 centros de asistencia a la comunidad a lo largo del país. Universo que incluye un importante núcleo de hogares de niños y adultos mayores en situación de vulnerabilidad social. Todo ello se traduce en más de 300.000 personas beneficiadas a lo largo de todo Chile, y que cuentan con alimentos seguros, inocuos, nutritivos y esenciales para su calidad de vida, pero que adicionalmente también reciben cerca de 7 millones de unidades de productos de cuidado e higiene personal (gracias a los convenios establecidos por la Red, con diversas empresas productoras y distribuidoras). SOLIDARIDAD MULTIPLICADA Claro que, tal como explica Alicia Hidalgo, el trabajo de Red de Alimentos, no solo representa un valioso aporte para la salud y nutrición de la población, sino que también constituye un trascendental esfuerzo por cuidar el medio ambiente. De hecho, el trabajo de recolectar alimentos y distribuirlos entre quienes los necesitan, significa que, desde 2010 a la fecha, la Red ha evitado que se emitan más de 200.000 toneladas de dióxido de carbono (CO2) a la atmósfera (según estudios realizados por la Pontificia Universidad Católica de Chile). Este dañino Gas de Efecto Invernadero (GEI), que tiene incidencia directa en el cambio climático, se hubiese generado si todos los alimentos frescos “rescatados” por la Red hubiesen terminado en un relleno sanitario, en lugar de ser entregados a miles de niños y adultos vulnerables. Y es precisamente este doble trabajo esencial, lo que hoy motiva tanto a Alicia Hidalgo como a todo su equipo, a seguir redoblando esfuerzos para sumar a más empresas, tanto productoras como agrícolas. Con estas armas y voluntad, esta red solidaria aspira a terminar no solo con la inseguridad alimentaria que hoy vive un segmento importante de la población chilena (alrededor de 19%, según cifras de FAO), sino también con el absurdo e insensible desperdicio de productos aptos para el consumo. - Alicia, ¿Qué significa para ti asumir este desafío al frente de Red de Alimentos, en un contexto donde la industria precisamente debe ser más eficiente, inocua y sostenible? Me siento contenta y orgullosa por la oportunidad de sumarme a este gran equipo, que ya lleva 14 años trabajando para hacer de nuestro país un mejor lugar para vivir; porque no debemos olvidar que una parte muy importante de nuestra población, especialmente niños menores de 5 años y adultos mayores, vive en una permanente inseguridad alimentaria. En ese aspecto, estamos seguros de que, como red, haremos un aporte realmente importante. - ¿Cómo se dio esta instancia de liderar Red de Alimentos? ¿Es parte de tu vocación? De todas maneras. De hecho, ya tengo experiencia en temas sociales y medioambientales, porque trabajé en manejo de residuos industriales impulsando a numerosas organizaciones privadas hacia el Zero Waste (cero residuos). Por lo tanto, he estado involucrada en temas de sostenibilidad y una parte muy importante de nuestros clientes pertenecían, precisamente, a la industria de alimentos, así que este sector no es desconocido para mí. Además, la responsabilidad social siempre me ha atraído, y este último tiempo estuve trabajando para disminuir las brechas de desarrollo en sectores vulnerables rurales a lo largo de Chile. Así que he visto de cerca que aún existe una gran cantidad de chilenos vulnerables y en riesgo alimentario, a quienes tenemos el deber de sumar al desarrollo de nuestro país. - ¿Cuáles son los principales desafíos que te planteas en este nuevo cargo? ¿Qué proyectos aspiras a implementar o impulsar? Bueno, tenemos desafíos muy importantes, aunque quiero recalcar que no son solo míos, sino de todo el equipo. En primer lugar, nos interesa ser más conocidos, porque una parte muy importante de nuestro trabajo no ha sido tan difundido. Además, queremos aumentar la cantidad de beneficiarios, para reforzar la cobertura de la población que hoy vive inseguridad alimentaria y, al mismo tiempo, contribuir a la carbono neutralidad del sector alimentario y del país en general. Y eso podemos lograrlo si reducimos de manera importante las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) que se generan, cuando miles de toneladas de alimentos frescos y saludables terminan en un relleno sanitario, por mala gestión o desconocimiento. COBERTURA NACIONAL - ¿A cuántas personas en situación de vulnerabilidad ayudan actualmente, y en cuánto aportan a la reducción de GEI? Hoy atendemos a cerca de 300.000 personas a través de la distribución directa de alimentos, o mediante convenios con organizaciones sociales. Esto se traduce en la reducción aproximada de 14.000 toneladas de GEI anuales, gracias a la recuperación y aprovechamiento efectivo de alimentos frescos y en buen estado. - ¿Atienden a todas ellas en forma directa? Atendemos directamente a cerca de 5.000 personas mediante nuestras “despensas sociales”, ubicadas cerca de comunas con alto porcentaje de población en riesgo alimentario, especialmente adultos mayores con ingresos muy inferiores al sueldo mínimo. A eso se suman los convenios establecidos con más de 300 instituciones sociales a lo largo de todo el país, que nos permiten alcanzar nuestra cobertura actual. Sin embargo, sabemos que todavía hay muchísimas personas en la misma condición, que necesitan ayuda urgente. Por eso, queremos aumentar la cantidad de beneficiarios, aunque para ello también necesitamos incrementar la cantidad de productos que somos capaces de rescatar, incluyendo frutas, verduras y también alimentos procesados o envasados. - ¿Cómo se organizan para atender oportunamente las necesidades alimentarias de tantas personas? Mediante un trabajo logístico en el que participan numerosas empresas productoras y las principales cadenas de retail del país. Con ellos tenemos una relación muy positiva, lo que nos permite acceder a una importante cantidad de alimentos e, incluso, artículos de aseo personal, como pañales, desodorantes y jabón, entre otros. Cuando recopilamos estos productos, los identificamos y clasificamos en nuestro centro de distribución ubicado en la comuna de San Bernardo, luego los almacenamos en nuestras bodegas o cámaras de frío, según corresponda, y los dejamos listos para ser distribuidos en el tamaño o formato más adecuado. Simultáneamente podemos conectar directamente a las organizaciones sociales asociadas con diversas empresas productoras de alimentos, supermercados o almacenes que tengan productos próximos a vencer, pero aún aptos para consumo humano. De hecho, en el último tiempo hemos ampliado esta acción, para que también abarque alimentación de mascotas. Esto nos ha permitido rescatar una cantidad importante de alimentos para animales, que también podría haber terminado descomponiéndose en un relleno sanitario y generando más GEI. De este modo logramos que los costos de alimentación, de las organizaciones sociales que forman parte de nuestra red, incluyendo hogares de niños y ancianos, disminuyan en forma importante. Esto a su vez les permite destinar esos recursos a otras labores, lo cual es un orgullo, pues nos permite contribuir de manera significativa a sus respectivos logros. - ¿Y cómo logran coordinarse oportunamente con todas estas empresas y organizaciones sociales de todo el país? Tenemos una plataforma digital que nos permite agrupar a las organizaciones y, al mismo tiempo, identificar las necesidades de alimentación de la población vulnerable que atienden. Esta plataforma s propia y cuenta con un algoritmo capaz de encontrar e identificar alimentos para donación, en empresas productoras o de retail que estén geográficamente cerca de las respectivas organizaciones, lo que aseguran un recolección y distribución oportuna. La rapidez de este sistema es vital, porque en ocasiones encontramos y recibimos productos que están a días de vencer y necesitamos geolocalizar inmediatamente a quiénes los necesitan. Para ello, el algoritmo identifica y caracteriza a las organizaciones sociales, clasifica sus necesidades y disponibiliza los productos que requieren. Esto permite que se les hagan llegar, o los retiren ellas mismas, lo antes posible. - ¿Es muy complejo sumar a organizaciones que no siempre se comunican o entienden el lenguaje digital? Ha sido complejo. Pero nuestra área de gestión social se encarga de capacitar y orientar la digitalización de todas las organizaciones que se incorporan a la Red. En ese sentido, nuestras asistentes sociales hacen un trabajo intenso en terreno, siempre atentas a entregar el servicio cuando alguien presenta un problema. Quienes trabajan en la red desde sus inicios, me comentan que antes era mucho más complejo, porque había que capacitar una a una a prácticamente todas las organizaciones, y también a las asistentes sociales, pero hoy ya tenemos una base consolidada de competencias y habilidades digitales, así que el trabajo es más sencillo y puede hacerse más rápido. - ¿Sienten que están marcando una pauta para que esta solidaridad alimentaria crezca en todo el país? Más que ser referentes, nuestra meta principal es demostrar que, cuando hay voluntad, deseos y un norte muy claro, todo es posible, especialmente en materia de solidaridad con quienes viven en situación de vulnerabilidad e inseguridad alimentaria. De hecho, cuando la red comenzó a trabajar, tampoco teníamos recursos para armar esta plataforma digital, y se logró con iniciativa y decisión para postular a un fondo de Google. Hoy estamos postulando también a otros fondos de innovación internacional, que nos ayudarán a modernizar la plataforma e incorporar nuevas tecnologías. Esa determinación fue lo que visualicé cuando me incorporé a este equipo, y es lo que queremos transmitir a toda la sociedad, pues eso hace que, finalmente, las cosas ocurran para bien. RED EN CRECIMIENTO - ¿Cuántas empresas forman parte de la red actualmente, y a cuántas desean incorporar en el corto plazo? Hoy tenemos más de 200 empresas de diversos rubros vinculadas a la red, incluyendo, como mencioné antes, grandes marcas de alimentos procesados y las cuatro principales cadenas de retail del país. Pero siempre tenemos el desafío de ir incorporando más, en especial del mundo agrícola. En ese sentido, hemos estado haciendo un trabajo intenso, porque la agroindustria no ha estado tan involucrada con la red. Por eso ampliamos nuestra infraestructura para incorporar a más empresas de ese sector. - ¿Y a cuántas personas esperan atender en el corto a mediano plazo? Este año esperamos incrementar entre 20% y 25% la cantidad de alimentos recepcionados, y eso inmediatamente nos permitirá atender a más personas. - ¿Es una meta factible? ¿Consideran que hay suficiente sensibilidad, conciencia o empatía por parte de las empresas, o aún faltan brechas importantes por cerrar? Como todo en la vida, hay empresas u organizaciones que tienen sus propósitos sociales, comunitarios y medioambientales mucho más claros que otras. De hecho, hay algunas que realmente incluyen el relacionamiento comunitario solidario como uno de sus pilares estratégicos. Sin embargo, también tuvimos algunas experiencias negativas hace algunos años, aunque en ese sentido creo que hoy existe una conciencia mucho mayor. Por eso, nuestro trabajo es tratar de sensibilizar no solo a las empresas, sino también a la población en general, para que todos se involucren con esta causa, porque la idea es ir sumando más socios a esta red, de todos los rubros y sectores. - ¿Y la industria agroalimentaria es su mayor desafío actual? Lo que ocurre con el agro, es que no todas la empresas o productores tienen cercanía con las plataformas digitales, y además son, en general, mono productores. Entonces, hace falta diversificar su capacidad de entregar donaciones y, además, debemos superar el desafío logístico que implica ir hasta a los campos a retirar los alimentos, porque no siempre los vienen a dejar. Hay agricultores con mayor sensibilidad que transportan sus productos a nuestro centro de distribución, pero no son todos. Así que, básicamente ahora nuestro esfuerzo está dedicado a tocar puertas, hacer contactos y lograr que todos se vayan sumando a la red. - ¿Y en qué zonas están concentrados de momento? La red funciona muy bien tanto para el centro de distribución en la Región Metropolitana, como para el retiro “directo en tienda” que organizamos mediante nuestra plataforma digital, desde Arica a Punta Arenas. - ¿Es posible retirar directamente en el local o sucursal del donador? Por supuesto, en esos casos conectamos a la tienda de retail o al productor, con alguna de nuestras organizaciones sociales que esté ubicada cerca, para que puedan retirar los alimentos directamente. Esto opera de la siguiente forma. Cuando algún local o mercado regional pone a disposición de la red cierta cantidad de productos, los sube a nuestra plataforma virtual y de inmediato las organizaciones mapeadas e incorporadas a la red, que estén más cerca del donante, pueden acceder a esos alimentos. Para eso se consideran anillos concéntricos de 5 km a la redonda, donde el algoritmo identifica a todas las organizaciones sociales aptas para recibir el producto. Si no aparece ninguna, se incrementa el radio concéntricamente hacia afuera, hasta que encontremos alguna organización a la que se asignan los alimentos para que los retire “directo en la tienda”. Alrededor del 10% de todas las toneladas de alimentos que nosotros entregamos al año, se asignan mediante esta red virtual de retiro directo en tienda. - ¿Esperan implementar nuevas iniciativas como, por ejemplo, relaciones con instituciones públicas o ampliar su red de colaboradores hacia otras instituciones? Siempre estamos disponibles a incorporar a cualquier organización que atienda a población vulnerable y requiera que colaboremos con su alimentación. Además, nos coordinamos constantemente con instituciones gubernamentales, como el Servicio de Impuestos Internos y los diferentes Servicios de Salud, porque este es un proceso complejo, donde debemos asegurar la transparencia del proceso de donación y, al mismo tiempo, cumplir normas tributarias y de higiene. De hecho, al momento de recibir los productos emitimos y entregamos un certificado de donación, que es un muy relevante para las empresas, en términos de cumplimiento tributario. - ¿Y cómo supervisan la inocuidad? En nuestro centro de distribución tenemos almacenes, cámaras de frío y frigoríficos, que nos permiten refrigerar y congelar alimentos perecibles, asegurando que, las frutas por ejemplo, se mantengan en las mejores condiciones hasta su entrega. Esto nos brinda la capacidad de asegurar la plena inocuidad de todos los productos agrícolas, característica que además se asegura mediante certificados de origen y siguiendo todas las indicaciones técnicas entregadas por el productor. Además, al momento de recibir las donaciones las clasificamos de manera rigurosa, de modo que todo lo que no está apto para el consumo se recicla. - ¿Y en los próximos años esperan incrementar esa infraestructura? En términos de infraestructura física ya estamos bien preparados para recibir una mayor cantidad de productos y cumplir las metas de crecimiento estipuladas. El desafío se orienta ahora a optimizar la capacidad de nuestra plataforma digital, pues eso nos permitirá atender cada vez más rápido y con mayor eficiencia. Asimismo, nos ayudará dar nuestro siguiente gran paso, que es sumar a la red al segmento de casinos y banquetería, donde se producen muchos alimentos preparados que están en riesgo de desperdiciarse. La plataforma modernizada nos permitirá acceder a esos alimentos preparados y ampliar, así, la variedad nutritiva de nuestra cobertura, tanto para organizaciones sociales, como para personas. Esperamos que ya en 2026 todo este se encuentre plenamente operativo. SOLIDARIDAD Y CONVIVENCIA![]() ed de Alimentos atiende a un importante número de beneficiarios individuales en situación de riesgo y vulnerabilidad social de la Región Metropolitana, principalmente personas de la tercera edad, quienes pueden retirar alimentos desde las despensas sociales.
