Por Claudia Mc Leod B. Ingeniera Agrónoma, Mag. en Sanidad Vegetal Investigadora INIA Kampenaike ![]() nivel nacional, el ruibarbo es un cultivo poco conocido y cultivado en pequeñas superficies, encontrándose en Magallanes la mayor extensión establecida en el país. Introducido por los colonos europeos hace más de 100 años, inicialmente el ruibarbo ocupó diferentes espacios en las estancias de la Sociedad Explotadora Tierra del Fuego, para luego diseminarse a patios de las denominadas casa quinta y masificarse en parcelas aledañas, lo que explicaría en parte su aceptación, consumo y relación con este territorio. Actualmente, el ruibarbo no solo se encuentra presente en preparaciones tradicionales como mermeladas, salsas y chutneys, sino que ha sido incorporado en innovadores productos locales como helados, sidras, licores y vinagres, lo que ha impactado en un aumento acelerado de la demanda local, dejando en evidencia una importante disminución del volumen comercializado. Este fenómeno puede atribuirse al envejecimiento de las plantas, al escaso manejo agronómico o a la sustitución del cultivo por otras alternativas. Como resultado, la oferta actual no logra satisfacer las necesidades de los transformadores de alimentos, lo que pone en riesgo la disponibilidad y crecimiento comercial de estos productos en el mercado. Y es que este resurgimiento agroindustrial, íntimamente relacionado al sector gastronómico y turístico, unido a tendencias de consumo sostenible y alimentación saludable, busca relevar el patrimonio agroalimentario local mediante la comercialización de "productos regionales", utilizando materias primas de la zona, fortaleciendo con ello la identidad cultural de la Región de Magallanes, generando valor agregado desde el territorio Austral. Lo anterior, representa sin duda una nueva oportunidad de diferenciación productiva para pequeños productores locales. El desafío entonces es retroceder hacia el origen. Para ello es clave preservar el material genético del ruibarbo y generar planes de manejo sostenibles adaptados a nuestras extremas condiciones, lo que no solo asegura la existencia del cultivo en el largo plazo, sino que también otorga mayor seguridad para el despegue y consolidación de otros rubros, impactando económica y socialmente en diversos eslabones de la cadena productiva. El ruibarbo no es solo un cultivo en Magallanes; es una historia, un legado, y un futuro que merece ser explorado y valorado en su totalidad. En INIA nos encontramos impulsando la revalorización y promoción de este patrimonio, asegurando que el ruibarbo siga siendo parte de nuestra identidad cultural y un motor económico para nuestra región. GALERÍA
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