   Por Gabriel Vivanco Ocampo Gerente General de Focqus Consultores SpA Presidente del Colegio Ingenieros Alimentos de Chile, CIAC  n esta columna, buscaremos aclarar algunos conceptos relacionados a los procesos de formación que son tan comúnmente señalados mediante el uso de términos como capacitación, inducción, y “persona competente”. La inducción se refiere a un proceso que se realiza cuando un colaborador ingresa por primera vez a desempeñar un trabajo. Por lo general, más que una actividad en particular, y dependiendo del cargo y las responsabilidades que se van a adoptar, suele tratarse de un período durante el cual la persona recibe información relevante, de acuerdo con las funciones que le fueron asignadas. La capacitación como proceso, en cambio, tiene un alcance mucho mayor, pues en virtud de un levantamiento de necesidades por área y por cargo, se establece un listado de temáticas a considerar para agregar o mejorar herramientas clave, plasmadas en un plan, programa, calendario o planificación de largo plazo (normalmente anual). Si bien son diferentes, ambos procesos están pensados para que el colaborador desempeñe de la mejor manera las funciones de su cargo, desde la perspectiva de “agregar valor” al principal componente de una organización, que es el recurso humano. Internacionalmente, desde la norma mundial de inocuidad alimentaria BRCGS, con origen en Inglaterra, se habla de “competencia” a la suma de “formación + experiencia”. Un colaborador puede tener sólo gran experiencia, o una formación sólida en algún área específica, pero no es necesariamente “competente” si no se consideran ambos factores. Es bueno tener esto presente e incorporarlo en nuestro vocabulario cuando queramos tener la tranquilidad o certeza respecto de si un colaborador podrá cumplir las funciones y objetivos de un determinado cargo. ¿Y qué sucede con la capacitación y sus procesos formativos? Muchas veces confundimos “capacitar” con “informar”, porque en el apuro de cumplir procesos, se nos olvidan aspectos fundamentales para llegar adecuadamente con el mensaje. Por ejemplo, un manipulador informado puede seguir una instrucción específica, sin entender los riesgos reales asociados. En cambio, un manipulador “capacitado” comprende, actúa, y protege al sistema, incluso cuando nadie lo supervisa. Si informamos sólo mostramos diapositivas, si capacitamos involucramos activamente a quien ejecuta. Del mismo modo, medir asistencia es necesario, pero no basta. Hay que medir comprensión, habilidad y práctica. Por ende, este ciclo virtuoso no termina al terminar la clase, sino mucho después. Informar es repetir normas, políticas y procedimientos. Capacitar, en cambio, es darnos el tiempo para explicar el porqué del control y del proceso. Informar es hacer un mismo curso cada año, mientras que capacitar es adaptar los contenidos de acuerdo con los cambios y el contexto real. Informar es hablar de peligros y requisitos; mientras que capacitar es simular, observar o evaluar condiciones reales del puesto. Por ende, cuando hablamos de capacitar, hablamos de “agregar valor” a las personas, esto implica que no solo esté informado, sino avanzar en el desarrollo de su propio criterio técnico. Al capacitar entonces, debemos conectar emocionalmente con el asistente, considerar a todos los integrantes, preocuparnos de alinear los temas a la política de la organización, aplicar técnicas de acuerdo a la condición del público objetivo (como juegos, ejercicios prácticos, uso de tecnicismos, entre otras opciones), y enfocarnos en el porqué y para qué. Hablamos de respetar lo que el asistente ya sabe, considerando que es una condición para que quiera aprender algo nuevo. Desde ahí, establecer si requiere una nivelación previa. Capacitar no es cumplir con un papel, ni llenar una sala, es transformar desde la conexión con las personas. Diseñar experiencias de aprendizaje eficaces, humanas y con propósito. Experiencias que levantan información, que se adaptan a la cultura de cada empresa, que usan herramientas reales, y que buscan generar cambios en terreno. GALERÍA OTRAS COLUMNAS
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