Para ello, las asistentes sociales de la institución entrevistan a las personas en situación de vulnerabilidad que solicitan este beneficio, a través de la página web o de visitas directas. Luego de realizar una evaluación preliminar, les hacen completar una ficha que las incorpora como “socios” de estas despensas sociales, lo que les permite retirar alimentos una vez a la semana. Y, tal como explica Alicia Hidalgo, en estas instancias se genera un doble efecto positivo, porque más del 70% de los adultos mayores que concurre a retirar sus alimentos viven solos, así que cada despensa se transforma en un verdadero centro comunitario donde también se han comenzado a dictar talleres, y los adultos mayores pueden interactuar y socializar entre ellos. “Es decir, no solo es una red de alimentación, sino también una red de amistad e interacción, que les brinda apoyo y compañía”, enfatiza la gerenta general de Red de Alimentos. GALERÍA
OTRAS ENTREVISTAS“Debemos Cumplir la Misión,de Evolucionar Haciauna Nueva Institucionalidad”Entrevista publicada en edición impresa número 135 / junio de 2022 El directivo, que cuenta con más de 13 años de experiencia en el sector, asume con entusiasmo el desafío de convertir a la Agencia Chilena para la Inocuidad y Calidad Alimentaria “en algo más que una comisión asesora presidencial”. ![]() onfianza, convicción y compromiso permanente con la inocuidad y calidad de los alimentos, son los principales atributos que destacan en el Secretario Ejecutivo de la Agencia Chilena para la Inocuidad y Calidad Alimentaria, ACHIPIA, Diego Varela Maino. Un profesional de amplia experiencia en el sector y dentro de la propia la institución, que asumió su cargo en 2022, en reemplazo de Nuri Grass, y conoce a fondo las distintas variables que interactúan en este complejo escenario. Además, se declara “plenamente entusiasmado” para impulsar los cambios que ayuden a profundizar y perfeccionar el trabajo de la agencia. Esfuerzo que hoy se focaliza hacia la necesidad de trabajar todos los temas con mirada transversal, coordinando e incluyendo a todos los diferentes sectores protagónicos, e impulsando el trabajo informativo en terreno hacia todos los rincones del país. En entrevista exclusiva con Revista Indualimentos, Diego Varela abordó los principales ejes que delinearán su gestión, destacando como primer objetivo la necesidad de “dejar el capullo para evolucionar y posicionar a ACHIPIA en un nuevo sitial institucional”. - ¿Qué significa liderar un trabajo tan delicado, complejo y especializado como el que conlleva este cargo de secretario ejecutivo de ACHIPIA? Desde el punto de vista de mi carrera es uno de los desafíos más importantes que me ha tocado asumir, junto con ser elegido vicepresidente del Codex mundial (ver recuadro), así que lo tomo con mucha humildad y convicción, porque me siento preparado y porque lideraré a un equipo consolidado en lo técnico y en su relación con todos los actores del sistema alimentario nacional. Además, lo tomo con mucho entusiasmo, porque este un gobierno que se define de cambios, y que viene a reformar y a formular nuevas ideas y propuestas que es necesario hacer. - ¿Dentro de este nuevo escenario cuáles son, actualmente, los principales desafíos que debe enfrentar ACHIPIA, en el marco de impulsar una mayor inocuidad y calidad alimentaria para nuestro país? ¿Son nuevos o pendientes? Lo primero que hay que dejar en claro es que ACHIPIA es una comisión asesora presidencial, creada en 2005 con un propósito: evaluar la institucionalidad en materia de inocuidad y calidad alimentaria y hacer propuestas para su mejora, en base a cierto diagnóstico. Ese mandato está todavía vigente. Estamos en 2022 y seguimos siendo una comisión asesora presidencial que tiene que proponer una institucionalidad. Ese es un primer gran desafío pendiente, porque se ha construido a lo largo de todos esos años una confianza técnica y un reconocimiento público-político de nuestro rol. Sin embargo, nuestro mandato es dejar de ser comisión asesora presidencial y proponer la nueva institucionalidad, y eso también forma parte de los actuales desafíos transformadores. Está también el diagnóstico señalado de que nuestro sistema alimentario debe transitar hacia uno más moderno y sostenible. Esa modernización está por supuesto compuesta de una serie de innovaciones, cambios, reestructuraciones y repensamientos del sistema alimentario. Por ello, tener una institucionalidad coordinadora de un sistema nacional de inocuidad y calidad alimentaria que no aborde las miradas sólo desde un punto de vista sectorial, sino como un todo, en forma coordinada y buscando las sinergias, también forma parte de esos cambios necesarios para la transformación de nuestro sistema alimentario. Y es algo en lo que personalmente tengo propuesto enfocarme. Porque hacia allá apunta la institucionalización de nuestra gestión. Pero también tenemos como gran desafío la publicación de la nueva política nacional de inocuidad y calidad de los alimentos, y eso es algo que también nos está mandatado. Tuvimos una primera política publicada en 2009, y que tenía como horizonte de duración hasta 2015, por lo que estamos al debe en publicar, con firma presidencial, un documento que logre consenso técnico y político sobre cómo en Chile debemos abordar y mapear la hoja de ruta necesaria para el trabajo en inocuidad y calidad alimentaria. - ¿Cómo marchan actualmente los pasos de esa hoja de ruta? Vamos bien, estamos trabajando transversalmente y de manera coordinada con todos los actores del sistema, incluyendo al sector público, privado y académico, para tenerla lista lo antes posible. - ¿Es complejo amalgamar la opinión de todos estos distintos actores? Crear grandes consensos siempre es difícil. Es mucho más fácil trabajar de manera no inclusiva, pero lo que necesitamos ahora cada vez más, es incluir distintas miradas, para que los acuerdos que pretendemos alcanzar sean realmente transversales. Es más sencillo, por supuesto, trabajar de manera individualista, pero no es lo que se necesita. Hoy se requieren grandes consensos. Hay diferencias, por supuesto, pero todas se han ido conversando satisfactoriamente, por lo que pronto esperamos tener un documento que logre incorporar las visiones de todos los organismos competentes en la materia, así como las visiones de la industria, de la academia y de los consumidores, sobre la inocuidad y calidad de los alimentos. - ¿Y eso implica modificar la estructura de ACHIPIA o incorporar nuevos profesionales y equipos? Hay muchas opciones que involucran cambios profundos, y otros no tan profundos, pero hay que evaluar el entorno para ver cuál es la mejor propuesta. Y es una decisión que se va a tomar en conjunto con el consejo directivo (compuesto por los subsecretarios de agricultura, salud, economía, pesca, relaciones económicas internacionales y secretaría general de la presidencia). Ese consejo ya aprobó que se evalúen los posibles cambios que se deben aplicar para modificar la institucionalización de ACHIPIA. - ¿El actual contexto de emergencia sanitaria y de estrés hídrico-climático implica una mayor presión o dificultad para alcanzar los objetivos planteados? Llevo 13 años en el ámbito de la inocuidad y calidad de los alimentos, y siempre hay algo que está presionando o cambiando las reglas del juego. Cuando ya se pensaba que estaba todo cubierto y que se habían escrito todas las medidas y protocolos necesarios para evitar que los alimentos estén contaminados por algún peligro físico, químico o biológico, siempre surge un nuevo peligro emergente o un factor que cambia la dinámica. Entonces, siempre hay que estar evaluando el contexto e ir adaptándose a él. Hoy hay muchas crisis que afectan la dinámica de los sistemas alimentarios y todas tienen una forma diferente de impactar la forma cómo se producen y comercializan alimentos, así como la capacidad para asegurar que sean seguros e inocuos. Por ende, hay que estar siempre preparados para adaptarse a todas esas circunstancias. - ¿Y cómo se han ido preparando para adaptarse a los cambios propios de un entorno tan variable, incierto y dinámico? ¿ACHIPIA está hoy preparada para enfrentar ágilmente esas circunstancias? Una de nuestras grandes contribuciones, para enfrentar este entorno, es generar conocimiento en base a ciencia para la toma de decisiones, porque no somos gestores de riesgo. Somos comunicadores, y para eso hoy estamos desarrollando y potenciando nuestra capacidad para evaluar riesgos, que se basa en habilidades de corte científico-académico para determinar, a base de solicitudes específicas, cuál es el riesgo de un determinado contaminante o enfermedad. Eso lo hacemos a solicitud y de manera constante, y para ello hemos desarrollado la capacidad y pretendemos institucionalizarla, una vez dejemos de ser sólo una comisión asesora presidencial, para que así el sistema pueda tomar mejores decisiones a base de esa evidencia. Y eso responde a nuestra lógica de aplicar el método científico. Es decir, leer el entorno, hacerse preguntas, probar e ir proponiendo distintas hipótesis. - ¿Y cuáles son los principales riesgos que hoy identifican en el entorno? Es una lista muy larga, aunque podemos citar el cambio climático; la inflación (porque cuando se ajusta el precio de los alimentos nuestra relación con ellos cambia y se buscan sistemas alternativos más baratos que conllevan el riesgo de introducir nuevos peligros); el cambio en los patrones de consumo por diversos factores; el valor de la energía, etc. Podríamos organizar un seminario sobre este tema y no alcanzaríamos a enumerar todos los riesgos. Pero la principal conclusión es que estamos llegando a un momento en que nos damos cuenta de que nuestro sistema alimentario no está a la altura y eso es cada vez más evidente. Necesitamos un sistema alimentario sostenible en sus tres pilares: económico, social y medio ambiental. Y para eso necesitamos una serie de cambios en la forma cómo nos relacionamos con los alimentos. Y todos esos cambios pueden influir en la dinámica de su producción, lo cual también modifica las tareas a realizar para que esos alimentos sigan siendo seguros. Algo que se debe hacer constantemente y se puede hacer mucho mejor, si se hace de manera coordinada. Y para eso se requiere concretar la institucionalización de una agencia coordinadora capaz de convocar a la mesa y de comunicar un enfoque coordinado entre todos los actores, para estar a la altura de los cambios que hay que hacer. - ¿Sienten que hemos avanzado efectivamente hacia un escenario de mayor eficiencia, en términos de asegurar adecuados estándares de inocuidad alimentaria a nivel nacional? ¿Marchamos a la par con el resto del mundo en la materia? El trabajo nunca termina, pero si no se hace bien resulta evidente, como ocurre en países donde las noticas sobre brotes de ETA son constantes, y que no es el caso de Chile. Hoy en nuestro país estamos preparándonos para escenarios futuros, pero de manera general el sector productivo está muy consciente de la calidad e inocuidad de los alimentos, y trabaja para que las personas estén sanas y protegidas. De hecho, no existe una agencia como ACHIPIA en otras países de América Latina y el Caribe. El trabajo que hacemos en evaluación de riesgo es observado desde la región con mucho interés, porque es de vanguardia y además requiere recursos y convicción política respecto de la efectividad del abordaje científico de los problemas de calidad e inocuidad alimentaria. Además, el abordaje coordinado es una experiencia poco común en el mundo, y que ha sido citada en distintas publicaciones especializadas de FAO, OMS, Banco Mundial y OCDE. Por supuesto, tenemos cosas que mejorar y continuamos aprendiendo de lo que se hace en otros países de ingresos altos. Tenemos convenios de cooperación internacional en sintonía con las metodologías y los abordajes que se hacen en otras latitudes, como Estados Unidos o la Unión Europea, pero sin duda hoy estamos más avanzados que varios otros países de América Latina y el Caribe. - ¿Podemos considerarnos entonces un referente en la región? Con mucha humildad podríamos decir que sí, que podemos considerarnos un referente en la región y por ello muchas veces compartimos nuestra experiencia, como agencia, con los países que así nos lo solicitan, en el marco de la cooperación existente dentro del Cono Sur. - ¿La industria alimentaria nacional se acopla de manera apropiada a este esfuerzo? Sí, de manera general el sector productivo es cada vez más consciente de la necesidad de producir alimentos inocuos y seguros. Tuvimos, por ejemplo, la reciente semana de la inocuidad alimentaria y en ella resaltamos el hecho de que vamos a trabajar con todos los actores y de todos los tamaños, con énfasis especial en la agricultura familiar campesina, la agricultura de pequeña escala, la pesca artesanal y la apicultura, entre otros, que eran los más atrasados tradicionalmente. Pero cuando estuvimos con ellos nos llevamos la grata sorpresa de que, a diferencia de lo que ocurría hace diez año, también son muy conscientes de la importancia que tiene no sólo producir en volumen y darle valor agregado a sus productos, o que gusten visual y organolépticamente, sino también de tener prácticas que aseguren que sus alimentos no provocarán enfermedades. Hoy están plenamente integrados a este esfuerzo conjunto, y además son socios en nuestras mesas de trabajo y en las propuestas que llevamos al códex nacional alimentario. Así que puedo afirmar, con certeza, que todos son muy conscientes de la importancia de la inocuidad alimentaria y que siempre han mantenido las puertas abiertas para entablar diálogos y ver políticas, porque este es un tema que se aborda mucho mejor en conversaciones y no desde un lado punitivo-regulatorio, o totalmente productivo y que se olvide de la salud pública. Hoy el Estado tiene que rayar la cancha, pero también acompañar al sector productivo, para que pueda cumplir las exigencias que se establecen. Y estamos en ese camino, buscando el permanente equilibrio entre sector productivo y salud pública. - ¿Qué factores consideran que han influido en la positiva evolución de la agricultura familiar campesina y, en general, de los pequeños productores? Nos parece que de su parte cada vez hay más conciencia de que los reglamentos de salud no son sólo una traba regulatoria o para dificultar la producción y comercio de alimentos, sino que están presentes para cuidar la salud de las personas, y para que el comercio de esos productos sea inocuo, cumpliendo requisitos básicos. En ese sentido, podríamos decir que más que tener sectores al debe, tenemos desafíos pendientes. Nosotros tenemos el desafío de concretar nuestra institucionalización; y el sector productivo, el de no quedarse detenido y analizar lo que viene. Así se podrán mejorar los estándares de inocuidad y calidad, sobre todo en un escenario donde están presentes los factores de riesgo antes mencionados como, por ejemplo, la escasez hídrica; porque el agua es fundamental para los procesos de higiene; el cambio climático, aparejado con el mayor o menor uso de plaguicidas, fertilizantes y medicamentos veterinarios; los nuevos compromisos que se han asumido ante el avance microbiano; y todas las alternativas que tienen que llevar a que los alimentos sean seguros. Si aumentamos el volumen de los alimentos producidos, dejando de lado todos los cuidados que hay que tener para que sean inocuos, no vamos a llegar a ningún lado. - ¿Qué acciones específicas tienen contempladas para el corto plazo? Estamos terminando nuestra planificación pero tenemos mucho material que queremos transmitir a través de numerosas herramientas comunicacionales que ya tenemos diseñadas, para llegar a todo el país. La solicitud expresa ha sido trabajar desde y hacia las regiones. Aunque ACHIPIA está centralizada en Santiago, tenemos nuestras comisiones asesoras regionales compuestas por los seremis y las expresiones territoriales de numerosos servicios e instituciones, trabajando además en conjunto con la academia y el sector privado. Y en general estamos viendo cómo los sistemas regionales de inocuidad de los alimentos, pueden levantarnos sus necesidades para que podamos entregarles el material que tenemos desarrollado. Queremos ir a regiones, llevar ese material y buscar la mejor forma de llegar a distintos públicos con un enfoque en la comunicación en los distintos momentos. Es fácil informar cuando hay brotes de enfermedades e infecciones o problemas, pero también es importante informar cuando no hay contingencias, para construir una mejor relación y eso lo hacemos constantemente, haya o no eventos de inocuidad alimentaria. - ¿Cuáles serán los parámetros para decir, en cuatro años más, que las metas se han cumplido satisfactoriamente? Si al final de nuestra actual gestión tenemos una política nacional de inocuidad y calidad alimentaria, aprobada, firmada por el Presidente Boric y publicada; si logramos que ACHIPIA evolucione de manera natural para convertirse en algo más que una comisión asesora presidencial; y si tenemos éxito en potenciar instancias de coordinación y además tenemos mayor presencia y protagonismo en las evaluaciones desde regiones, voy a estar satisfecho con las gestión realizada. Tenemos la confianza y convicción de que alcanzaremos estas metas en el mediano plazo. Liderando los alimentos del futuro![]() l nombramiento de Diego Varela como Secretario Ejecutivo de ACHIPIA se suma a su elección, en noviembre de 2021, como vicepresidente de la Comisión del Codex Alimentarius.
