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Dra. Magda Pinzón Fandiño, presidenta de ALACCTA (2022-2025)

4/25/2025

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Debemos lograr que el conocimiento científico
Sea más atractivo para las nuevas generaciones
Doctora Magda Pinzón Patiño Alaccta 2025
Para la presidenta saliente de la Asociación Latinoamericana de Ciencia y Tecnología de Alimentos, el ecosistema alimentario en general, incluyendo empresas, academia, investigadores y estados, debe aunar esfuerzos para que los jóvenes estudiantes y emprendedores tengan la motivación y el deseo de adquirir conocimientos que los ayuden a desarrollar alimentos más saludables, inocuos, seguros y sostenibles.
Letra L
a industria de alimentos avanza por un camino inédito de desarrollo productivo y tecnológico. Sin embargo, esta evolución también plantea nuevos y exigentes desafíos, que se expresan en la necesidad de implementar una producción cada vez más segura, inocua, saludable y sostenible.

Metas que, al mismo tiempo, requieren acercar la ciencia y tecnología de alimentos a todo el ecosistema, especialmente a las nuevas generaciones de estudiantes y emprendedores, que están llamados a ser los grandes protagonistas de este sendero evolutivo.
 
Así lo asegura la Doctora Magda Pinzón Fandiño, docente e investigadora colombiana, profesora de pre y posgrado de la Universidad del Quindío, Doctora en Ingeniería de Alimentos, Especialista en Ciencia y Tecnología de Alimentos y en Economía Cafetera, presidenta de ALACCTA durante el período 2022-2025, y con vasta experiencia como conferencista internacional y autora, quien afirma que la industria moderna está plenamente enfocada en su desarrollo inocuo, saludable y sostenible, pero que para seguir avanzando en ese camino, es necesario incorporar más conocimiento científico de base.

Un desafío que en su opinión, necesariamente exige acercar este conocimiento a las nuevas generaciones de estudiantes y emprendedores alimentarios, adaptándose a sus intereses, motivaciones y estilos de comunicación, pues solo de esa forma será posible sumar de manera positiva todo el aporte constructivo del ecosistema académico, institucional, emprendedor y productivo.

Por ello, para la Dra. Pinzón, experiencias como el reciente Congreso Internacional de ALACCTA 2025, organizado entre el 9 y 11 de abril por la Escuela de Alimentos de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, son extremadamente valiosas, no solo para dar a conocer los avances recientes en tecnología de los alimentos, sino para acercar estos desarrollos a la comunidad estudiantil y a las jóvenes generaciones en general.

- ¿Cómo fue la experiencia de realizar el XXIII Congreso de ALACCTA en Chile?
La experiencia de realizar el vigésimo tercer Congreso Latinoamericano de Ciencia y Tecnología de Alimentos ALACCTA 2025, en la hermosa ciudad de Valparaíso, fue muy gratificante para la organización y para mi particularmente, porque Chile es un país de mis afectos. De hecho, he venido ya más de cinco veces, pues tengo colegas de la Sociedad Chilena de Tecnología de Alimentos, SOCHITAL, con quienes profesamos una larga amistad, y ese fue uno de los motivos por el cual insistí en que el Congreso se realizara en Chile. Además, la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, es muy ordenada y nos brindó un muy buen acompañamiento durante todo el tiempo de preparación y planificación del evento, así que finalmente estamos muy complacidos de que todas las jornadas se hayan desarrollado de manera armónica, con temas muy interesantes y expositores internacionales de primera línea.

- ¿Este seminario en particular ha sido acorde con las grandes tendencias de consumo y desafíos tecnológico-productivos que hoy enfrenta el sector alimentario?
Por supuesto, y no solo eso, sino que también ha sido una muestra del momento crucial que estamos viviendo, en materia de seguridad alimentaria y sostenibilidad. Además, estoy muy contenta de que haya estudiantes de pre y posgrado entre los participantes y asistentes, pues eso demuestra el entusiasmo de la juventud por aportar al crecimiento del sector, y crear conocimiento. Así mismo, quiero destacar que la International Union of Food Science and Technology, IUFoST (Unión Internacional de Tecnología y Ciencia de los Alimentos), entregó becas que incluyen un reconocimiento en dinero a los mejores trabajos expuestos en formato póster durante estos días, y eso es muy alentador para que las nuevas generaciones de estudiantes y científicos, sigan trabajando en pro del desarrollo y la innovación en ciencia y tecnología de alimentos.

