“Si Queremos Seguir Siendouna Potencia Alimentaria,Debemos Fortalecer laInversión en I+D”Entrevista publicada en edición impresa número 139 / febrero de 2023La Dra. en Alimentación y Medio Ambiente, llama a tomar decisiones que impulsen la cooperación intersectorial e interinstitucional, para que la pequeña agricultura disponga de herramientas tecnológicas que le permitan ser agente activo en la producción de alimentos seguros, inocuos y sustentables. ![]() l sector agropecuario mundial enfrenta el crucial desafío de optimizar la producción eficiente, segura, inocua, segura y sustentable de alimentos, enfrentando, al mismo tiempo, un complejo escenario de estrés hídrico y climático que no tiene paralelo en la historia reciente. Más aún, debe poner énfasis en el desarrollo de sistemas productivos que reduzcan la emisión de Gases de Efecto Invernadero (GEI) y el alto impacto que se genera en los suelos de cultivo, que hoy se presentan cada vez más alterados y peligrosamente al borde de su agotamiento. Desafíos que hoy se viven con más fuerza que nunca en Chile, y que Iris Lobos, directora nacional del Instituto de Investigaciones Agropecuarias, INIA, recalcó a cada uno de sus colaboradores, luego de asumir dicho cargo en marzo de 2022. Un nombramiento que reconoció la trayectoria y experticia técnica de esta Dra. en Alimentación y Medio Ambiente, y que no solo le permitió convertirse en la primer mujer que asume dicho cargo, en los 58 años de existencia de INIA, sino que además le brinda la oportunidad de liderar un paso evolutivo fundamental de su historia. Hito enmarcado en el reconocimiento hecho por el ministerio de Ciencias, Tecnología, Conocimiento e Innovación, cuya titular anterior titular, Silvia Díaz Acosta, aseguró durante su presentación en el reciente seminario Agrifood Tech 2023, que “esperamos relacionarnos mucho más con INIA para avanzar en sus objetivos de investigación científica y transferencia tecnológica con el sector agroalimentario”. Todo enmarcado dentro de una nueva estrategia de inversión en I+D+i, para optimizar la sustentabilidad, seguridad, inocuidad y eficiencia de la producción nacional de alimentos. Tarea que en, palabras de Iris Lobos, es al mismo tiempo una “gran responsabilidad y un orgullo”, porque implica reconocer el valor de la experticia y experiencia institucional, como eslabón fundamental de la nueva cadena de I+D+i que catapultará al sector agropecuario hacia una nueva dimensión de eficiencia, soberanía, seguridad, inocuidad y, por cierto, sustentabilidad. - ¿Qué significó para usted asumir y luego liderar un trabajo tan trascendente, complejo y especializado como el que conlleva ser directora nacional de INIA? Fue un honor y una gran responsabilidad ser nombrada, no solo por ser la primera mujer entre los directores nacionales, sino porque además la gente espera mucho de uno, que todo funcione más rápido y seamos más ejecutivos. Pero en general ha sido una linda experiencia, porque siento que los 960 trabajadores me apoyan y eso ha hecho que el trabajo sea, dentro de todo, más fácil. A su vez, cuando asumí le recalqué a mi equipo cuáles iban a ser las prioridades, las cuales tienen que ver con ir avanzado hacia la paridad, porque en general el I+D+i en Chile, y en el mundo, es de pocas mujeres. Y en cuanto llegué decidí que hubiera paridad entre los 10 directores regionales, así que actualmente hay cinco mujeres y cinco hombres. Eso significa que también hay muchos centros regionales que por primera vez tienen una mujer como directora. Además, estamos enfocados en ir potenciando el trabajo técnico de nuestros equipos en paralelo, y todo eso la gente lo ha valorado muy bien. - Dentro de este trabajo tan especializado que realiza INIA para impulsar la innovación en un sector complejo de por sí, como el agropecuario, ¿Cuáles son actualmente los principales desafíos que deben enfrentar como institución? Bueno, como país tenemos que aumentar la cantidad de alimentos