En dicho organismo, Varela ya ha ejercido anteriormente como integrante del comité ejecutivo entre 2018 y 2020; y además fue presidente del Comité Coordinador FAO/OMS para América Latina y el Caribe, CCLAC 2018-2020; y miembro del subcomité para la construcción del Plan Estratégico del Codex 2020-2025. Ante esta elevada responsabilidad internacional, Varela enfatiza su “compromiso de trabajar en pos del comercio seguro y justo de alimentos”. “Seguro desde el punto de vista de la salud pública, y justo en cuanto a que haya reglas claras para que el sector productivo produzca alimentos que efectivamente pueda comercializar a nivel nacional e internacional, entendiendo la naturaleza del sistema alimentario mundial”, detalla. El directivo también resalta su papel liderando el estudio y desarrollo de nueva regulación para la producción de los denominados “alimentos del futuro”. “Hoy no existe regulación clara respecto de los riesgos relacionados con la producción de estos nuevos tipos de alimentos, como, por ejemplo, las nuevas fuentes de proteínas a base de insectos o plantas, o el desarrollo de ingredientes a partir de microalgas, entre otros. Hay múltiples temas asociados, como la inocuidad de los procesos productivos y la cadena de distribución, la claridad del etiquetado, o la definición misma de qué ingredientes se usan y cómo se transmite dicha información al consumidor. Todo este nuevo desarrollo necesita reglas claras y certeza de inocuidad, y ese es precisamente el trabajo que trato de liderar en el Códex Internacional”, destaca Varela. GALERÍA
OTRAS ENTREVISTAS"La Pequeña AgriculturaDeber ser Motor de Innovación"Entrevista publicada en edición impresa número 137 / octubre de 2022La ejecutiva enfatiza la urgencia de transferir al sector familiar campesino todo el conocimiento disponible en Tecnologías de la Información y Comunicación, para que pueda adaptarse mejor al escenario de crisis climática y estrés hídrico, orientando, simultáneamente, su producción hacia modelos sostenibles. ![]() l sector silvoagropecuario es el pilar más importante de la industria alimentaria, pues desde él provienen todos los insumos, ingredientes y materias primas que permiten producir, en forma continua y eficiente, alimentos saludables, inocuos, seguros y sustentables para toda la población. Por ello, en el actual escenario de contingencia climática, económica y social es urgente brindarle todas las oportunidades que necesita para acceder a las modernas herramientas tecnológicas de la revolución digital, e incentivar el desarrollo de proyectos de innovación dentro de sus actuales grupos sociales más relevantes, los jóvenes y las mujeres. Así lo entiende la directora ejecutiva de la Fundación para la Innovación Agraria (FIA), Francine Brossard, DEA (Diploma d’Etudes Approfondies) en Desarrollo Rural del Instituto Agronómico Paris-Grignon, y magíster de Economía Agraria y Tecnología de los alimentos, Alimentación, Nutrición y Bienestar General, del Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos (INTA) Universidad de Chile; quien, desde el inicio de su carrera profesional, ha mostrado permanente interés por apoyar la innovación transversal en todo el mundo agrario campesino. Lo demostró tanto en los orígenes de su carrera profesional, en el área de análisis y estudios de la División Agrícola Conjunta de CEPAL-FAO de Naciones Unidas (donde se desempeñó durante casi una década), como en su posterior ingreso, en 1996, al Ministerio de Agricultura de Chile (MINAGRI), donde precisamente participó en la creación de la actual FIA, haciéndose cargo de su Unidad de Información. Desde allí lideró activamente y durante 15 años, el diseño de iniciativas destinadas a la gestión de información y vigilancia estratégica, en materia de innovación agraria. En 2011 dejó este trabajo para desarrollarse como consultora internacional en Tecnologías de la Información y Comunicación aplicadas al mundo rural, para el Banco Mundial, FAO, IICA y CEPAL, asesorando además, a diversos países de América Latina y África francófona. Algunos de sus principales logros personales de este período fueron su participación directa en la creación de la Comisión Nacional de Igualdad de Oportunidades del MINAGRI; la formación en 2006 de la primera Mesa TIC Rural, con participación de las diferentes instituciones dependientes del MINAGRI; la articulación de la Red de Información Silvoagropecuaria de Chile (Redagrochile); y la creación de las primeras comunidades virtuales agrícolas de Chile (proyecto YoAgricultor BID-FIA). Con toda esta experiencia y experticia acumulada, Brossard aceptó este año el desafío de regresar a FIA y asumir su dirección ejecutiva, con el claro objetivo de potenciar aún más sus diversos instrumentos de innovación, para llegar con ellos a todos los rincones del mundo agrícola nacional, en especial, los pequeños productores pertenecientes a la agricultura familiar campesina. Tarea en extremo compleja, pero que asume con la clara convicción de “seguir potenciando los desafíos estratégicos que presenta nuestro sector, trabajando también para que FIA pase de ser un referente de la innovación, a un guía que impulse y muestre el camino para llegar a más territorios, de manera global y cercana”. Hoja de ruta que se orienta a entregar soluciones capaces de enfrentar satisfactoriamente las agudas problemáticas que hoy enfrenta la agricultura nacional, buscando, al mismo tiempo, llegar a más comunidades del territorio rural, para que estas soluciones sean “replicadas por agricultores, productores, jóvenes, mujeres y pueblos originarios, sin distinción alguna”, enfatiza. - ¿Qué representa para usted asumir este cargo en esta etapa tan compleja y trascendental para el mundo agrícola chileno? En primer término es un orgullo encabezar una institución que conozco desde sus inicios. Y aunque me alejé de ella por 10 años, para trabajar organizaciones como FAO y CEPAL, siempre estuve al tanto de su trabajo. En ese período, mirando a FIA desde lejos y con otra perspectiva, me di cuenta de su enorme relevancia, pues no existe un organismo similar en otros países de América Latina. Y a pesar de ser relativamente pequeña, pues funciona solo con cerca del 1% del presupuesto del ministerio de Agricultura, hace cosas muy trascendentes y de gran impacto para el desarrollo del mundo agropecuario. En ese ámbito quiero destacar que hoy nos encontramos en pleno proceso de descentralización, luego de trabajar durante muchos años solo con oficinas en Santiago, Talca y Temuco. Y si bien aún no tenemos un representante en cada región, creemos que pronto superaremos el desafío de llegar al máximo nivel de participación regional y nacional. - ¿Cuáles son los principales desafíos que en este momento enfrentan como institución? Nuestros lineamientos de trabajo forman parte del diseño de política rural del gobierno del presidente Boric. En ese sentido, apuntamos a desarrollar iniciativas que nos permitan abordar el déficit hídrico, a mitigar el cambio climático y a desarrollar sistemas alimentarios sostenibles. Estos tres pilares de trabajo dan cuenta de las prioridades de Chile, pero también de las necesidades que enfrenta el sector silvoagropecuario a nivel mundial. Además, no debemos olvidar que nos encontramos ante un contexto internacional crítico, debido a la guerra en Ucrania, y estamos ciertos de que eso influirá directamente en el aumento del precio de los alimentos. Por lo tanto, como Fundación para la Innovación Agraria tenemos mucho que decir y apoyar para enfrentar este escenario de contingencia. En ese contexto, quiero destacar que seguimos con la misma estructura de apoyo de instrumentos. De hecho, el pasado 13 de septiembre se abrió la convocatoria nacional de proyectos de innovación, a todas las personas e instituciones que forman parte del sector silvoagropecuario. También reactivamos las “giras tecnológicas”, instrumento que estuvo deprimido, e incluso detenido, durante la pandemia, lo cual ha traído un efecto de tranquilidad, porque es muy bienvenido en todo el mundo agrícola por la gran participación social que brinda a sus participantes. Además, seguimos adelante con nuestros estudios de innovación, que también han sido otra línea de trabajo importante para FIA. En forma paralela realizamos diversos eventos de apoyo, como conversatorios y seminarios, así como consultorías que abordan los diversos problemas del sector, ofreciendo a los participantes las respectivas soluciones de innovación. Todos estos instrumentos se complementan de forma interesante y además le brindan flexibilidad a nuestra gestión. Por ejemplo, muchas veces se decide, por diversas razones, no apoyar un proyecto, pero en su lugar sugerimos una “gira tecnológica”, de modo de brindar la necesaria asistencia técnica a los agricultores, para que nazcan nuevos y mejores proyectos. Esta flexibilidad operacional nos permite cumplir a cabalidad lo que ha sido la misión institucional de FIA, desde su creación. - ¿A cuántos beneficiarios apoyan actualmente con este conjunto de instrumentos? Dentro de lo que es convocatoria nacional, tenemos hasta 200 nuevos proyectos postulantes cada año, de los que se aprueban cerca de 30. Proceso donde destaca la rigurosidad y transparencia del equipo profesional de FIA, para analizar cada una de ellos. Sin embargo, también debemos recordar que las propuestas aprobadas pueden durar hasta 3 o 4 años. Por ende, si sumamos los proyectos en marcha, con todos los nuevos que se van aprobando, hablamos en conjunto de cerca de 100 de estas iniciativas operando simultáneamente cada año. De hecho, cuando asumimos ya había iniciativas aprobadas del año anterior, a las cuales les hemos dado continuidad. A esto hay que sumar todas las demás iniciativas e instrumentos de FIA que mencioné anteriormente como giras, seminarios o consultorías, lo cual nos permite posicionarnos como una institución muy bien evaluada por el mismo sector agropecuario. - ¿Cuánto es el presupuesto que se destina a este concepto, anualmente? Contamos con un presupuesto de alrededor de $8.000 millones de pesos, que naturalmente ha ido variando de acuerdo con ciertas prioridades de los distintos gobiernos en los últimos años. Sin embargo, lo novedoso es que actualmente cerca del 75% pertenece a MINAGRI, mientras que el otro 25% lo aporta el ministerio de Ciencias, Tecnología, Conocimiento e innovación. Es un paso muy importante en nuestra evolución institucional. Por eso, cuando asumí el cargo insistí que hubiese un representante del ministerio de Ciencias en nuestro Consejo Directivo, porque así no solo tenemos una excelente coordinación, sino que además podemos complementar nuestros objetivos, los cuales concuerdan en que los grandes conocimientos teóricos bajen hasta el diario vivir de la gente. Y en nuestro caso particular, que la innovación científica y tecnológica llegue a la pequeña agricultura, para lo cual es muy importante el apoyo del ministerio de Ciencias, especialmente en el desarrollo de nuevos programas. ACCESO EQUITATIVO AL DESARROLLO- ¿Existen hoy condiciones adecuadas para que el mundo agrícola acceda a programas de desarrollo e innovación? Por supuesto, y en esto quisiera destacar que hoy FIA puede mostrar la gran madurez alcanzada en la difusión y consolidación de instrumentos de innovación. En ese sentido, recojo y asumo la crítica que hemos recibido anteriormente de otras instituciones y grupos sociales, en cuanto a que FIA sólo tenía “proyectos de elite”. Algo que me dolió particularmente, porque, en cierto modo, era cierto. Efectivamente apoyamos proyectos de innovación que pertenecen a entornos académicos, pero también sabemos que debemos impulsar esas instancias para que lleguen efectivamente al gestor agrícola. Y esa es una nueva línea de trabajo que estamos impulsando actualmente, en cuanto a concretar transferencia de innovación. - ¿Y cómo esperan concretar esta iniciativa? Tenemos muchas y variadas opciones. Por ejemplo, FIA ha desarrollado desde hace varios años un área de desarrollo de documentos que plasman todo el trabajo de distintos proyectos de innovación. Es un gran trabajo documental, pero que hasta ahora quedaba solo en la biblioteca y no se traspasaba al mundo agrícola. Entonces queremos transferir esta información mediante el aporte específico de otras instituciones que sí desarrollan proyectos tecnológicos concretos, como por ejemplo, INIA, INDAP e IFOR, entre otras. De este modo, FIA captura, analiza y desarrolla la información, y las demás instituciones la traspasan directamente al agricultor mediante iniciativas específicas de desarrollo tecnológico, de acuerdo con el tipo de suelo, la geografía regional, la demanda hídrica local o la idiosincrasia cultural de la población, entre otras múltiples variables. Con ello podemos lograr, entre otras cosas, transferencias de producción, innovación en cultivos no tradicionales, generación de valor agregado a especies nativas, aplicación de tecnologías de riego digital y muchas otras oportunidades de traspaso efectivo de conocimiento. INNOVACIÓN Y CAMBIO CLIMÁTICO- ¿Considerando el actual contexto de estrés climático y crisis económica, qué papel juega la innovación para superar dicho escenario, considerando que ya enfrentamos un complejo diagnóstico de alto riesgo alimentario para nuestro país? La innovación juega un papel fundamental, por eso estamos en el momento preciso para reinstalar la mesa de trabajo TIC rural, que aplicamos entre 2006 y 2011 para avanzar en la tecnologización del agro. Con tal objetivo ya estamos trabajando desde junio con todas las instituciones del ministerio de Agricultura, para abordar desde esta perspectiva temas críticos como el déficit agrícola-hídrico y los sistemas alimentarios sostenibles. Dentro de las herramientas TIC hoy existen múltiples alternativas para optimizar la producción, riego, uso de recursos y control de las contingencias ambientales, entre otras opciones. Hay un sinfín de herramientas que no son conocidas por los agricultores, así que nuestra tarea es darlas a conocer e incorporarlas a la pequeña agricultura, que siempre ha quedado rezagada en estos procesos y donde aún persiste una gran brecha de desconocimiento y alfabetización digital. - ¿Qué tan complejo es impulsar esta conexión del mundo rural con la transformación digital? Es muy complejo. Recordemos que la población agrícola hoy tiene, en promedio, más de 60 años y además está compuesta cada vez más por mujeres que se están quedando solas en el campo. Paralelamente la juventud rural está emigrando a la ciudad, y ese es otro tema que quisiera destacar, porque estamos poniendo énfasis en enfocarnos en esas dos poblaciones objetivo, mujeres y jóvenes. Y digo énfasis, porque igual aportamos a todo el sector en general, pero no podemos desconocer que un gran porcentaje de la población prioritaria en la pequeña agricultura está formado por cooperativas donde participan mujeres, juventud y, también, pueblos originarios. Queremos entregar más y mejores herramientas TIC a las mujeres del mundo rural, que hoy están muy invisibilizadas. Por ejemplo, acabamos de cerrar un concurso para premiar a la “mujer innovadora”, en los ámbitos de producción y academia. Asimismo, estamos desarrollando otro programa para jóvenes innovadores, para que desplieguen y den a conocer todo su potencial de emprendimiento. Ya hemos hecho algunos encuentros donde destacamos, por ejemplo, los valiosos aportes emprendedores de los jóvenes de la región de la Araucanía. - ¿Y existen otros proyectos emblemáticos o estructurantes de este nuevo esfuerzo integrador de FIA? Precisamente en el área de operación queremos destacar un programa que será un hito para la agricultura, al cual hemos denominado “Agrocopinoa”. Este nace de un mandato del ministro de Agricultura, quien nos solicitó desarrollar una estrategia de capacitación hacia las cooperativas agrícolas, para formar una “academia de cooperativas”. Como primer paso empezamos a trabajar con dos grupos importantes, la “Unión Nacional de Agricultura Familiar Campesina” y CAMPOCOOP, con quienes hicimos un diagnóstico conjunto, llegando a la conclusión de que se necesita entregar capacitación orientada exclusivamente a la innovación. Para orientarnos a ese objetivo aportaremos conocimiento para el desarrollo de planes de negocio que integrarán por primera vez el componente I+D+i. En ese punto entra a apoyarnos el ministerio de Ciencias, que por primera vez se incorpora a un trabajo conjunto con el ministerio de Agricultura, con el gran objetivo de llegar a “cooperativas agrícolas 4.0”. Partimos este año con un piloto de 20 cooperativas ya identificadas, y en agosto realizamos el primer seminario para que se conocieran entre ellas y comenzaran a armar planes de negocio apoyados por universidades. En este punto entra además a participar un tercer ministerio, el de Economía, porque es la entidad que acredita a las cooperativas. Queremos que, mediante este gran programa, las cooperativas pasen por estas distintas etapas de capacitación, creación de planes de negocios, incorporación de I+D+i y evolución hacia las TIC, para que, a través del ministerio de Economía, se acredite dicho traspaso mediante un sello especial de innovación, para que estas cooperativas accedan, en forma prioritaria, a concursos de fomento públicos (SERCOTEC o INDAP) y a eventuales instrumentos de la banca privada. Es una iniciativa inédita del ministerio de Agricultura, destacada en forma entusiasta por las mismas cooperativas y, que en cierto modo, retoma el trabajo hecho hace algunos años con las comunidades virtuales, en conjunto con el Banco Interamericano de Desarrollo. - ¿Sienten entonces que se están dando los pasos correctos en cuanto a impulsar la innovación del sector agroalimentario, sobre todo de la pequeña agricultura? Somos optimistas, porque estamos haciendo todos los esfuerzos, primero para cumplir nuestra misión de desarrollar una cultura de innovación; y luego, para avanzar de manera coordinada con otras instituciones del Estado, para que la innovación llegue hasta el agricultor. Y confiamos en que si trabajamos asociados con cooperativas, podremos lograr un