- ¿Cree que ese desarrollo e innovación se está realizando actualmente de manera positiva, tanto desde el ámbito de la academia como de la propia industria?
Claro que sí. Y es importante destacar que, a pesar del complejo devenir del mundo actual, en términos políticos y económicos, se está trabajando en temas muy interesantes para cumplir los objetivos de desarrollo sostenible. Esa es una tendencia muy importante a nivel mundial y los jóvenes también están muy conscientes de ello. 
De hecho, ya hay desarrollos concretos en nuevos productos, ingredientes, materias primas y procesos biotecnológicos, donde la academia, e instituciones de prestigio como INTA en Chile, el CODEX Alimentarius y las propias empresas, incluyendo a grandes multinacionales, medianas y pequeñas, están trabajando para desarrollar más y mejores propuestas, así como también para impulsar innovaciones en ciencia y tecnología de alimentos.

- Y desde el punto de vista de ALACCTA, ¿Cuáles son los desafíos pendientes más importantes? 
Como en cualquier actividad humana los desafíos siguen siendo grandes, y entre esos podemos destacar la importancia de conquistar a nuevos asociados en países que aún no participan de ALACCTA, como Perú, Ecuador, Bolivia, Nicaragua, Guatemala y Honduras. De hecho, en el Caribe solo participan República Dominicana y Costa Rica, así que nos faltan, entre otros, Puerto Rico, Haití y las Antillas. 
Además, aún tenemos que desarrollar convenios y entendimientos con diferentes entidades internacionales que nos puedan ayudar a cumplir el gran objetivo de dar a conocer la ciencia y tecnología de alimentos en todo el mundo.

- ¿Y qué le parece que las nuevas generaciones de emprendedores, startups e innovadores estén incorporando precisamente esta ciencia, este conocimiento biotecnológico en sus estrategias de mercado, especialmente en Chile?
Es muy interesante, y por eso hay que continuar profundizando ese tema. Esto implica, por cierto, darles nuevas herramientas a los jóvenes que recién ingresan, o se interesan por ingresar a este mundo, para que se sientan cómodos y vean que podemos hablarles en su propio lenguaje, que no es el mismo de las personas de más de 40 años. 

Entonces, tenemos que adaptarnos e invitarlos para que se vinculen y nosotros también, como profesionales, investigadores y académicos, debemos aprender nuevas formas de comunicación y, al mismo tiempo, conocer las nuevas formas de desempeñarse que hoy tienen los jóvenes. 

Por ejemplo, se habló durante la ceremonia inaugural que ha bajado la matrícula de los estudiantes de pregrado en las universidades chilenas, especialmente en las carreras de ingeniería en alimentos, y eso es un fenómeno que no solamente se da acá, sino en también en todo el mundo.

- ¿Y qué opina precisamente de esta crisis que hoy vive la carrera de ingeniería en alimentos en Chile, con bajas matrículas y cierre de facultades, justo cuando el conocimiento científico es más relevante que nunca, para el desarrollo de nuevos alimentos?
Bueno, como dije este no es un tema solo de Chile. Yo soy de Colombia, y allá también se vive ese problema en las facultades de ingeniería en alimentos. Aunque diría que no es solo un tema de esta carrera en particular, sino, en general, de la forma como están propuestos los planes de estudio actuales, así como de los temas que se desarrollan y ofrecen a los estudiantes. Es el momento de dar un vuelco, de dar un salto cuántico o cuantitativo, porque las carreras que estamos ofreciendo ya no son atractivas para los jóvenes. Claro, siempre habrá que tener abogados, médicos e ingenieros, pero los enfoques que se den a estas profesiones deben ser más acordes con el presente.

- ¿Esto implica, por ejemplo, modificar currículums y planes de estudio? 
Claro, por supuesto, y hacer cambios significativos como incorporar más tecnologías recientes, incluyendo la Inteligencia Artificial, por ejemplo. Al mismo tiempo, los profesores debemos volvernos a educar. Es decir, no tenemos que pensar que es el estudiante quien se tiene que adaptar, porque eso está errado. Nosotros tenemos que adaptarnos a los nuevos tiempos, para que el conocimiento sea atractivo para las nuevas generaciones. Es cierto que el conocimiento siempre es el mismo, pero las formas de aprendizaje hoy son diferentes y eso es lo que hay que entender y aplicar.