en menos superficie cultivable y tenemos un cambio climático y una crisis hídrica que ya están aquí. Esos son los principales desafíos de los cuales tenemos que hacernos cargo, que además se relacionan con la forma cómo resguardamos y protegemos nuestro patrimonio alimentario, porque la crisis hídrica, el cambio climático, y la necesidad de producir más alimentos, de una u otra manera, afectan nuestro patrimonio alimentario. Lo positivo es que INIA ya había empezado a trabajar esas situaciones, así que estábamos preparados. Tenemos trabajo hecho, por ejemplo, en el desarrollo de variedades adaptadas a la crisis hídrica, y otras que usan menos plaguicidas, pensando en una agricultura sostenible. Pero tenemos que seguir avanzando siempre, porque también tenemos hoy otros desafíos grandes que tienen que ver con cómo evitamos el éxodo rural y cómo hacemos que la gente quiera seguir produciendo. En ese sentido, en nuestro primer año al frente de INIA hemos fortalecido de manera concreta los vínculos con INDAP, por ejemplo, para generar programas de largo aliento en los cuales podamos trabajar con la agricultura familiar campesina, con especial foco en mujeres y jóvenes. No olvidemos que la agricultura familiar campesina produce casi el 80% de lo que comemos, entonces tenemos que apoyarla para que vaya también adaptándose a la crisis hídrica y al cambio climático, desde el punto de vista tecnológico, porque si no los capacitamos, si no les entregamos las herramientas tecnológicas, no pueden ser competitivos y al final eso va en su desmedro. - ¿Hay conciencia en el sector, sobre todo en la Agricultura Familiar Campesina, de que el cambio ya está presente y hay que trabajar ya no para prevenirlo, sino para enfrentarlo o mitigarlo? Creo que a nivel de la pequeña agricultura sí hay consciencia. Ellos entienden que esto ya cambió y no producen como antes. El problema es que también tenemos que entregarles herramientas para que puedan hacer el cambio. Por mucho que tengamos variedades adaptadas o tecnologías, también debemos ser capaces de entregárselas a los agricultores, porque ellos ya saben que no pueden seguir trabajando como lo han hecho hasta ahora, porque hay menos agua. En INIA, por ejemplo, estamos produciendo un arroz climáticamente inteligente que se riega como si fuera otro cultivo y no bajo inundación, por lo que requiere 50% menos de agua. El desafío ahora es que nosotros convenzamos y a la vez le hagamos llegar este tipo de tecnologías al pequeño agricultor. - ¿Existen los procesos o procedimientos para traspasar, efectivamente, estas tecnologías al pequeño agricultor? También se ha avanzado en esto. Aunque aquí quiero reconocer la visión del actual ministerio de Agricultura, porque nos ha unido a todos, como servicios, y ya no estamos cada uno trabajando en forma separada, lo que antes solía confundir al agricultor. En este período hemos ido subsanando esa falencia y prueba de ello es, por ejemplo, que hoy tenemos programas a largo plazo en conjunto con INDAP, en los cuales vamos a entregar a los agricultores estas nuevas herramientas con las que contamos para enfrentar este escenario de cambio climático. - Si bien existe consenso respecto de que la innovación es fundamental para adaptarse a este escenario, ¿Qué papel juega efectivamente? La innovación es un pilar fundamental, pero por sí sola tampoco es la respuesta. Esto implica que tenemos que intensificar la comunicación y cooperación entre todos los sectores para impulsar un trabajo conjunto. El gobierno del presidente Gabriel Boric lo está haciendo en forma concreta, a través del ministerio de Agricultura, porque en su programa se establece el aumento de los fondos destinados a I+D, porque entendemos que es la forma de avanzar a una agricultura más sostenible. Pero esto implica reunirnos tanto con el sector privado y público, para lograr que este pack tecnológico reamente llegue a toda la agricultura, no solamente a los pequeños, sino