resultado trascedente. También estamos trabajando en conjunto con la SNA, para incentivar la innovación en liceos agrícolas. Es una iniciativa que hoy renovamos mediante el programa Savia Lab, que involucra a todos los alumnos de liceos agrícolas desde primero medio hasta cuarto medio. Mediante el apoyo directo de alguna una universidad se incorpora la innovación como programa de estudio, desde el inicio de la enseñanza media. Queremos que esos chicos, con la mirada dirigida desde y hacia la innovación, vean que existe futuro en sus propias localidades. Que ellos mismos identifiquen brechas donde la innovación de alguna respuesta. Hemos visto ya casos muy destacados en la región de Maule, así que confiamos en el éxito de programa. De hecho, tiene tantas oportunidades, que los mismos profesores participantes de Savia Lab obtienen la experticia, y un diploma, que los faculta a seguir impulsando la innovación en sus futuros alumnos de estos y otros establecimientos. Así lograremos que los jóvenes comprendan que hay futuro en el campo y no migren a las ciudades. Necesitamos jóvenes en el campo, o si no, este muere. Algo que es vital, porque la pequeña agricultura entrega casi el 80% de los productos alimenticios de los cuales se nutre toda la población. Claro que también nos hemos percatado de que, producto de la pandemia, muchos jóvenes se fueron al campo e impulsaron numerosas iniciativas en el rubro alimentario, especialmente en el sector gastronómico, por lo que están llevado todo su conocimiento del mercado, para orientar al sector agrícola respecto de las nuevas tendencias de consumo de alimentos orgánicos, vegetarianos o sustentables. Este positivo traspaso de información entre jóvenes emprendedores de origen urbano y pequeña agricultura, también nos hace mirar con optimismo el futuro. - ¿Cómo podrían decir que cumplieron su misión al cabo de este periodo? ¿Con qué parámetros se podría medir ese objetivo? En primer lugar, que transfiramos a la pequeña agricultura toda la innovación necesaria para que enfrente el cambio climático, el estrés hídrico y la producción sustentable; y que a partir de ello cambiemos esa percepción de que FIA solo financia proyectos de elite. Luego, que tengamos el programa Agrocopinoa consolidado y ya beneficiando a las 130 cooperativas agrarias de nuestro país, para que todas tengan planes de negocios donde incorporen la mirada de I+D+i y su respectivo componente de TIC. Todo ello coordinando exitosamente, además, el trabajo tripartito de los ministerios de Agricultura, Ciencias y Tecnología, y Economía. En paralelo, que se vea un resultado positivo del programa de apoyo a la juventud rural, alcanzando un gran porcentaje medible de efecto innovador en su educación, que se refleje en el desarrollo concreto de emprendimientos rurales. Además, necesitamos que las mujeres del campo adopten masivamente la innovación y la apliquen en su trabajo diario de producción o artesanía, desarrollando emprendimientos exitosos que les permitan salir adelante por sí solas. Finalmente, también tenemos como objetivo impulsar el desarrollo de las comunidades indígenas. Hoy FIA hace mucho trabajo con ellas, y quisiera que al final de esta administración, rindamos cuentas positivas de este trabajo particular en innovación. GALERÍA
OTRAS ENTREVISTAS“En 2025, las Exportaciones del Sector Agroalimentariodeberían Superar los US$ 30 Mil Millones”Entrevista publicada en edición impresa número 142 / agosto de 2023El director general de ProChile, asume con entusiasmo el desafío de “diversificar la matriz exportadora alimentaria”, abriendo más espacios a pymes y emprendedores que ofrezcan productos disruptivos, sustentables y tecnológicamente competitivos en los diversos mercados foco. ![]() romover los bienes, productos y servicios chilenos en los diversos mercados internacionales, desde el cargo de Director General de ProChile, no es, en absoluto, una tarea desconocida para el abogado y experto en relaciones económicas internacionales Ignacio Fernández Ruiz. De hecho, su experticia en este ámbito es muy extensa. Entre 1997 y 2008 se desempeñó en la antigua Dirección General de Relaciones Económicas Internacionales, DIRECON (actual subsecretaría de Relaciones Económicas Internacionales), del ministerio de Relaciones Exteriores. Primero fue abogado del departamento de Inversiones y Servicios; y luego, entre 2005 y 2008, asumió como Jefe de la Unidad Internacional del Departamento Jurídico. En este último cargo fue el abogado jefe de la delegación que negoció los Tratados de Libre Comercio (TLC) con Australia y Japón; mientras que anteriormente participó en los equipos que negociaron los TLC con la Unión Europea y Estados Unidos. Asimismo, fue Jefe de la delegación de Chile en las negociaciones de servicios con la Organización Mundial del Comercio (OMC), en el Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA) y en el Foro de Cooperación Económica del Asia Pacífico (APEC). También conoce en profundidad el trabajo de ProChile, pues entre 2008 y 2021 se desempeñó en dicha institución. Primero como Director Comercial en Colombia, luego como Subdirector Nacional y finalmente como Director Comercial en el Reino Unido. Esta experiencia y conocimiento de los mercados internacionales, sumada a su profunda capacidad para identificar las complejas variables que hoy interactúan en el contexto comercial global, le permiten a Fernández reconocer todas las amenazas y oportunidades existentes para los productos chilenos, especialmente en el cada vez más complejo y competitivo sector agroalimentario. Un frente que exige a los exportadores nacionales redoblar constantemente sus esfuerzos para cubrir las necesidades de una población que crece exponencialmente, pero que también les impone el reto de ser más creativos y disruptivos, para así conquistar las preferencias de un consumidor que hoy no solo exige alimentos inocuos y seguros, sino también saludables, eficientes y sustentables. - ¿Qué significó para usted asumir un cargo tan complejo y trascendente para el posicionamiento internacional de nuestro país, como la dirección general de ProChile? Es un gran desafío que me tiene muy contento. ProChile es una institución muy importante para el desarrollo económico y social del país. Las exportaciones significan un 36% del PIB, con más de 7.700 empresas exportadoras que generan el 25,1% de los empleos ligados al comercio exterior. Son cifras que hablan del dinamismo del sector exportador y de la responsabilidad que tenemos en ProChile en la reactivación de la economía nacional. Pero si hacemos un doble clic en las cifras, hay áreas en las que debemos poner atención para focalizar nuestro trabajo y también los recursos con los que contamos. Y es ahí donde está el principal desafío de mi gestión. - ¿Cuáles son los principales lineamientos de trabajo con que actualmente ProChile aporta al desarrollo de los mercados de exportación para el sector agroalimentario nacional? En ProChile hemos definido como estratégico el trabajo con las Pymes. Pondremos el acento en trabajar con este segmento, que hoy constituye el 42,2% de las empresas exportadoras nacionales y aporta 49 mil empleos, pero solo representa el 3,7% del valor exportado por el país. Nuestra meta es trabajar con 200 empresas más (en 2023), y llegar a trabajar con 1.400 en un horizonte de 3 años. Asimismo, queremos apoyar a las empresas chilenas para que diversifiquen sus mercados, dentro de lo cual América Latina es muy relevante como destino natural de las pymes chilenas. Sabemos que las empresas que trabajan con ProChile exportan a más mercados que las que no lo hacen. Buscaremos a las empresas intermitentes o incipientes, a quienes realizaremos diagnósticos para comenzar el proceso de acompañamiento y diseño de programas conjuntos. Buscamos que al menos 123 empresas logren exportar en forma continua en 2023, y para el resto se trabajará en un plan para los próximos tres años. Alineados con la política de gobierno de expandir la base y matriz exportadora del país queremos buscar a los proveedores de bienes y servicios de industrias consolidadas como las de agroalimentos. Estos proveedores nos han permitido ser líderes a nivel mundial, como el caso de la fruta fresca, los vinos, el sector acuícola, etc. En torno a estas industrias hay cientos de pymes con alto nivel que proveen de bienes y servicios claves para su proceso de exportación: por ejemplo, las cerezas llegan intactas a china, a través de packaging con tecnología provista por una empresa proveedora del agro. Queremos salir a buscar a esas empresas para incentivarlas a exportar. También queremos que exporten aquellos que entregan soluciones innovadoras incrementales (mejoran procesos existentes) y disruptivas (procesos que traen cambios radicales) que los hacen competitivos, y que, en definitiva, aportarán a la sofisticación de la matriz exportadora. Asimismo, continuaremos trabajando muy de la mano con grandes sectores exportadores y sus organizaciones gremiales relacionadas. Queremos seguir fortaleciendo y consolidar lo logrado por muchos de estos sectores, que han abierto la puerta del mundo para cientos de pequeñas empresas, inspirándolas a llegar lejos. En el caso de la industria agroalimentaria chilena, que fue una de las primeras en salir al mundo y de poner el nombre de Chile en boca de los consumidores, estamos trabajando juntos para apoyarles a alcanzar el desafío que la industria se ha trazado, de superar los US$ 30 mil millones en exportaciones a 2025. En 2022 las exportaciones de esta industria superaron los US$ 20 mil millones. - ¿Cómo ha avanzado la coordinación con otras entidades, incluyendo a otros ministerios y asociaciones gremiales, por ejemplo? Tenemos una muy buena relación con el Ministerio de Agricultura, con quienes trabajamos directamente para la promoción de las exportaciones a través del Fondo Silvoagropecuario. De hecho, acabamos de lanzar un concurso extraordinario para ir en ayuda de las viñas afectadas por los incendios de Ñuble, Biobío y La Araucanía, donde viajamos con la Subsecretaria a Chillán. Además, trabajamos con Transforma Alimentos de Corfo, para reforzar una estrategia de posicionamiento internacional de nuestra innovación alimentaria. Asimismo, nuestra relación con los distintos gremios de alimentos es muy buena. Apenas asumí, participé en el Consejo Exportador de Alimentos, donde están las industrias con quienes trabajamos. MÚLTIPLES ACTIVIDADES- ¿Qué actividades específicas realizan, en términos de relacionamiento? ¿Cuáles son hoy los grandes mercados objetivo y en qué nuevas zonas podemos aspirar a logar posicionamiento competitivo? Asia sigue siendo una región muy relevante para nuestros envíos de alimentos. De hecho, este año nuevamente realizaremos el Chile Week China, que tiene un importante foco en la industria y en la promoción de productos como frutas frescas, vinos y carnes, entre otros. Uno de los planes más importantes para este año es el “Plan India”, donde buscamos dar a conocer a nuestro país y las oportunidades que presenta este mercado, sobre todo para la industria agroalimentaria nacional. India es un mercado muy relevante porque se alza como la 3° economía más grande del mundo en términos de consumo, y se proyecta que para 2040 supere a Estados Unidos, convirtiéndose en la segunda economía en términos de paridad de poder adquisitivo 2023 será el punto de inflexión de una estrategia que busca mostrar a Chile como un aliado clave para India ya que, gracias a nuestro posicionamiento en la región, actuamos como puerta de entrada a miles de bienes y servicios de Latinoamérica, los cuales son parte de un complejo encadenamiento de producción. Nuestra oficinas comerciales en ese país, ubicadas en Nueva Delhi y en Mumbai, han hecho una gran labor relevando, sobre todo, la industria agroalimentaria (vinos, fruta fresca, frutos secos y deshidratados, y productos del mar). En este sentido, una de las actividades más importantes que hemos tenido fue un viaje público-privado de ProChile y SOFOFA a India, realizado entre el 19 y el 23 de junio, que contempló una agenda de reuniones de exploración de oportunidades y fortalecimiento de la relación bilateral, con el fin de potenciar los productos que se encuentran actualmente en el mercado, a la vez que se pavimentó el camino para oportunidades que se podrían generar en el futuro, fruto de la ampliación de nuestro acuerdo. Para este año también hemos planificado diversas actividades como campañas sectoriales de fruta fresca (kiwi) y nueces; misiones de prospección de empresas al mercado, y una misión empresarial de la zona norte que visitara la feria Aanapurna /Anufood organizada por ProChile para 24 empresas. Igualmente seguiremos trabajando en los mercados más tradicionales para nuestra oferta agroalimentaria. De hecho, en octubre realizaremos un encuentro de negocios para el agro en Brasil, donde esperamos generar una gran rueda de negocios presencial. Además, realizamos recientemente el Encuentro Chile-México, que tuvo un alto componente agroalimentario y promovimos la innovación alimentaria en ese país. Participaron 40 empresas chilenas y más de 100 importadores mexicanos. Este año, también, ya hemos participado y seguiremos participando en las ferias internacionales de alimentos. En total son 12 enfocadas en el sector. Ya estuvimos en Seafood Expo Global y Seafood Expo North America, Vinexpo París, Fruit Logística, Prowein y Apas en Brasil, y seguiremos con Biofach en Brasil, Apimondia Chile, que será el gran encuentro mundial de la miel, Expo Agrofuturo en Colombia, Conxemar en España, Anuga Alemania y cerraremos el año con China Fisheries and Seafood Expo en China. - ¿Nuestro país también será anfitrión de encuentros exportadores de alto nivel? Por supuesto, entre el 5 y 6 de junio realizamos Enexpro alimentos, que es la gran rueda de negocios del sector, y que este año tuvo como invitados especiales a empresarios indios. Tuvimos más de 200 exportadores inscritos y participaron 22 importadores de 10 mercados y cinco Directores Comerciales de ProChile: Nueva York, Sao Paulo, Guatemala, Nueva Delhi y Hamburgo. El foco estuvo puesto en empresas exportadoras que destaquen en las áreas de alimentos innovadores de alto valor agregado, que releven el origen como elemento diferenciador, con producción sostenible, énfasis en la certificación, economía circular, manejo de residuos y optimización de recursos, y que además sean competitivos en los mercados foco a través del uso e implementación tecnológica en sus métodos de producción. - ¿Qué impacto tiene, precisamente, la innovación para avanzar hacia el desarrollo de nuevas propuestas que robustezcan el comercio exterior de Chile en materia de alimentos? La industria chilena de alimentos está en constante adaptación y crecimiento, según las exigencias de los consumidores en el mundo, con fuerte innovación, visión de futuro y tecnología en los procesos de cultivo, producción y elaboración, que se suman a una moderna infraestructura y logística de exportación. El foco está puesto en contribuir al cuidado de la salud y bienestar de las personas, aspectos de fuerte preocupación en todo el mundo. La industria de los alimentos ha tenido grandes avances científicos y tecnológicos en los últimos años, lo que le ha agregado valor a los productos. Y en este sentido, la innovación en la producción de alimentos es uno de los factores claves para la industria, ya que se fortalecen tendencias de consumo, tales como la preferencia por alimentos “libres de”, con aditivos especializados, fortificados, con ingredientes funcionales, suplementos alimenticios, etc. Y Chile está desarrollando una nueva oferta que cumple con esas demandas. En ProChile estamos apostando fuertemente a apoyar la internacionalización de emprendedores que presenten productos o soluciones con niveles sobresalientes de innovación, que tengan alto valor agregado y permitan a nuestro país diferenciar su oferta exportable y hacerlo más competitivo a nivel internacional. - ¿Qué papel juega o puede jugar el comercio electrónico en esta fase? ¿Estamos preparados para aprovechar los nuevos canales online, o es necesario brindar más apoyo, herramientas, perfeccionamiento y acceso a la tecnología, para que los emprendedores y exportadores nacionales sean más competitivos en este segmento específico? No cabe duda de que los canales digitales se han convertido en una gran oportunidad de crecimiento para las empresas, sobre todo para las Pymes, y en un importante motor para las exportaciones. Nuestra estrategia ha sido brindar un apoyo integral para penetrar, posicionar y desarrollar a los exportadores de bienes, servicios y contenidos digitales en los principales marketplaces internacionales, de los mercados prioritarios. Sabemos que los últimos años han planteado dificultades antes no transitadas por nuestros emprendedores. Sin embargo, creemos que el talento y la resiliencia de nuestras empresas son características valoradas, que nos permiten abrir espacios y proyectarnos en los mercados globales, más allá de los riesgos inherentes del proceso de exportación. ProChile está presente en este ecosistema para apoyarlos. El trabajo que realiza nuestra institución es posible gracias a las alianzas y sinergias alcanzadas entre el sector público y privado. Nos mueve contribuir al crecimiento del país, a través de la internacionalización de la innovación, del crecimiento internacional de la investigación y desarrollo, ejes fundamentales para la competitividad de Chile y la reactivación económica. Durante 2023, capacitaremos a un grupo de empresas buscando que sean autónomas en su proceso de ingreso y mantención en los Marketplace internacionales. Adicionalmente, se incorpora un programa de crossborder, formato de exportación accesible para microempresas y de rápida ejecución, que ya fue testeado en 2022; y una serie de coaching que entregarán asesoría integral y personalizada. - ¿Qué eventos específicos están hoy dentro del calendario de actividades durante el segundo semestre? Queremos destacar nuestra participación en ferias internacionales. Una de las más importantes es Apimondia que se realiza este año en Chile y donde hemos trabajado fuertemente con el sector apícola para que sea un gran evento internacional. Asimismo, estaremos en ANUGA en Alemania, que es una de las ferias de alimentos más importantes del mundo. Se realiza en la ciudad de Colonia y ahí se dan cita las últimas tendencias de la alimentación mundial, además de la industria productora y proveedora. Para productos del mar participaremos en Conxemar, España, especializada en productos del mar congelados; y en Fisheries and Seafood, que es una de las más importantes en China. Además, en octubre tendremos un encuentro de negocios totalmente enfocado en alimentos, que se hará en Sao Paulo Brasil. Estamos trabajando en el formato que tendrá este evento, pero será muy importante. Además, Brasil es nuestro primer destino en Latinoamérica para nuestros alimentos y el 4to a nivel mundial. En el mismo mes, realizaremos la octava versión de Chile Week China, evento que tiene diversos focos, pero donde uno de los más importantes es alimentos. Es una semana en la que Chile refuerza sus relaciones con el gigante asiático a través de actividades como seminarios, cenas, degustaciones, visitas a terrenos, ruedas de negocios, etc. Para la versión 2023 aún no hemos definido todo lo que realizaremos, pero lo importante es que retomaremos el formato presencial. Los últimos años y producto de la pandemia, hemos hecho un formato híbrido, que de todas maneras ha sido muy exitoso. - ¿Estas actividades consideran también una mayor convocatoria hacia emprendedores y productores no tradicionales, por ejemplo? La idea es que contemos con oferta tradicional, pero también con aquella de emprendedores que podríamos considerar no tradicionales, como la innovación alimentaria. Nuestro foco, y alineados con los ejes del gobierno es que aumentemos la matriz exportadora nacional, por ende, queremos convocar a todas las empresas que cuenten con una oferta exportable y quieran salir con sus productos al mundo. GALERÍA