- ¿Y qué mensaje daría usted, hoy como primer expresidente de ALACCTA y participante de este Congreso Internacional, a todos esos jóvenes y emprendedores que quieren, por ejemplo, innovar o desarrollar nuevos alimentos, y no saben cómo aplicar conocimiento científico?
Que busquen las formas de estudiar, prepararse, asesorarse o de colaborar con empresas, porque estas siempre están muy interesadas en apoyar las innovaciones, nuevos desarrollos e ideas de los jóvenes emprendedores, y que busquen también el apoyo de entidades académicas y estatales.  

A su vez, los estados también deben reforzar sus mecanismos de ayuda y apoyar a los emprendedores alimentarios, para que empiecen a desarrollar esas ideas y las lleven hasta un grado de maduración que les permita escalarlas hacia la realidad del mercado. Todo eso contribuirá a avanzar hacia el gran objetivo de tener una industria alimentaria sostenible, inocua, segura y que, al mismo tiempo, nos brinde nuevos y mejores alimentos, más saludables y más nutritivos.

- ¿Hoy la ciencia y la tecnología pueden ayudar a que la industria cumpla ese desafío?
Claro que sí, y de hecho hay que eliminar esos conceptos errados sobre los productos que desarrollan las empresas. Hoy es común referirse a ellos en forma despectiva, llamándolos productos industrializados, ultraprocesados o productos chatarra. Pero no se debe generalizar ni estigmatizar de esa forma. De hecho, en este punto hay varios aspectos que deben tener en cuenta. Por ejemplo, ¿faltó la comida durante algún día de la pandemia? ¿Y quién hizo esa comida? Es cierto que los agricultores se quedaron cultivando la tierra, pero también los industriales e ingenieros de alimentos se quedaron procesando lo que venía del campo, y ninguno de ellos hizo un trabajo negativo. 

Entonces, no hay que satanizar los alimentos que se producen en grandes cantidades, porque si no existieran, no habría cómo alimentar a toda la población mundial. Lo que sí hay que seguir reforzando es la regulación sobre la correcta composición de los aditivos, que de todas maneras es un tema donde ya existe una regulación muy exigente, y donde constantemente se sigue avanzando, porque hoy los aditivos que se agregan a los alimentos son saludables y están de acuerdo con la normativa e investigación. Además se utilizan en cantidades adecuadas y, más aún, todos los nuevos desarrollos se orientan a incorporar más y más ingredientes naturales.

- Es decir, ¿es injusto estigmatizar a las empresas?
Claro, porque hoy las grandes empresas invierten altas sumas de dinero para producir alimentos seguros, inocuos y saludables para el consumidor. Además, la normativa está constantemente actualizándose y las investigaciones científicas continúan enfocándose en nuevos ingredientes aún más saludables. 

Por ello, la población general tiene que confiar en las industrias, pues estas son conscientes de que deben usar los ingredientes que el consumidor quiere y necesita para una vida saludable. Pero eso no implica eliminar los productos industriales, porque entonces, ¿Quién alimentaría a la población? ¿Quién proveería las comidas, por ejemplo, para los pacientes de un hospital, los habitantes de un campamento minero, los trabajadores de una plataforma petrolera, o los mismos asistentes a este congreso? Eso solamente se logra con productos previamente elaborados, así que la industria de alimentos siempre va a estar presente, y siempre va a ser necesaria. 

- ¿Podemos confiar entonces en que la industria puede avanzar hacia su desarrollo sostenible?
 Sí, claro que sí, y para eso necesitamos también formar a más ingenieros de alimentos, que vayan a inspeccionar y perfeccionar los procesos productivos industriales, formulen propuestas nuevas y contribuyan, con su conocimiento y experticia, a implementar nuevos reglamentos que ayuden, tanto a los poderes legislativo como ejecutivo, a perfeccionar las normas. Es un esfuerzo conjunto donde todos podemos, y debemos, aportar nuestro conocimiento.

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