que también al mediano y al grande también. Vamos a hacer innovación, sí, pero la innovación por sí sola no basta. Hay que incorporar generación de redes y trabajo público-privado, más el aporte de la academia. Hay que dejar de la lado la idea de que cada área es una isla, porque claramente eso ya no funciona. - ¿Hemos logrado ir eliminando las islas, estamos siendo más integrales y actuando más conjunta y cooperativamente? Sí, como país diría que hemos avanzado bastante y eso lo prueba, por ejemplo, el reciente Catálogo de Innovación Alimentaria del programa Transforma Alimentos, que en 2022 seleccionó 50 productos innovadores. En el caso particular de INIA, dejamos atrás la visión de ser una institución que solamente pertenecía a la agronomía, y apostamos por abrirnos a otras áreas del conocimiento, como alimentación. En los últimos 10 años hemos fortalecido esta perspectiva y ello nos ha permitido avanzar, por ejemplo, en el rescate y valorización de nuevas materias primas, en la obtención de sellos de origen, el desarrollo de envases inteligentes, en nuevos sistemas de pos cosecha, y la extensión de la vida útil de nuestros productos de exportación. Es decir, en estos últimos diez años INIA ha tenido un avance considerable en innovación para la industria alimentaria. Como ejemplos, podemos mencionar la certificación de la denominación de origen del aceite de oliva de Huasco y de los corderos de Chiloé; y el trabajo para desarrollar nuevas materias primas naturales, como por ejemplo, extracto de zanahorias para colorantes naturales. - ¿Se consideran, entonces, una institución bisagra dentro de esta estrategia? Sí, porque además lo que nos diferencia también de otras instituciones es que trabajamos directamente con los agricultores, medianos, pequeños y grandes. Entonces, muchas veces ellos traen una idea o un problema, y en conjunto vamos desarrollando la solución. Eso también es muy potente a nivel de territorio y por eso hoy tenemos presencia en 10 regiones, porque claramente las regiones del norte no tienen las mismas características o problemas que las del sur. Eso nos permite entregar acompañamiento específico para cada territorio. - Tradicionalmente Chile se ha definido como potencia alimentaria, ¿Podemos mantener ese sitial, considerando el actual estado de emergencia climática y estrés hídrico? Hay cosas que tenemos que mejorar y aprender, porque, como nos sucede con los incendios forestales, somos reactivos y cuando pasan las emergencias nos olvidamos de ellas hasta que suceden otra vez. Lo mismo nos acontece, muchas veces, con plagas o sequías. Yo creo que Chile puede seguir siendo potencia alimentaria, pero estamos en un punto de inflexión en que si no tomamos decisiones concretas y no trabajamos, vamos a perder ese sitial. Estamos en el momento de plantearnos las siguientes interrogantes: ¿vamos a seguir siendo potencia alimentaria?, ¿vamos a trabajar conjuntamente para mantenernos así o vamos a dejar que esto se diluya? Y esa es una decisión de Estado, que como ministerio de Agricultura y en el caso específico de INIA, hemos tratado de mantener. Estamos aportando y apoyando, pero no se requiere solo de un sector, como decía anteriormente. Si no nos unimos los entes públicos y privados, es muy difícil mantenernos como potencia alimentaria. En agricultura es lo mismo que en otras áreas, si no hacemos un manejo integral de la crisis, si no vamos bajando la carga de plaguicidas, si no vamos dejando especies adaptadas, va a llegar un momento en que el suelo nos dirá: “basta, no podemos más y no se produce más”. Entonces, reitero, estamos en un punto de inflexión donde tenemos que decidir como país, ¿vamos a enfrentar esta situación, para seguir siendo potencia alimentaria? - ¿Quiénes están más al debe en este esfuerzo?, ¿Hay sectores que les falta dar más pasos para igualar el ritmo de avance de otros? Es una situación compleja en general, porque hoy la agricultura es el tercer rubro que