OTRAS ENTREVISTAS“Si Queremos Seguir Siendouna Potencia Alimentaria,Debemos Fortalecer laInversión en I+D”Entrevista publicada en edición impresa número 139 / febrero de 2023La Dra. en Alimentación y Medio Ambiente, llama a tomar decisiones que impulsen la cooperación intersectorial e interinstitucional, para que la pequeña agricultura disponga de herramientas tecnológicas que le permitan ser agente activo en la producción de alimentos seguros, inocuos y sustentables. ![]() l sector agropecuario mundial enfrenta el crucial desafío de optimizar la producción eficiente, segura, inocua, segura y sustentable de alimentos, enfrentando, al mismo tiempo, un complejo escenario de estrés hídrico y climático que no tiene paralelo en la historia reciente. Más aún, debe poner énfasis en el desarrollo de sistemas productivos que reduzcan la emisión de Gases de Efecto Invernadero (GEI) y el alto impacto que se genera en los suelos de cultivo, que hoy se presentan cada vez más alterados y peligrosamente al borde de su agotamiento. Desafíos que hoy se viven con más fuerza que nunca en Chile, y que Iris Lobos, directora nacional del Instituto de Investigaciones Agropecuarias, INIA, recalcó a cada uno de sus colaboradores, luego de asumir dicho cargo en marzo de 2022. Un nombramiento que reconoció la trayectoria y experticia técnica de esta Dra. en Alimentación y Medio Ambiente, y que no solo le permitió convertirse en la primer mujer que asume dicho cargo, en los 58 años de existencia de INIA, sino que además le brinda la oportunidad de liderar un paso evolutivo fundamental de su historia. Hito enmarcado en el reconocimiento hecho por el ministerio de Ciencias, Tecnología, Conocimiento e Innovación, cuya titular anterior titular, Silvia Díaz Acosta, aseguró durante su presentación en el reciente seminario Agrifood Tech 2023, que “esperamos relacionarnos mucho más con INIA para avanzar en sus objetivos de investigación científica y transferencia tecnológica con el sector agroalimentario”. Todo enmarcado dentro de una nueva estrategia de inversión en I+D+i, para optimizar la sustentabilidad, seguridad, inocuidad y eficiencia de la producción nacional de alimentos. Tarea que en, palabras de Iris Lobos, es al mismo tiempo una “gran responsabilidad y un orgullo”, porque implica reconocer el valor de la experticia y experiencia institucional, como eslabón fundamental de la nueva cadena de I+D+i que catapultará al sector agropecuario hacia una nueva dimensión de eficiencia, soberanía, seguridad, inocuidad y, por cierto, sustentabilidad. - ¿Qué significó para usted asumir y luego liderar un trabajo tan trascendente, complejo y especializado como el que conlleva ser directora nacional de INIA? Fue un honor y una gran responsabilidad ser nombrada, no solo por ser la primera mujer entre los directores nacionales, sino porque además la gente espera mucho de uno, que todo funcione más rápido y seamos más ejecutivos. Pero en general ha sido una linda experiencia, porque siento que los 960 trabajadores me apoyan y eso ha hecho que el trabajo sea, dentro de todo, más fácil. A su vez, cuando asumí le recalqué a mi equipo cuáles iban a ser las prioridades, las cuales tienen que ver con ir avanzado hacia la paridad, porque en general el I+D+i en Chile, y en el mundo, es de pocas mujeres. Y en cuanto llegué decidí que hubiera paridad entre los 10 directores regionales, así que actualmente hay cinco mujeres y cinco hombres. Eso significa que también hay muchos centros regionales que por primera vez tienen una mujer como directora. Además, estamos enfocados en ir potenciando el trabajo técnico de nuestros equipos en paralelo, y todo eso la gente lo ha valorado muy bien. - Dentro de este trabajo tan especializado que realiza INIA para impulsar la innovación en un sector complejo de por sí, como el agropecuario, ¿Cuáles son actualmente los principales desafíos que deben enfrentar como institución? Bueno, como país tenemos que aumentar la cantidad de alimentos en menos superficie cultivable y tenemos un cambio climático y una crisis hídrica que ya están aquí. Esos son los principales desafíos de los cuales tenemos que hacernos cargo, que además se relacionan con la forma cómo resguardamos y protegemos nuestro patrimonio alimentario, porque la crisis hídrica, el cambio climático, y la necesidad de producir más alimentos, de una u otra manera, afectan nuestro patrimonio alimentario. Lo positivo es que INIA ya había empezado a trabajar esas situaciones, así que estábamos preparados. Tenemos trabajo hecho, por ejemplo, en el desarrollo de variedades adaptadas a la crisis hídrica, y otras que usan menos plaguicidas, pensando en una agricultura sostenible. Pero tenemos que seguir avanzando siempre, porque también tenemos hoy otros desafíos grandes que tienen que ver con cómo evitamos el éxodo rural y cómo hacemos que la gente quiera seguir produciendo. En ese sentido, en nuestro primer año al frente de INIA hemos fortalecido de manera concreta los vínculos con INDAP, por ejemplo, para generar programas de largo aliento en los cuales podamos trabajar con la agricultura familiar campesina, con especial foco en mujeres y jóvenes. No olvidemos que la agricultura familiar campesina produce casi el 80% de lo que comemos, entonces tenemos que apoyarla para que vaya también adaptándose a la crisis hídrica y al cambio climático, desde el punto de vista tecnológico, porque si no los capacitamos, si no les entregamos las herramientas tecnológicas, no pueden ser competitivos y al final eso va en su desmedro. - ¿Hay conciencia en el sector, sobre todo en la Agricultura Familiar Campesina, de que el cambio ya está presente y hay que trabajar ya no para prevenirlo, sino para enfrentarlo o mitigarlo? Creo que a nivel de la pequeña agricultura sí hay consciencia. Ellos entienden que esto ya cambió y no producen como antes. El problema es que también tenemos que entregarles herramientas para que puedan hacer el cambio. Por mucho que tengamos variedades adaptadas o tecnologías, también debemos ser capaces de entregárselas a los agricultores, porque ellos ya saben que no pueden seguir trabajando como lo han hecho hasta ahora, porque hay menos agua. En INIA, por ejemplo, estamos produciendo un arroz climáticamente inteligente que se riega como si fuera otro cultivo y no bajo inundación, por lo que requiere 50% menos de agua. El desafío ahora es que nosotros convenzamos y a la vez le hagamos llegar este tipo de tecnologías al pequeño agricultor. - ¿Existen los procesos o procedimientos para traspasar, efectivamente, estas tecnologías al pequeño agricultor? También se ha avanzado en esto. Aunque aquí quiero reconocer la visión del actual ministerio de Agricultura, porque nos ha unido a todos, como servicios, y ya no estamos cada uno trabajando en forma separada, lo que antes solía confundir al agricultor. En este período hemos ido subsanando esa falencia y prueba de ello es, por ejemplo, que hoy tenemos programas a largo plazo en conjunto con INDAP, en los cuales vamos a entregar a los agricultores estas nuevas herramientas con las que contamos para enfrentar este escenario de cambio climático. - Si bien existe consenso respecto de que la innovación es fundamental para adaptarse a este escenario, ¿Qué papel juega efectivamente? La innovación es un pilar fundamental, pero por sí sola tampoco es la respuesta. Esto implica que tenemos que intensificar la comunicación y cooperación entre todos los sectores para impulsar un trabajo conjunto. El gobierno del presidente Gabriel Boric lo está haciendo en forma concreta, a través del ministerio de Agricultura, porque en su programa se establece el aumento de los fondos destinados a I+D, porque entendemos que es la forma de avanzar a una agricultura más sostenible. Pero esto implica reunirnos tanto con el sector privado y público, para lograr que este pack tecnológico reamente llegue a toda la agricultura, no solamente a los pequeños, sino que también al mediano y al grande también. Vamos a hacer innovación, sí, pero la innovación por sí sola no basta. Hay que incorporar generación de redes y trabajo público-privado, más el aporte de la academia. Hay que dejar de la lado la idea de que cada área es una isla, porque claramente eso ya no funciona. - ¿Hemos logrado ir eliminando las islas, estamos siendo más integrales y actuando más conjunta y cooperativamente? Sí, como país diría que hemos avanzado bastante y eso lo prueba, por ejemplo, el reciente Catálogo de Innovación Alimentaria del programa Transforma Alimentos, que en 2022 seleccionó 50 productos innovadores. En el caso particular de INIA, dejamos atrás la visión de ser una institución que solamente pertenecía a la agronomía, y apostamos por abrirnos a otras áreas del conocimiento, como alimentación. En los últimos 10 años hemos fortalecido esta perspectiva y ello nos ha permitido avanzar, por ejemplo, en el rescate y valorización de nuevas materias primas, en la obtención de sellos de origen, el desarrollo de envases inteligentes, en nuevos sistemas de pos cosecha, y la extensión de la vida útil de nuestros productos de exportación. Es decir, en estos últimos diez años INIA ha tenido un avance considerable en innovación para la industria alimentaria. Como ejemplos, podemos mencionar la certificación de la denominación de origen del aceite de oliva de Huasco y de los corderos de Chiloé; y el trabajo para desarrollar nuevas materias primas naturales, como por ejemplo, extracto de zanahorias para colorantes naturales. - ¿Se consideran, entonces, una institución bisagra dentro de esta estrategia? Sí, porque además lo que nos diferencia también de otras instituciones es que trabajamos directamente con los agricultores, medianos, pequeños y grandes. Entonces, muchas veces ellos traen una idea o un problema, y en conjunto vamos desarrollando la solución. Eso también es muy potente a nivel de territorio y por eso hoy tenemos presencia en 10 regiones, porque claramente las regiones del norte no tienen las mismas características o problemas que las del sur. Eso nos permite entregar acompañamiento específico para cada territorio. - Tradicionalmente Chile se ha definido como potencia alimentaria, ¿Podemos mantener ese sitial, considerando el actual estado de emergencia climática y estrés hídrico? Hay cosas que tenemos que mejorar y aprender, porque, como nos sucede con los incendios forestales, somos reactivos y cuando pasan las emergencias nos olvidamos de ellas hasta que suceden otra vez. Lo mismo nos acontece, muchas veces, con plagas o sequías. Yo creo que Chile puede seguir siendo potencia alimentaria, pero estamos en un punto de inflexión en que si no tomamos decisiones concretas y no trabajamos, vamos a perder ese sitial. Estamos en el momento de plantearnos las siguientes interrogantes: ¿vamos a seguir siendo potencia alimentaria?, ¿vamos a trabajar conjuntamente para mantenernos así o vamos a dejar que esto se diluya? Y esa es una decisión de Estado, que como ministerio de Agricultura y en el caso específico de INIA, hemos tratado de mantener. Estamos aportando y apoyando, pero no se requiere solo de un sector, como decía anteriormente. Si no nos unimos los entes públicos y privados, es muy difícil mantenernos como potencia alimentaria. En agricultura es lo mismo que en otras áreas, si no hacemos un manejo integral de la crisis, si no vamos bajando la carga de plaguicidas, si no vamos dejando especies adaptadas, va a llegar un momento en que el suelo nos dirá: “basta, no podemos más y no se produce más”. Entonces, reitero, estamos en un punto de inflexión donde tenemos que decidir como país, ¿vamos a enfrentar esta situación, para seguir siendo potencia alimentaria? - ¿Quiénes están más al debe en este esfuerzo?, ¿Hay sectores que les falta dar más pasos para igualar el ritmo de avance de otros? Es una situación compleja en general, porque hoy la agricultura es el tercer rubro que menos invierte en I+D, y si no invertimos es muy difícil que podamos avanzar hacia objetivos tales como tener especies adaptadas, mejorar el manejo de protocolos o reducir el uso de plaguicidas. Por eso valoro que el gobierno del presidente Garniel Boric haya incluido esto en su programa. Porque no podemos seguir con una I+D basada en proyectos que solo duran 24 o 36 meses. Por ejemplo, si queremos desarrollar un programa de mejoramiento genético de especies, podríamos tardar hasta diez años. Tal vez puedan ser 5 o 7 años, con el uso de nuevas tecnologías, pero no menos que eso. Entonces, si el país no invierte en I+D es muy difícil alcanzar las metas que queremos, así que una vez que el Estado, los gobiernos y las empresas vayan entendiendo que invertir en I+D es la solución, vamos a ir avanzando más sostenidamente. - ¿No resulta paradójico que el sector tenga tan poca inversión en I+D si debemos producir más alimentos para una población en constante crecimiento, dentro de un contexto de cambio climático y estrés hídrico? ¿Estamos viendo, entonces, solo un discurso que no se cumple? Era hasta hace poco, un discurso que no se cumplía hasta ahora, porque como país no entendíamos el rol que tenía el I+D, pero estoy convencida de que esto ha ido cambiando. Al respecto, como INIA hemos recibido ciertas señales positivas, a partir de los programas estratégicos que realizamos con INDAP y de las propuestas que nos ha planteado el ministerio de Ciencias, para aportar en el desarrollo de programas más largos. Son buenas señales, pero aún no es suficiente, aunque al menos siento nos indican que vamos por el camino correcto. Y de verdad espero que Chile siga así siempre, y esto sea el preludio de una auténtica política pública de I+D. IMPULSO A LA PEQUEÑA AGRICULTURA- Hace muy poco la ministra de ciencias destacó en un seminario que INIA, precisamente juega un papel muy importante para potenciar la innovación alimentaria, ¿se sienten preparados para cumplir ese desafío? Como institución, la confianza que ha depositado en nosotros el ministerio de Ciencias, nos enorgullece, pero también nos plantea el desafío de demostrar el valor de todo el trabajo que hemos hecho en nuestros 58 años de historia. Es una gran presión, pero confiamos en que vamos a lograrlo, porque, como lo ha dicho la ministra, si esto funciona y nosotros damos respuestas positivas, será el primer paso de financiamiento basal para I+D. Estamos en la gran posición de jugarnos el todo o nada, a ganador, porque confiamos en nuestra experiencia y trabajo. - ¿Qué aspectos específicos esperan trabajar gracias a este impulso recibido de parte del ministerio de Ciencias? ¿Hay algún área prioritaria? Aún lo estamos definiendo con el ministerio, pero se relaciona en general con la seguridad y soberanía alimentarias, además de crisis hídrica y cambio climático, que son los temas que debemos abordar de inmediato. En eso está implícito todo lo relacionado con el desarrollo de una agricultura sostenible, es decir, de qué forma vamos a ir ocupar menos plaguicidas, menos químicos y menos recursos, por ejemplo. Durante febrero y marzo definiremos las tareas específicas, es decir, qué es lo que el ministerio de Ciencias quiere, y qué es lo que INIA ya puede desarrollar, o dónde falta más profundización. Implica, precisamente, definir de qué forma seguimos siendo una potencia alimentaria, haciéndonos cargo de los problemas ya expuestos, y evaluar cómo podemos aportar, con el I+D que ya hemos desarrollado, y lo que falta por desarrollar. - ¿Esperan sumar más actores dentro de esta estrategia de I+D, tanto dentro del mismo sector agropecuario como entre las empresas alimentarias? En esta primera fase vamos a trabajar con nuestras capacidades, y en esto quiero agradecer la visión de la ministra de Ciencias, quien prefirió potenciar lo ya existente en lugar de crear una institución nueva, para así avanzar más rápido en tareas específicas, como por ejemplo, la generación de nuevas variedades de cultivo ya adaptadas al estrés hídrico que INIA ya tiene. Por eso tengo la confianza de que vamos a avanzar para posteriormente sumar nuevos conocimientos a los nuestros, para así lograr alianzas y sinergias mejores a futuro. - ¿Se han trazado ya objetivos específicos y cuantificables? En parte son algunos de los que ya teníamos como INIA y que se relacionan con avanzar en digitalización y prevenir escenarios de contingencia, entre otros. Por ejemplo, tenemos sistemas de alerta temprana que podemos orientar al reconocimiento de emergencias agrícolas en alguna región; también podemos desarrollar bio insumos y controladores biológicos accesibles para la pequeña agricultura; y escalar la investigación a todos los sectores de la agricultura. Todos estos objetivos específicos debieran orientarse a la agroecología, para cuantificarla desde la perspectiva del I+D, poniéndole valores duros y avanzando hacia la consolidación de una agroindustria sostenible. - Entre todas las acciones innovadoras recientes, sin embargo, para haber algo de dispersión, ¿ustedes aspiran a ser un ente aglutinador de todos estos esfuerzos? Como INIA nuestro principal esfuerzo es apoyar la obtención de sellos de origen para los emprendedores, porque queremos que les ayude a diferenciar la calidad de sus productos, asociándolos a un territorio determinado. Esto les da un gran valor agregado, que siempre pasa además por componentes nutracéuticos, lo que es muy apreciado por los consumidores. Hemos avanzado bastante al respecto, aunque aún tenemos un gran mundo por explorar. - ¿Es esta la mejor estrategia para consolidar una industria agroalimentaria segura, inocua y sostenible? Todo esos conceptos están contemplados dentro de un sello de origen, porque con él se evita, por ejemplo, tener que criar o trasladar animales de un lugar a otro. Con eso se reduce la huella de carbono, se potencia un territorio, y se crea valor a partir de un esfuerzo que además se orienta a producir más en forma eficiente y menos dañina con el ambiente. - ¿Y qué esperan de los próximos tres años, para decir que la misión está cumplida? Durante este período me propuse dos grandes reformas; primero, optimizar la experticia y especialización de nuestra institución y su gente. Para ello creamos la subdirección de Gestión de Personas, porque necesitamos colaboradores capacitados. La otra reforma es dar mayor importancia a la extensión y transferencia tecnológica, por medio de la subdirección de I+D y Transferencia. Hoy estamos muy comprometidos en que ambas variables vayan en paralelo para que los agricultores den el siguiente paso y puedan acceder a las tecnologías de INIA. Parte de este esfuerzo es contar con ellas en nuestro propios campos, para que los agricultores vean en terreno su factibilidad y operacionalidad. El último componente en que hemos avanzado es la descentralización, porque necesitamos que los centros regionales sean lo más autónomos posible en su toma de decisiones. Por ejemplo a fines de abril de 2022 independizamos Raihuén Maule, que siempre dependía de Chillán y además estamos gestionando la apertura de un nuevo centro regional en Ururi, Arica. - ¿Y desde un punto de vista más estratégico y de largo plazo, podemos ser un país con una industria agroalimentaria sustentable, segura e inocua? Soy optimista, creo que si vamos potenciando el I+D y si ya fuimos capaces, como ministerio de Agricultura, de conversar y cooperar entre nosotros, también podemos interactuar mejor con otros ministerios, porque el ser potencia alimentaria sostenible no solo depende de Agricultura, tenemos que sumar Economía, Desarrollo Social, Relaciones Exteriores, etc. Es decir, somo un país. Así que creo que cuando dejemos de competir entre un ministerio y otro, vamos a poder avanzar, además tenemos que sumar al sector privado y la academia, porque esto siempre es esfuerzo de todos. GALERÍA
OTRAS ENTREVISTAS“La Industria AlimentariaCreció de Espaldasal Consumidor, y HoyEso Debe Cambiar”Entrevista publicada en edición impresa número 143 / diciembre de 2023El Dr. en Biotecnología, critica la falta de visión innovadora de las grandes compañías del sector, y las urge a implementar más iniciativas I+D+i que respondan con eficiencia, agilidad y sentido ético a los requerimientos de un público que hoy exige más transparencia, trazabilidad, salud y compromiso medioambiental. ![]() i se hiciera una encuesta en el ecosistema emprendedor nacional, sobre quiénes son sus máximos referentes, sin duda alguna que el doctor en Biotecnología de la USACH y actual presidente del directorio de Fundación Chile, Pablo Zamora Cantillana, reuniría una gran cantidad de preferencias. No solo por ser uno de los cofundadores de la exitosa Foodtech NotCo, sino también porque su opinión es una de las más valoradas y respetadas, en el ámbito de la investigación, desarrollo e innovación tecnológica. Esa misma experticia y entusiasmo, que lo motivó a ser parte del “fenómeno NotCo”, hoy lo impulsa a ser un auténtico “faro” para las nuevas generaciones de emprendedores, con quienes trabaja tanto en terreno, como dirigiendo los programas y proyectos que impulsa Fundación Chile en todo el país. - ¿Qué diagnóstico macro se puede hacer hoy del gran escenario productivo alimentario nacional? Creo que la industria de alimentos ha intentado, con cierto rezago, ponerse al día en términos tecnológicos y esa incipiente apertura ha permitido que otros actores ingresen en su entorno para tratar de desarrollar nuevas capacidades, productos y servicios. Pero es un escenario complejo, porque esta industria es, desde mi punto de vista, muy tradicionalista. Por lo tanto, cambiar sus sistemas productivos, la “forma cómo nos alimenta”, involucra un costo transaccional muy alto que no está dispuesta a asumir fácilmente. Eso hace que esta industria sea menos innovadora y tenga menos capacidad de reacción frente a las necesidades de los consumidores. - ¿Cuáles son esas necesidades y requerimientos que hoy plantea el consumidor? En primer lugar, transparencia, porque un porcentaje importante de los consumidores está más pendiente de saber que lo que come es, efectivamente, lo que espera comer. En segundo lugar, trazabilidad, pues a la gente le importa el origen de los alimentos que come y cuánto CO2 se generó en su producción. Además, cada vez se toma más conciencia de que es necesario volver un poco a las raíces y por eso los alimentos ultraprocesados están siendo cada vez más dejados de lado, y eso hace que la industria tenga que repensarse de algún modo. Ahí se abren oportunidades de innovación, porque hay una exigencia por parte de los consumidores de más nutrición, transparencia en los procesos y trazabilidad de los ingredientes. Las economías más sofisticadas han estado a la vanguardia en estos temas y hoy cualquier persona puede disponer de información muy fehaciente respecto de cada uno de los productos que consume y sus ingredientes, de donde vienen y si su elaboración está “manchada” por algún antecedente negativo. - ¿Y en qué nivel nos encontramos en este plano, respecto de las economías más avanzadas? Retrasados, pero igual creo que Chile tiene una oportunidad interesante de ponerse a la vanguardia en innovación. En ese sentido, lo que hicimos con NotCo marcó una hoja de ruta respecto de que, con conocimiento propietario y una estrategia distintiva, se pueden conquistar mercados globales, incluso desde un país pequeño como el nuestro. Por lo tanto hay que crear nuevas industrias que sean capaces de generar estos cambios a nivel planetario, y en ese sentido he visto con cierta gratitud que hay cada vez más compañías que están pensando en este salto global, pero sin descuidar la cadena de valor ambiental. Tenemos compañías que privilegian una agricultura más armónica, sistemas de packaging más amigable, o que trabajan en el desarrollo de alimentos alternativos, entre otros ejemplos. Sin embargo, creo que también debemos superar una de las deficiencias más graves de la producción alimentaria en Chile, y que radica en que los grandes productores todavía no visualizan la necesidad de incorporar más capacidad de investigación científica para desarrollar productos de alta complejidad. Falta innovación real, porque las empresas lanzan productos convencionales o diversifican sus SKU, pero la forma cómo piensan el desarrollo y resonancia que esos productos tienen en los consumidores, no necesariamente es la más propicia. - ¿Superar este “conservadurismo” es una traba demasiado compleja para la gran industria? Es muy difícil decirle a una empresa alimentaria, que ha sido altamente rentable durante los últimos 50 años, que de pronto “debe cambiar para seguir siendo competitiva”, porque aparentemente no tienen motivación para hacerlo. Pero pronto se darán cuenta de que las nuevas tendencias internacionales las empujarán a replantear su negocio, y se darán cuenta de que tienen dos alternativas, o empiezan a perder mercado o efectivamente se repiensan como industria. Hoy ya vemos como crecen más tendencias disruptivas como la nutrición personalizada, los cultivos orgánicos o regenerativos, las cadenas de abastecimiento cortas y el rechazo a los productos ultraprocesados. Al mismo tiempo surgen nuevas corrientes que tensionan el modelo actual de alimentación por el auge de tecnologías emergentes como los productos plant based o cell based. Todo eso nos plantea un escenario donde habrá que generar nutrición de una manera completamente tailor made (a la medida), utilizando herramientas matemáticas o algorítmicas, por ejemplo. Por ende, ya no se trata de que la industria “no se quiera modernizar”, sino que debe hacerlo, pues no podrá subsistir a futuro con el mismo esquema. - ¿La transformación cultural del consumidor contribuye a aumentar esa tensión? Si, porque el mayor volumen de información hace casi impensable producir alimentos poco saludables, que no tendrán el mismo nivel de receptividad. Hace algunos años, cuando comenzamos el trabajo con NotCo mostrábamos en distintos Focus Group la lista de ingredientes de distintos productos tradicionales y las personas apenas podían creer que una simple galleta de soda, por ejemplo, tuviera cerca de 25 ingredientes, incluyendo mercurio y otros componentes dañinos. Hoy, ese modelo de producción que no está pensado para el consumidor, sino para abaratar costos, aumentar la vida útil de la mercadería o disminuir las mermas del productor, es impensable. La industria ha crecido particularmente de espaldas al consumidor, y eso tiene que cambiar. EL TRASCENDENTAL ECOSISTEMA EMPRENDEDOR- ¿Crees que las nuevas generaciones, los jóvenes emprendedores alimentarios darán respuestas más certeras frente a estos cambios necesarios? Sí, de hecho ya lo están haciendo, porque estas compañías nacen como reacción a deficiencias estructurales del sistema. A veces son respuestas con cierto grado de emocionalidad ante problemas existentes de salud o cuidado medioambiental, por ejemplo, pero todas tienen el denominador común de plantear soluciones concretas y efectivas a contingencias que la gran industria no pretende o no desea resolver por si sola. - ¿Chile es entonces hoy un referente en Foodtech y otros emprendimientos similares? Sí, de todas maneras. No todos estos emprendimientos tienen la calidad que demandan los mercados globales, pero sí están haciendo las cosas de manera distintiva y con motivaciones profundas, a pesar de que emprender como Foodtech no es sencillo, porque el mercado es pequeño e involucra inversiones en temas donde los grandes capitales no siempre están dispuestos a jugársela. Incluso muchos de los nuevos emprendedores se aventuran en el mundo de la biotecnología, que es más sofisticado y requiere más preparación. Desde esa perspectiva han impulsado el desarrollo de nuevos alimentos y tenemos ejemplos notables como lo que hace Done Properly, que genera moduladores de sabor a base de hongos; lo que hace Luyef en el campo de la agricultura celular; o lo que realiza Rebel Factory, disponibilizando conocimiento científico para el desarrollo de productos de alta complejidad. Esto es muy valioso, porque las grandes compañías de alimentos no necesariamente tienen la visión, los recursos, el tiempo o las capacidades necesarias y estos innovadores tecnológicos les brindan la oportunidad de contar con un “brazo armado” de investigación y desarrollo avanzado. También destaco el trabajo de “Amarea” que, sin ser una Foodtech propiamente tal, nos introduce el mundo de los snacks saludables a base de algas. Entonces, hay cosas ocurriendo y es notable ver muchos ejemplos de jóvenes profesionales talentosos tratando de empujar un cambio cultural en el I+D+i, aumentando los niveles de proteínas locales, usando legumbres locales, etc. Ejemplos que además generan empatía y fidelidad de consumo, no solo en las nuevas generaciones, sino también en un amplio espectro de público. - ¿Hace falta más apoyo para este ecosistema innovador? Sí, faltan recursos, capital especializado y una colaboración más estrecha entre las startups y las empresas consolidadas, porque la relación hoy no es tan fluida que debería ser. Hay esfuerzos interesantes como los que realizan CeTA y CREAS, entre otras entidades, pero se necesita más respaldo, especialmente en las etapas iniciales de cada proyecto, que son las más complejas. Y creo que también nos falta conocimiento en las áreas de toma de decisiones, porque las grandes empresas no tienen suficientes especialistas que puedan o sepan apostar más fichas en las iniciativas correctas. Ahí también hay un tema que abarca desde la formación de nuevas capacidades directivas hasta el nombramiento de personas más idóneas en los cargos que adjudican los fondos. - ¿Podremos tener mejores herramientas de apoyo, más conciencia de las empresas y más visión estratégica de parte de las autoridades? Se ha avanzado de manera interesante, pero falta camino por recorrer. Es curioso, porque siempre trabajamos para que Chile fuese una “potencia agroalimentaria”, pero hoy ya no basta con decirlo. Hay que invertir más para superar la grave deficiencia estructural en tecnología alimentaria. Además, el cambio climático está afectando con fuerza el desarrollo de cultivos en la zona central, y frente a esa realidad debemos invertir en tecnologías alternativas, como por ejemplo, nuevas plataformas de producción de proteínas, sistemas de cultivo ex situ o agricultura vertical, entre otras opciones. Solo invertir más en investigación nos permitirá estar mejor preparados para enfrentar los embates del cambio climático. El concepto de Chile como “país agroalimentario” no se puede desentender de la agricultura familiar campesina, de la inversión en investigación y del desarrollo de nuevos alimentos. Además, debemos reinventar carreras como agronomía o ingeniería en alimentos, para comprobar si están atendiendo las necesidades del público. - ¿Qué trabajos han hecho en Fundación Chile durante este último tiempo? Actualmente nuestra división de sostenibilidad está apoyando diversas iniciativas orientadas principalmente al mundo acuícola. Contamos, por ejemplo, con un centro de producción en Tongoy que nos ha permitido generar nuevas líneas genéticas y domesticar a la corvina, para repoblar las costas del norte de Chile. Hace poco se liberaron cerca de 35 mil ejemplares jóvenes al mar, para ayudar a la pesca artesanal de la zona. Además, se han llevado a cabo programas de mejoramiento genético de moluscos y para fortalecer la relación entre mar y territorio. Asimismo, estamos trabajando fuertemente en programas de “caletas sustentables”, haciendo transferencia tecnológica y fortaleciendo las capacidades de las comunidades y sus organizaciones de base. También realizamos iniciativas conjuntas con CeTA, en tecnología de los alimentos, y participamos en los directorios de otras entidades relacionadas con desarrollos de genética adaptada a condiciones climáticas nuevas, para el cultivo de carozos y uvas de mesa, entre otras especies frutales. - ¿Y qué proyección puedes hacer respecto de los desafíos que faltan? ¿Crees que pueden cumplirse en el corto plazo? No estamos tan lejos de los objetivos ideales, pero para alcanzarlos primero tienen que ocurrir ciertas cosas, como que las personas tomen aún más conciencia respecto de la importancia de una alimentación saludable, y que sobre dicha base ponderen sus decisiones de compra, ojalá exigiendo más claridad y transparencia. Y si las industrias van a desarrollar nuevos productos procesados, que sea pensando en la nutrición y el bienestar de las personas, y no solo en aumentar la rentabilidad. También sería positivo que todo el sistema sea transversalmente más consciente. Por ejemplo, que no se abuse de la tierra utilizando agroquímicos que disminuyen la biodiversidad biológica del suelo; que no se abuse de los fruticultores o de los productores lácteos, y se le pague un valor justo por sus productos; y en definitiva, que el establishment actúe siempre con justicia y equidad universal. GALERÍA