menos invierte en I+D, y si no invertimos es muy difícil que podamos avanzar hacia objetivos tales como tener especies adaptadas, mejorar el manejo de protocolos o reducir el uso de plaguicidas. Por eso valoro que el gobierno del presidente Garniel Boric haya incluido esto en su programa. Porque no podemos seguir con una I+D basada en proyectos que solo duran 24 o 36 meses. Por ejemplo, si queremos desarrollar un programa de mejoramiento genético de especies, podríamos tardar hasta diez años. Tal vez puedan ser 5 o 7 años, con el uso de nuevas tecnologías, pero no menos que eso. Entonces, si el país no invierte en I+D es muy difícil alcanzar las metas que queremos, así que una vez que el Estado, los gobiernos y las empresas vayan entendiendo que invertir en I+D es la solución, vamos a ir avanzando más sostenidamente. - ¿No resulta paradójico que el sector tenga tan poca inversión en I+D si debemos producir más alimentos para una población en constante crecimiento, dentro de un contexto de cambio climático y estrés hídrico? ¿Estamos viendo, entonces, solo un discurso que no se cumple? Era hasta hace poco, un discurso que no se cumplía hasta ahora, porque como país no entendíamos el rol que tenía el I+D, pero estoy convencida de que esto ha ido cambiando. Al respecto, como INIA hemos recibido ciertas señales positivas, a partir de los programas estratégicos que realizamos con INDAP y de las propuestas que nos ha planteado el ministerio de Ciencias, para aportar en el desarrollo de programas más largos. Son buenas señales, pero aún no es suficiente, aunque al menos siento nos indican que vamos por el camino correcto. Y de verdad espero que Chile siga así siempre, y esto sea el preludio de una auténtica política pública de I+D. IMPULSO A LA PEQUEÑA AGRICULTURA- Hace muy poco la ministra de ciencias destacó en un seminario que INIA, precisamente juega un papel muy importante para potenciar la innovación alimentaria, ¿se sienten preparados para cumplir ese desafío? Como institución, la confianza que ha depositado en nosotros el ministerio de Ciencias, nos enorgullece, pero también nos plantea el desafío de demostrar el valor de todo el trabajo que hemos hecho en nuestros 58 años de historia. Es una gran presión, pero confiamos en que vamos a lograrlo, porque, como lo ha dicho la ministra, si esto funciona y nosotros damos respuestas positivas, será el primer paso de financiamiento basal para I+D. Estamos en la gran posición de jugarnos el todo o nada, a ganador, porque confiamos en nuestra experiencia y trabajo. - ¿Qué aspectos específicos esperan trabajar gracias a este impulso recibido de parte del ministerio de Ciencias? ¿Hay algún área prioritaria? Aún lo estamos definiendo con el ministerio, pero se relaciona en general con la seguridad y soberanía alimentarias, además de crisis hídrica y cambio climático, que son los temas que debemos abordar de inmediato. En eso está implícito todo lo relacionado con el desarrollo de una agricultura sostenible, es decir, de qué forma vamos a ir ocupar menos plaguicidas, menos químicos y menos recursos, por ejemplo. Durante febrero y marzo definiremos las tareas específicas, es decir, qué es lo que el ministerio de Ciencias quiere, y qué es lo que INIA ya puede desarrollar, o dónde falta más profundización. Implica, precisamente, definir de qué forma seguimos siendo una potencia alimentaria, haciéndonos cargo de los problemas ya expuestos, y evaluar cómo podemos aportar, con el I+D que ya hemos desarrollado, y lo que falta por desarrollar. - ¿Esperan sumar más actores dentro de esta estrategia de I+D, tanto dentro del mismo sector agropecuario como entre las empresas alimentarias? En esta primera fase vamos a trabajar con nuestras capacidades, y en esto quiero agradecer la visión de la ministra de Ciencias, quien prefirió potenciar lo ya existente en lugar de crear una institución nueva, para así avanzar más rápido en tareas específicas, como por ejemplo, la generación