OTRAS ENTREVISTAS“Los Emprendedoresson Indispensables,para el Desarrollo Sustentablede la Industria Alimentaria”Entrevista publicada en edición impresa número 141 / junio de 2023La directiva, y experta en emprendimiento, destaca la importancia de consolidar más redes de colaboración entre los sectores público-privado y la academia, para así impulsar el crecimiento sostenible del sector, aprovechando el aporte creativo de las diversas startups que hoy coexisten a lo largo del país. ![]() i algo caracteriza a Graciela Urrutia, gerenta del Programa Transforma Alimentos, además de su profundo conocimiento y experticia en la Industria Agroalimentaria nacional, es su entusiasmo por abordar con agilidad y energía creativa los enormes desafíos que hoy enfrenta el sector. Y si bien este camino está plagado de contingencias y situaciones críticas amenazantes, ninguna de ellas parece perturbarla. Más aún, cada vez que se le menciona la complejidad de este escenario, responde con entusiasmo que la “incertidumbre o la volatilidad, son los mejores alicientes para descubrir las oportunidades que hoy tiene el sector alimentario para evolucionar, cultural y tecnológicamente, hacia una nueva dimensión de productividad saludable y sustentable”. - ¿Qué ha significado para usted liderar al equipo técnico que guía, desde Transforma Alimentos, este trascendental camino de innovación? Es un desafío muy complejo, pero estoy feliz de haberlo aceptado, porque en los escenarios de mayor riesgo o incertidumbre es donde surgen las mejores oportunidades, y así lo demuestran actualmente las startup nacionales con su gran cantidad de innovaciones. De hecho, la época de pandemia permitió que la innovación alimentaria tomara más fuerza, porque nos ofreció la oportunidad de conectarnos, de compartir soluciones y resolver problemáticas que hoy son muy relevantes. Y justamente después de la crisis se visibilizó aún más la importancia de los alimentos para la estabilidad de los países, de la sociedad y la salud general. Incluso diría que adquirió más relevancia que nunca. Y si bien hoy enfrentamos un escenario lleno de desafíos e incertidumbre, también tenemos la oportunidad de actuar, lo que nos tiene completamente motivados, no solo a mi en lo personal sino también a todo el equipo de Transforma Alimentos, y a nuestras redes de colaboración institucional, pública, privada y académica. - ¿Sienten que están en el momento más complejo de la crisis? ¿No sienten un poco de temor o de ansiedad, ante la complejidad de las contingencias actuales? Sí, es una situación de alta complejidad, pero tampoco es insalvable. Además, es tan simple como reconocer que tenemos dos caminos de acción: o te deprimes y empiezas a culpar a los demás por tus desgracias, o te haces cargo de la situación y dices, “bueno, ¿Qué puedo hacer? ¿Cómo contribuyo a ser parte de la solución y no parte del problema?” Y ante esta disyuntiva estoy convencida de que hay muchas oportunidades para ser parte de la solución. Y eso incluye conectarnos en red, colaborar multisectorialmente y salir adelante. No debemos olvidar que en el actual escenario, el cambio es lo único permanente, así que debemos acostumbrarnos a convivir con estos cambios, no solo en términos de contingencias sanitarias, sociales o económicas, sino también en término de abordar nuevas formas de producir y comercializar alimentos. Es cierto que hay profundos cambios, pero estoy segura de habrá cambios todavía mayores, y debemos estar preparados para adaptarnos a ellos y aprovechar las oportunidades que nos brinden. - ¿Y cuáles son los principales desafíos que debemos sortear en este escenario de cambios? Bueno, hoy no es un secreto que el sector agroalimentario atraviesa un contexto de crisis climática muy severa, caracterizado por una sequía que viene de hace muchos años. Pero lo positivo es que también existe más conciencia de que los actuales modelos productivos, que dieron buenos resultados en años o décadas anteriores, han generado un fuerte agotamiento de los recursos y, por ende, debemos diseñar y adoptar nuevos sistemas de producción más eficientes. También tenemos que tener claro que hoy ya no se trata solo de satisfacer una mayor demanda de alimentos para una población que crece. También debemos enfrentar cambios profundos en las preferencias de consumidores más conscientes, exigentes y conectados, así como internalizar nuevas regulaciones ambientales o alimentarias. Esto implica que, en materia de innovación, también debemos avanzar hacia escenarios más sostenibles, donde podamos conjugar las dietas saludables con la necesidad de cuidar el planeta, para alcanzar un desarrollo productivo que brinde bienestar social y económico. Lo importante es que como sociedad hemos tomado conciencia de que el actual modelo de producción no es sostenible y que debemos impulsar un nuevo modelo de producción circular. También debemos aceptar que la industria alimentaria es un sistema de múltiples conexiones, donde hay muchos actores, por lo que abordar la solución para estos desafíos implica ver más allá de cuatro paredes y buscar la forma de conectarnos con otros actores, para transformar en forma urgente la manera. El desafío entonces es reconocer conjuntamente todas aquellas variables que puedan ser amenazas y transformarlas en oportunidades. Y eso pasa además por entender que la producción rentable de alimentos debe equilibrarse con el cuidado del medio ambiente. Si queremos participar en esta cadena no podemos generar más impactos negativos en el ecosistema, porque eso al final nos perjudica a todos. - ¿Y es posible seguir posicionando a Chile como potencia alimentaria mundial en un escenario de riesgo que también puede afectar la seguridad alimentaria interna? Es cierto que el actual escenario impacta la seguridad alimentaria global, y que eventualmente esto puede perjudicar al comercio exterior, pero incluso en este contexto diría que el desempeño de Chile ha sido notable en esta materia. Nuestra industria alimentaria de exportación ha mostrado gran nivel de resiliencia y dinamismo y las cifras así lo demuestran. En 2022 las exportaciones agropecuarias alcanzaron cerca de USD 11,300 millones de dólares, incluyendo productos frescos, congelados y procesados, y eso implica un crecimiento superior a 10% respecto del año anterior. Es decir, tuvo una recuperación importante después del impacto pandémico, a pesar de la crisis climática, las contingencias internacionales y los actuales problemas de logística. Además nuestros productos hoy llegan a más de 170 países, y a pesar de nuestra lejanía geográfica ocupamos el numero 25 en el ranking de los principales exportadores a nivel mundial. Además, el Banco Central dijo que las exportaciones de alimentos durante el primer trimestre fueron un 9% superior a las del mismo período de 2022. Es decir, seguimos creciendo y somos reconocidos como un país abierto al mundo, que cuenta con gran oferta y diversidad de productos, que pueden generar un impacto muy positivo y jugar un rol clave en la seguridad alimentaria global. En otras palabras, tenemos una base sólida y consolidada para reconocer nuestras vulnerabilidades, hacernos cargo de ellas y transformarlas también en oportunidades de crecimiento para el sector exportador. - ¿Y qué papel juegan los innovadores dentro de esta estrategia? ¿Son claves para incorporar nuevos desarrollos alimentarios sostenibles y circulares? Claro que sí. De hecho, en los últimos cinco o seis años hemos visto un cambio súper relevante en esta materia, impulsado por el ejemplo de empresas que surgieron en este escenario de crisis y que hoy han alcanzado la categoría de unicornio, con valoración y levantamiento de capital a nivel internacional. Todo eso reimpulsó el despertar de una generación de emprendedores a los que hemos tratado de visibilizar mediante nuestro “Catálogo de Innovación Alimentaria”, del cual ya lanzamos la convocatoria 2024. En esta publicación se reúnen las 50 innovaciones más destacadas del año, tanto en materia de productos como de servicios, las que son evaluadas y seleccionadas por expertos de todo el país. Y a lo largo de estos cuatro años que hemos lanzado la convocatoria a participar de este catálogo, hemos comprobado que en cada una de las iniciativas presentes hay una lectura correcta de las necesidades del consumidor, y que las nuevas generaciones de emprendedores se adaptan a estas nuevas tendencias, con una mirada global que es muy interesante, pues le permite resolver problemáticas muy vigentes como el cuidado de la salud de las personas y la protección del medioambiente. - ¿Sienten que hoy nuestros emprendedores han potenciado su capacidad para responder al desafía del entorno y además posicionarse rápidamente en un sitial competitivo, a nivel local e internacional? Sí, porque todas estas preocupaciones los impulsan a desarrollar iniciativas para mejorar los sistemas de producción y comercialización, incorporando nuevas tecnologías como inteligencia artificial, o mejorando los envases para hacerlos más reciclables. Es decir, hay muchas innovaciones y aunque el 90% de estas nuevas empresas son pequeñas y medianas, y el 50% de ellas tienen menos de cinco años, demuestran que se puede innovar en tiempos difíciles, y además es clave hacerlo para lograr transformaciones necesarias y así contribuir con soluciones que aporten más valor, tanto para el mercado interno como para la exportación. Ahora el desafío es potenciar nuestro rol para asegurar que estas innovaciones logran llegar al mercado y se sumen también al esfuerzo productor interno y exportador. Esto implica trabajar en conjunto con diversas instituciones públicas y privadas que ofrecen instrumentos de apoyo. También implica fortalecer conexiones entre startups y grandes empresas, lo cual ya está ocurriendo en forma creciente, tanto en intercambio de conocimientos como de tecnología. Esas prácticas nos demuestran que estamos en presencia de un ecosistema que madura y es capaz de asegurar mayor participación a todos los actores. Por eso, nuestro rol como Transforma Alimentos, en conjunto con otras instituciones y entidades, es velar porque estos emprendimientos no queden solo en el intento. Para eso los apoyamos y los conectamos con nuevos canales de ventas, potenciales inversionistas y socios. Por ejemplo, hoy apoyamos la interacción entre emprendedores y centros de pilotaje de las universidades, lo que ayuda a dinamizar a todo el ecosistema. - ¿Estamos a la par del mundo industrializado en este tema? Es difícil generalizar, porque encontramos sectores que están más avanzados que otros. A pesar de ello, el Índice Global de Innovación publicado a fines de 2022 nos sitúa en un puesto de liderazgo dentro de Latinoamérica en temas de innovación. A nivel general ocupamos el número 50 entre los 132 países que componente este índice, lo que comprueba que aún hay ciertos rezagos en ciertas temáticas como acceso a Internet y a Tecnologías de la Información, pero en contrapartida somos muy eficientes para implementar rápidamente cambios e innovaciones en áreas críticas como reciclaje, circularidad y uso de envases eco amigables, entre otras. No podemos llegar a la meta de un día para otro, porque los grandes cambios demoran, incluso en los países desarrollados, pero siento que estamos en el camino correcto, y avanzando a la par de la nueva conciencia planetaria. - ¿Qué se necesita para eliminar estos rezagos y nivelar la cancha? En realidad no hay recetas ni soluciones únicas. Sólo se necesita aplicar mirada analítica de largo plazo, para tomar conciencia de las dificultades que enfrentamos y de la necesidad de forjar estrategias conjuntas para todo el sector agroalimentario, que nos permitan contribuir al diagnóstico certero, priorizar acciones, ejecutar tareas, implementar innovaciones, apoyar a los demás y colaborar en red. Es decir, avanzar en acciones coordinadas que tengan impacto real, porque si al final todos hacemos lo mismo, solo lograremos impactos aislados o duplicados. Pero si tenemos esta mirada de avanzar mancomunadamente, asignando roles clave y priorizando tareas, lograremos mejores oportunidades de desarrollo y eso es esencial para avanzar exitosamente. - ¿Y cree que hoy estemos bien encaminados? Permanentemente recibimos señales positivas al respecto, aunque reitero que es un camino de largo plazo, de transformaciones que no ocurren por completo en menos de 20 a 25 años. Por eso, lo importante es comenzar lo antes posible, sumando esfuerzos y abordando todos los temas que no hayamos considerado antes, para así concretar los cambios. - ¿Se sienten satisfechos con el trabajo realizado hasta la fecha? Sin duda hemos avanzado muchísimo, porque además del Catálogo anual hay muchas otras iniciativas de apoyo a la innovación, como el desarrollo de programas y consorcios que se abocan a proyectos y tareas concretos. Hemos apoyado iniciativas en diversas áreas, coordinamos redes interinstitucionales, impulsamos iniciativas en conjunto con el sector privado y la academia, como las plantas de pilotajes, y hemos logrado potenciar proyectos muy interesantes, como nuevas fuentes de proteínas, alimentos resistentes a condiciones climáticas, desarrollo de nuevos embalajes que extienden la vida útil de los productos de exportación y el desarrollo de ingredientes naturales que aprovechen el potencial de nuestras materias primas, etc. También conectamos a emprendedores y startups con el mundo exportador, apoyándolos para la incorporación de tecnologías, o para enfrentar los efectos del cambio climático, entre otras iniciativas. Por ejemplo, hoy tenemos programas que trabajan desde las regiones de Coquimbo a Los Lagos en nuevas variedades de alimentos capaces de resistir el cambio climático, y también hay un consorcio del desierto que, mediante el desarrollo o transferencia de tecnología, logra producir alimentos en la zona más árida del mundo. - Un auténtico esfuerzo multisectorial e interdisciplinario. Por cierto, porque estamos en distintos frentes abordando distintos desafíos, pero no lo hacemos solo nosotros, sino que también lideran este esfuerzo grupos de investigadores, en alianza con las empresas y con apoyo del sector público. Gracias esto, tenemos a la fecha más del 80% del portafolio innovador ejecutado. Hace seis años, hablar de nuevos ingredientes naturales, nuevas fuentes proteicas o de envases inteligentes no eran temas tan comentados, y en cambio hoy son muy conocidos, lo que nos tiene muy satisfechos. Por ello, nuestro próximo desafío es justamente que todo este esfuerzo innovador se incorpore a las regiones con mucha más fuerza. Como país tenemos vocación productiva y diversidad en las regiones. Por ello debemos contribuir para que los nuevos exportadores-innovadores, venzan las distancias geográficas y de desconexión digital, para que se tracen metas más ambiciosas en materia de exportación. Todo ellos cuentan con amplias ofertas de productos que además rescatan lo patrimonial y tienen identidad local, y justamente estamos prontos para potenciar esa oferta para que esté presente en cualquier supermercado, vitrina o feria del mundo. - ¿Podemos esperar que esta nueva generación de emprendedores alimentarios nos brinde un futuro de alimentos más seguros, inocuos y sustentables, tanto para Chile como para el mundo? Claro que sí, pero además es importante que seamos continuamente desafiantes, porque el mundo es dinámico y por eso debemos coordinar y compartir los que hacemos como entidad, empresa o institución académica con estos emprendedores. Entender cómo colaboramos para ayudarnos entre todos a reconocer las oportunidades y adoptar nuevas herramientas para enfrentar exitosamente un mundo cambiante y dinámico, tanto en tecnologías, como en valores culturales y marcos regulatorios, entre otras variables estratégicas. - ¿Estamos dando los pasos correctos? Lo más prioritario es potenciar la cooperación, para que este no sea un solo ecosistema nacional de innovación, sino que haya también participación de ecosistemas regionales y locales que incorporen el aporte de distintos actores a la cadena de valor, tanto para el mercado interno como para la exportación, alineándose con las nuevas tendencias y también aprovechando todas las fortalezas que hoy surgen de este contexto desafiante. - ¿Hay nuevos emprendimientos que efectivamente respondan a las nuevas tendencias del mercado, de desarrollar alimentos más naturales, saludables y veganos, entre otras alternativas? Absolutamente, este grupo de empresas con las que ya trabajamos constituyen una buena radiografía de la realidad innovadora nacional, y sus trabajos están orientados, por ejemplo, a potenciar las legumbres, desarrollar fuentes alternativas de proteínas y producir materias primas naturales para alimentos de consumo masivo, entre otras iniciativas. Y esperamos que pronto se sumen nuevos emprendimientos orientados al uso de biotecnológicas para optimizar la inocuidad, calidad y atributos organolépticos de los alimentos. En este punto las tecnologías cumplen un rol fundamental porque también nos ayudan a definir la calidad de los productos a lo largo de toda la cadena, desde el eslabón primario ubicado en el campo, hasta las salas de venta. Así podremos avanzar en mayor cantidad de innovaciones que ofrezcan soluciones tecnológicas y plataformas informáticas, para tareas tales como monitoreo de clima, fertilización, reducción en el uso de agroquímicos, uso eficiente de los recursos, certificación de trazabilidad y desarrollo de nuevos materiales biodegradables para envases. - En este contexto, ¿la sostenibilidad también juega un papel esencial? Por supuesto, porque se suman iniciativas tendientes a reducir las emisiones, reciclar y reutilizar residuos, conectar a los productores con los consumidores a través de plataformas con circuitos más cortos para reducir los niveles de intermediación que suelen elevar los costos y no aportan demasiado valor. Ahí podemos afirmar que están pasando muchas cosas positivas que se abordan constantemente desde distintas miradas, para abarcar todas las distintas etapas de la cadena productiva o del sistema alimentario. Todo ello pensando además en satisfacer las demandas del cliente o las nuevas preferencias de los consumidores que hoy quieren alimentos más sanos y más frescos, pero que también brinden una buena experiencia de consumo. Son múltiples desafíos y si bien no hay un caminos únicos para abordarlos, debemos recordar que nuestra tarea es potenciar estas innovaciones, para que no sean solo intentos o anécdotas y lleguen a generar el impacto positivo que buscan y además puedan contribuir a la evolución hacia sistemas de producción respetuosos con la naturaleza.Paragraph. Haz clic aquí para editar. GALERÍA
OTRAS ENTREVISTAS“Las Empresas DebenValorar y Reconocer,el Trascendente Aportede Nuestros Profesionales”Para la líder gremial, es fundamental reforzar la interacción técnica y comunicacional con los sectores público, privado y académico, así como avanzar hacia tres objetivos específicos: reconocer y potenciar el papel de la mujer ingeniera, impulsar la descentralización en innovación y desarrollar alimentos más nutritivos y saludables. ![]() a gestión de calidad y la mejora continua son esenciales para el desarrollo de la industria alimentaria. En especial, para responder de manera ágil y oportuna a los constantes cambios en las tendencias de consumo de un público que día a día reordena sus prioridades al momento de tomar decisiones. Esto implica, necesariamente, aplicar estrategias cada vez más revolucionarias y disruptivas, que permitan innovar de manera constante, atractiva y segura. Sin embargo, para alcanzar este objetivo no solo se requiere espíritu emprendedor o tecnología de última generación. También se necesitan profesionales especializados que apoyen al ecosistema emprendedor con conocimientos y experiencia, para que estos esfuerzos innovadores se traduzcan en oportunidades para que las empresas desarrollen productos más inocuos y sustentables. Así lo entiende la académica de la Universidad del Desarrollo y presidenta del Colegio de Ingenieros Alimentos de Chile (CIACH), Solange Brevis, quien es una entusiasta promotora de la colaboración multidisciplinaria entre los profesionales del sector y una decidida defensora de la importancia de incorporar nuevas tecnologías y desarrollos en nutrición y dietética. De este modo sería posible -asegura- elevar la calidad de los productos y ofrecer a la población una alimentación saludable y nutritiva, especialmente a los sectores etarios más vulnerables. Un desafío complejo y estratégicamente trascendente, que sin embargo no atemoriza esta experimentada Ingeniera de la Universidad de Bio-Bio de Chillán y Magíster en Políticas Públicas de la Universidad del Desarrollo; que en marzo se convirtió en la primera mujer en presidir CIACH, y que asumió dicha tarea completamente orientada a “reducir las asimetrías de información en el ecosistema de la industria alimentaria y de la academia, para potenciar el rol de nuestra carrera”. REFUNDANDO EL GREMIOSolange Brevis no solo es una experimentada académica y dirigente gremial. También cuenta con una destacada trayectoria en instituciones públicas ligadas a la nutrición, innovación y emprendimiento alimentario, incluyendo a CORFO y otras agrupaciones como el Capitulo Chileno de Composición de Alimentos (CAPCHICAL), la Sociedad Chilena de Ciencia y Tecnología de Alimentos (SOCHITAL) y mesas técnicas en FAO, ACHIPIA y del ministerio de Salud, entre otras. Por ello, muchas voces del sector coinciden en que su elección como presidenta de CIACH es un merecido reconocimiento a su experiencia profesional, así como a su compromiso con la mejora continua, la excelencia nutricional y la salud de la población. - ¿Qué representa asumir este cargo en el actual contexto desafiante que enfrenta el sector alimentario nacional y mundial? Es un desafío muy importante y emocionante, con tres aristas bien específicas: reconocer y potenciar el papel de la mujer en este mundo, impulsar la descentralización en materia de innovación y potenciar el desarrollo de nuevos alimentos especialmente orientados a grupos vulnerables, como niños y adultos mayores. Estas inquietudes nacieron cuando egresé de la universidad y luego se potenciaron cuando ingresé a CIACH, un año después de su fundación. En ese momento, hicimos una encuesta y descubrimos que más del 70% de los profesionales ingenieros en alimentos son mujeres, y por ello es importante que su presencia se visibilice en todos los ámbitos. Además, a lo largo de todos estos años he comprobado que debemos reforzar la importancia de las regiones, porque la innovación no puede ser solo un atributo de Santiago. Al mismo tiempo, tenemos que alcanzar un nivel de conocimientos que nos permita innovar en el desarrollo de alimentos de alta calidad nutritiva, específicamente orientados a grupos etarios vulnerables. Objetivos que siempre han estado presentes desde mi niñez, y que hoy impulso más que nunca, junto con la directiva que me acompaña. Además, queremos evitar que se sigan cerrando sedes que imparten esta carrera, como ya ha pasado en La Serena, Valparaíso y Los Ríos, porque es un escenario de retroceso que afecta el objetivo de potenciar, conjuntamente, todo el ecosistema alimentario de nuestro país. - ¿Este cierre de sedes podría afectar el desarrollo equilibrado de la industria de alimentos? Por supuesto, y se debe en parte a que aún la industria no sabe valorar lo que representa un ingeniero en alimentos para el crecimiento de las empresas. Por ello, si no actuamos ahora, podría suceder lo mismo que pasó con la carrera de ingeniería en pesca, que hoy no existe en Chile, a pesar de la importancia de este sector para la economía. Por eso, si la industria no valora la formación y las funciones de un ingeniero de alimentos, que incluyen desde diseñar una planta, hasta analizar rendimientos y trazar metodologías para la eficiencia, entonces las jóvenes generaciones perderán más y más interés en estudiar, y nuestra carrera puede enfrentar su desaparición. Por eso, insisto en que este punto es fundamental. Hoy la industria nos desconoce y no aprovecha este potencial, por lo que se produce un desconcierto generalizado, donde además los sueldos en general son bajos y los profesionales egresados deben tener hasta dos o tres trabajos simultáneos, o bien, estudiar otras carreras paralelas, para subsistir. Es muy complejo y decepcionante que la industria no conozca la real función del ingeniero en alimentos y no valore su aporte para el crecimiento eficiente. Eso me llama poderosamente la atención, porque, por ejemplo, en gremios como Chilealimentos y AB Chile, dos organizaciones muy prestigiosas y especializadas, sí hay ingenieros en alimentos a cargo de áreas estratégicas de gestión. ¿Y por qué no pasa lo mismo en las empresas? Creo que ya es tiempo de que esa pregunta se responda en forma coherente. - ¿Por qué este sesgo o visión errada de la industria ha permanecido por tanto tiempo? Creo que no solo se trata de un problema de desconocimiento, sino también de falta de comunicación de las propias universidades, que no posicionan correctamente el valor y prestigio de esta carrera, que es extensa y muy exigente, porque tenemos un nivel formativo tan complementario con las nuevas tendencias tecnológicas como biotecnología e inteligencia artificial, que nuestros egresados pueden incluso realizar formación de posgrado en temas genéticos como los vinculados a nuevas propuestas de matrices alimenticias. Por eso resulta tan paradójico que muchas universidades no refuercen su trabajo informativo para hacer entender a las empresas que no somos solo técnicos, sino profesionales de muy alta calificación. Hace unos años creamos el Consejo Superior de Alimentos donde invitamos a participar a todos los directores de carrera de las universidades, para reposicionar el valor de nuestros profesionales, pero fue un esfuerzo truncado pues no todas las Universidades colaboraron de la misma forma. Sin embargo, ahora que numerosas sedes han cerrado la carrera, se volvió a crear de emergencia otra instancia que es el Consejo de Decanos de Ingeniería en Alimentos, que busca aunar esfuerzos para levantar la importancia de la carrera en el Consejo de Rectores de las Universidades Chilenas (CRUCH) a nivel nacional, formado por las propias autoridades universitarias, para resaltar el papel transversal del ingeniero en alimentos dentro de la cadena alimentaria. Una función que cobra cada vez mayor trascendencia, porque podemos aportar en diversas áreas de especialización como desarrollo e implementación de políticas públicas, trabajo de laboratorio, fomento de industria pesquera, modernización de agricultura e investigación de altas tecnologías, como en temas de Upcycling, etc. Gracias a nuestra formación profesional podemos tener un extenso abanico de especializaciones, por eso nuestro gremio trata de motivar tanto a sus alumnos, como a las nuevas generaciones. - ¿Y qué otros esfuerzos se deben hacer, para potenciar la figura del ingeniero en alimentos y permitirle entregar un mayor aporte para el desarrollo eficiente de la industria? Primero difusión, tal como en esta entrevista. Hay que estar en primera línea y hacernos conocidos tanto en nuestro ecosistema, como ante la opinión pública. Nuestra primera responsabilidad, como gremio, es siempre posicionar la carrera. Y esto es absolutamente necesario si vemos cómo las tendencias de conducta impactan en el desarrollo de nuevos alimentos, incluyendo, por ejemplo, las formulaciones plant based o el uso de desperdicios o pérdidas alimentarias como materia prima para nuevas preparaciones. El ingeniero en alimentos es el match más adecuado para estas tareas, porque somos expertos en evaluación sensorial, control de calidad o analizar texturas de alimentos y desarrollamos desde la idea a un diseño experimental, para generar, por ejemplo, una formulación de nuevos proyectos alimenticios. Para que los protagonistas del sector comprendan esto, debemos dar entrevistas de nuestra experticia, realizar charlas temáticas de tendencias, asistir a seminarios y aparecer en medios de comunicación. Una tarea que enfrentaremos con mucha energía junto a la actual directiva. - ¿Además de este esfuerzo vocacional, que otros desafíos asume como dirigenta y profesional para este período? Como gremio aspiramos también a ampliar nuestra red de colaboración interna, porque hace poco realizamos un catastro y en Chile actualmente existen más de siete mil ingenieros en alimentos, de los cuales solo muy pocos están colegiados. Es muy importante congregarlos, porque así podemos reforzar la importancia de nuestro gremio, alcanzar mayor impacto y formalizar una auténtica red de contactos que reduzca las asimetrías en información, para entregar respuestas certeras, tanto a las industrias como a las consultas públicas que se realicen en materia de regulación, por ejemplo. Y el desafío es generar redes tanto dentro como fuera de Chile, porque pudimos encontrar a profesionales que se desempeñan exitosamente en puestos directivos de prestigiosas empresas europeas. Así que podemos poner también esa experiencia al servicio de nuestra carrera en Chile. Es un desafío complejo, pero muy relevante, que enfrentamos con mucho optimismo, porque ya hay gente que se ha acercado a nuestra directiva para ofrecer su apoyo en esta tarea. FRENTES PENDIENTES- ¿Cree que la industria alimentaria ha tenido en este último tiempo, un desarrollo armónico y sustentable, acorde con las nuevas tendencias de alimentación saludable? Sinceramente, creo que no, porque ha habido errores muy fuertes justamente por no validar información mediante consultas públicas con participación efectiva de nuestro gremio. Así sucedió, por ejemplo, con la implementación de los sellos de advertencia, el desarrollo de algunos alimentos plant based y la elaboración de diversas etiquetas nutricionales. Todo eso favorece la desinformación y también el fraude alimentario, como sucedió recientemente con algunos productos lácteos de consumo masivo en nuestro país. Y sucede porque empresas y autoridades no reconocen el valor y aporte de los ingenieros en alimentos, que pueden desde desarrollar un alimento con todas sus aristas, hasta testearlo en terreno y validar lo que es realmente viable. Un ingeniero en alimentos puede aplicar modelos matemáticos, además de utilizar estudios físicos, químicos y económicos, entre otras múltiples tareas y eso no se reconoce oportunamente dentro del ecosistema público y privado. Por ejemplo, muchas empresas no cumplen el Reglamento Sanitario de los Alimentos (RSA) en sus formulaciones o se dejan llevar por sesgos extranjeros que no corresponden a la normativa pública vigente en Chile, por no recurrir a nuestros profesionales. De hecho, creo que estas empresas todavía no entienden qué es el RSA y por eso cometen tantos errores como, por ejemplo, determinar mal los contenidos proteicos o equivocarse en el contenido nutricional de las etiquetas o los mensajes publicitarios. - ¿En ese sentido, los ingenieros en alimentos también pueden contribuir de manera importante a la sustentabilidad de la industria? Podemos entregar una contribución valiosa, desde el punto de vista de la complementariedad de experiencias, junto con otras profesiones que hoy se desempeñan en el sector. Por ejemplo, en materia de sustentabilidad y economía circular, el ingeniero en alimentos debe trabajar a la par con otros especialistas, como bioquímicos y agrónomos, porque ellos tienen más experticia en la interacción con otros componentes del ambiente. Pero nuestro conocimiento entrega el input específico para que se cumplan normativas como el RSA, como de la interacción tecnológica con los ingredientes. Por ejemplo, podemos orientar a las empresas para que reutilicen desperdicios cuya carga microbiológica sea consecuente y segura para el consumo de las personas. Estas áreas no siempre se monitorean de manera adecuada, aunque han ido mejorando prácticas de inocuidad en el tiempo. Así ha pasado antes, por ejemplo, con el uso excesivo de aditivos/edulcorantes y esas son áreas donde un ingeniero en alimentos puede brindar aportes extremadamente valiosos, no solo para el éxito de un producto, sino para que su consumo sea seguro e inocuo para la población. - ¿Cómo podemos corregir estos errores, enmendar el camino y superar este desafío? Primero, dialogando adecuadamente. Por eso, tener difusión en los medios es fundamental. Es muy importante comunicarse, participar en mesas técnicas y generar espacios para darnos a conocer como gremio. De hecho, queremos hacer en el corto plazo más encuentros temáticos y de conversación, donde no tengamos miedo de plantear nuestros desacuerdos, sea en temas de normativa, como de valores, tendencias de consumo y filosofías de vida. Queremos hablar de nutrición saludable con nuevos alimentos, veganismo, creencias culturales, manejo genético del ganado vacuno, etc., sin restricción de temas y compartiendo con otras disciplinas, porque es muy valioso conversar de todo con científicos, autoridades, empresarios, estudiantes y público en general, para tener una mejor visión de conjunto de lo que las personas quieren y necesitan. A veces, las empresas quisieran, por ejemplo, producir una galleta multifuncional que cubra todas las necesidades nutritivas, pero en realidad lo que se necesita es crear múltiples fuentes de alimentos complementarios. Por eso es importante hacer conversatorios temáticos y que el gremio se acerque a los problemas ya existentes, para relevar tanto los problemas como las soluciones, y para eso es vital tener comunicación con todos los sectores. - ¿Y qué aporte juegan en este desarrollo los emprendedores y startups? ¿Son una influencia positiva para el desarrollo armónico y sustentable de la industria alimentaria? Por supuesto que sí, y su aporte es extraordinariamente positivo, por el gran número de startups que existen en nuestro ecosistema. Conocí a varias cuando trabajé en CORFO y fui Asesora Sectorial en Alimentos de una gran cantidad de proyectos que incluso llegaban desde el extranjero para desarrollarse en Chile, cuando impulsé Programas Estratégicos Sectoriales de Alimentos. Y ese desarrollo está muy ligado a nuestro aporte profesional. Hoy los emprendedores e innovadores son quienes más valoran nuestra experiencia, y prácticamente todos cuentan en sus equipos con uno o más ingenieros de alimentos. Conjuntamente están desarrollando proyectos muy disruptivos, creando nuevas líneas o generando nuevo valor a diversos productos en todas sus fases, como ya lo hizo NotCo, o como lo hacen actualmente otros esforzados emprendedores, como InnovaGreen Alimentos en la región del Maule, por ejemplo. En ese sentido, las startups son más eficientes y flexibles, porque no se rigen por protocolos rígidos y saben reconocer y reaccionar a tiempo ante las señales de su entorno. Por eso tienen alto nivel de éxito y además cuentan con más acceso a fondos públicos para acciones de I+D+i, especialmente de parte de la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo de Chile (ANID). Hoy cada año, surgen más de 80 proyectos FoodTech y AgTech seleccionados por cada concurso, lo cual es extraordinariamente relevante en materia de desarrollo biotecnológico para todo el mercado nacional. - ¿Hay una mejor relación del gremio con esta nueva generación de emprendedores? Sí, completamente, por eso queremos invitar a las startups donde hay más ingenieros de alimentos, para que den a conocer sus experiencias de éxito en todo el país, y así haya más emprendimientos alimentarios a lo largo de nuestro territorio, donde podamos a su vez, entregar nuestros conocimientos y experiencia. Gracias a este ecosistema innovador, las nuevas empresas alimentarias son más ágiles, disruptivas y capaces de responder a lo que espera el consumidor moderno. Y gracias a su innovación biotecnológica estamos dando pasos enormes para mejorar la productividad e inocuidad. De hecho, con su aporte podemos cumplir nuestro objetivo de mejorar la percepción sensorial de productos destinados a los adultos mayores y contribuir a su adecuada nutrición, entre otros avances importantes. Y quizás en un futuro cercano, gracias a las startups también podamos llegar a desarrollar alimentos que no requieran refrigeración, por ejemplo, porque para los emprendedores no hay límites. - ¿Y cuando llegue al término de su gestión, que le haría decir que alcanzó sus objetivos y que la misión está cumplida? Bueno, siempre que se alcanza un objetivo surge otro, así que esta es una ‘misión permanente”, pero un primer paso positivo será generar la red colaborativa durante este período, así como también ampliar la motivación y participación entre las nuevas generaciones de profesionales y estudiantes. También me sentiría satisfecha si organizamos más mesas técnicas formalizadas de conversación que puedan ayudar a generar respuestas certeras a consultas públicas. Así como también ser reconocidos a largo plazo en el RSA, por una resolución del ministerio de Salud, como profesionales garantes de calidad, tal como hoy son reconocidos los veterinarios. Este es un llamado a las autoridades para que valoricen con entera justicia a una profesión que tiene mucho más que aportar al ecosistema y a la gestión de calidad alimentaria en Chile. Del mismo modo, hay que reforzar las distintas áreas de experticia de cada universidad, sea en acuicultura, energía, agricultura, biotecnología, etc., para que la oferta de escuelas que hoy dictan esta carrera se mantenga y se potencie a futuro, para que haya más y mejores ingenieros en alimentos. GALERÍA
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