de nuevas variedades de cultivo ya adaptadas al estrés hídrico que INIA ya tiene. Por eso tengo la confianza de que vamos a avanzar para posteriormente sumar nuevos conocimientos a los nuestros, para así lograr alianzas y sinergias mejores a futuro. - ¿Se han trazado ya objetivos específicos y cuantificables? En parte son algunos de los que ya teníamos como INIA y que se relacionan con avanzar en digitalización y prevenir escenarios de contingencia, entre otros. Por ejemplo, tenemos sistemas de alerta temprana que podemos orientar al reconocimiento de emergencias agrícolas en alguna región; también podemos desarrollar bio insumos y controladores biológicos accesibles para la pequeña agricultura; y escalar la investigación a todos los sectores de la agricultura. Todos estos objetivos específicos debieran orientarse a la agroecología, para cuantificarla desde la perspectiva del I+D, poniéndole valores duros y avanzando hacia la consolidación de una agroindustria sostenible. - Entre todas las acciones innovadoras recientes, sin embargo, para haber algo de dispersión, ¿ustedes aspiran a ser un ente aglutinador de todos estos esfuerzos? Como INIA nuestro principal esfuerzo es apoyar la obtención de sellos de origen para los emprendedores, porque queremos que les ayude a diferenciar la calidad de sus productos, asociándolos a un territorio determinado. Esto les da un gran valor agregado, que siempre pasa además por componentes nutracéuticos, lo que es muy apreciado por los consumidores. Hemos avanzado bastante al respecto, aunque aún tenemos un gran mundo por explorar. - ¿Es esta la mejor estrategia para consolidar una industria agroalimentaria segura, inocua y sostenible? Todo esos conceptos están contemplados dentro de un sello de origen, porque con él se evita, por ejemplo, tener que criar o trasladar animales de un lugar a otro. Con eso se reduce la huella de carbono, se potencia un territorio, y se crea valor a partir de un esfuerzo que además se orienta a producir más en forma eficiente y menos dañina con el ambiente. - ¿Y qué esperan de los próximos tres años, para decir que la misión está cumplida? Durante este período me propuse dos grandes reformas; primero, optimizar la experticia y especialización de nuestra institución y su gente. Para ello creamos la subdirección de Gestión de Personas, porque necesitamos colaboradores capacitados. La otra reforma es dar mayor importancia a la extensión y transferencia tecnológica, por medio de la subdirección de I+D y Transferencia. Hoy estamos muy comprometidos en que ambas variables vayan en paralelo para que los agricultores den el siguiente paso y puedan acceder a las tecnologías de INIA. Parte de este esfuerzo es contar con ellas en nuestro propios campos, para que los agricultores vean en terreno su factibilidad y operacionalidad. El último componente en que hemos avanzado es la descentralización, porque necesitamos que los centros regionales sean lo más autónomos posible en su toma de decisiones. Por ejemplo a fines de abril de 2022 independizamos Raihuén Maule, que siempre dependía de Chillán y además estamos gestionando la apertura de un nuevo centro regional en Ururi, Arica. - ¿Y desde un punto de vista más estratégico y de largo plazo, podemos ser un país con una industria agroalimentaria sustentable, segura e inocua? Soy optimista, creo que si vamos potenciando el I+D y si ya fuimos capaces, como ministerio de Agricultura, de conversar y cooperar entre nosotros, también podemos interactuar mejor con otros ministerios, porque el ser potencia alimentaria sostenible no solo depende de Agricultura, tenemos que sumar Economía, Desarrollo Social, Relaciones Exteriores, etc. Es decir, somo un país. Así que creo que cuando dejemos de competir entre un ministerio y otro, vamos a poder avanzar, además tenemos que sumar al sector privado y la academia, porque esto siempre es esfuerzo de todos. GALERÍA
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