“Las Empresas DebenValorar y Reconocer,el Trascendente Aportede Nuestros Profesionales”Para la líder gremial, es fundamental reforzar la interacción técnica y comunicacional con los sectores público, privado y académico, así como avanzar hacia tres objetivos específicos: reconocer y potenciar el papel de la mujer ingeniera, impulsar la descentralización en innovación y desarrollar alimentos más nutritivos y saludables. ![]() a gestión de calidad y la mejora continua son esenciales para el desarrollo de la industria alimentaria. En especial, para responder de manera ágil y oportuna a los constantes cambios en las tendencias de consumo de un público que día a día reordena sus prioridades al momento de tomar decisiones. Esto implica, necesariamente, aplicar estrategias cada vez más revolucionarias y disruptivas, que permitan innovar de manera constante, atractiva y segura. Sin embargo, para alcanzar este objetivo no solo se requiere espíritu emprendedor o tecnología de última generación. También se necesitan profesionales especializados que apoyen al ecosistema emprendedor con conocimientos y experiencia, para que estos esfuerzos innovadores se traduzcan en oportunidades para que las empresas desarrollen productos más inocuos y sustentables. Así lo entiende la académica de la Universidad del Desarrollo y presidenta del Colegio de Ingenieros Alimentos de Chile (CIACH), Solange Brevis, quien es una entusiasta promotora de la colaboración multidisciplinaria entre los profesionales del sector y una decidida defensora de la importancia de incorporar nuevas tecnologías y desarrollos en nutrición y dietética. De este modo sería posible -asegura- elevar la calidad de los productos y ofrecer a la población una alimentación saludable y nutritiva, especialmente a los sectores etarios más vulnerables. Un desafío complejo y estratégicamente trascendente, que sin embargo no atemoriza esta experimentada Ingeniera de la Universidad de Bio-Bio de Chillán y Magíster en Políticas Públicas de la Universidad del Desarrollo; que en marzo se convirtió en la primera mujer en presidir CIACH, y que asumió dicha tarea completamente orientada a “reducir las asimetrías de información en el ecosistema de la industria alimentaria y de la academia, para potenciar el rol de nuestra carrera”. REFUNDANDO EL GREMIOSolange Brevis no solo es una experimentada académica y dirigente gremial. También cuenta con una destacada trayectoria en instituciones públicas ligadas a la nutrición, innovación y emprendimiento alimentario, incluyendo a CORFO y otras agrupaciones como el Capitulo Chileno de Composición de Alimentos (CAPCHICAL), la Sociedad Chilena de Ciencia y Tecnología de Alimentos (SOCHITAL) y mesas técnicas en FAO, ACHIPIA y del ministerio de Salud, entre otras. Por ello, muchas voces del sector coinciden en que su elección como presidenta de CIACH es un merecido reconocimiento a su experiencia profesional, así como a su compromiso con la mejora continua, la excelencia nutricional y la salud de la población. - ¿Qué representa asumir este cargo en el actual contexto desafiante que enfrenta el sector alimentario nacional y mundial? Es un desafío muy importante y emocionante, con tres aristas bien específicas: reconocer y potenciar el papel de la mujer en este mundo, impulsar la descentralización en materia de innovación y potenciar el desarrollo de nuevos alimentos especialmente orientados a grupos vulnerables, como niños y adultos mayores. Estas inquietudes nacieron cuando egresé de la universidad y luego se potenciaron cuando ingresé a CIACH, un año después de su fundación. En ese momento, hicimos una encuesta y descubrimos que más del 70% de los profesionales ingenieros en alimentos son mujeres, y por ello es importante que su presencia se visibilice en todos los ámbitos. Además, a lo largo de todos estos años he comprobado que debemos reforzar la importancia de las regiones, porque la innovación no puede ser solo un atributo de Santiago. Al mismo tiempo, tenemos que alcanzar un nivel de conocimientos que nos permita innovar en el desarrollo de alimentos de alta calidad nutritiva, específicamente orientados a grupos etarios vulnerables. Objetivos que siempre han estado presentes desde mi niñez, y que hoy impulso más que nunca, junto con la directiva que me acompaña. Además, queremos evitar que se sigan cerrando sedes que imparten esta carrera, como ya ha pasado en La Serena, Valparaíso y Los Ríos, porque es un escenario de retroceso que afecta el objetivo de potenciar, conjuntamente, todo el ecosistema alimentario de nuestro país. - ¿Este cierre de sedes podría afectar el desarrollo equilibrado de la industria de alimentos? Por supuesto, y se debe en parte a que aún la industria no sabe valorar lo que representa un ingeniero en alimentos para el crecimiento de las empresas. Por ello, si no actuamos ahora, podría suceder lo mismo que pasó con la carrera de ingeniería en pesca, que hoy no existe en Chile, a pesar de la importancia de este sector para la economía. Por eso, si la industria no valora la formación y las funciones de un ingeniero de alimentos, que incluyen desde diseñar una planta, hasta analizar rendimientos y trazar metodologías para la eficiencia, entonces las jóvenes generaciones perderán más y más interés en estudiar, y nuestra carrera puede enfrentar su desaparición. Por eso, insisto en que este punto es fundamental. Hoy la industria nos desconoce y no aprovecha este potencial, por lo que se produce un desconcierto generalizado, donde además los sueldos en general son bajos y los profesionales egresados deben tener hasta dos o tres trabajos simultáneos, o bien, estudiar otras carreras paralelas, para subsistir. Es muy complejo y decepcionante que la industria no conozca la real función del ingeniero en alimentos y no valore su aporte para el crecimiento eficiente. Eso me llama poderosamente la atención, porque, por ejemplo, en gremios como Chilealimentos y AB Chile, dos organizaciones muy prestigiosas y especializadas, sí hay ingenieros en alimentos a cargo de áreas estratégicas de gestión. ¿Y por qué no pasa lo mismo en las empresas? Creo que ya es tiempo de que esa pregunta se responda en forma coherente. - ¿Por qué este sesgo o visión errada de la industria ha permanecido por tanto tiempo? Creo que no solo se trata de un problema de desconocimiento, sino también de falta de comunicación de las propias universidades, que no posicionan correctamente el valor y prestigio de esta carrera, que es extensa y muy exigente, porque tenemos un nivel formativo tan complementario con las nuevas tendencias tecnológicas como biotecnología e inteligencia artificial, que nuestros egresados pueden incluso realizar formación de posgrado en temas genéticos como los vinculados a nuevas propuestas de matrices alimenticias. Por eso resulta tan paradójico que muchas universidades no refuercen su trabajo informativo para hacer entender a las empresas que no somos solo técnicos, sino profesionales de muy alta calificación. Hace unos años creamos el Consejo Superior de Alimentos donde invitamos a participar a todos los directores de carrera de las universidades, para reposicionar el valor de nuestros profesionales, pero fue un esfuerzo truncado pues no todas las Universidades colaboraron de la misma forma. Sin embargo, ahora que numerosas sedes han cerrado la carrera, se volvió a crear de emergencia otra instancia que es el Consejo de Decanos de Ingeniería en Alimentos, que busca aunar esfuerzos para levantar la importancia de la carrera en el Consejo de Rectores de las Universidades Chilenas (CRUCH) a nivel nacional, formado por las propias autoridades universitarias, para resaltar el papel transversal del ingeniero en alimentos dentro de la cadena alimentaria. Una función que cobra cada vez mayor trascendencia, porque podemos aportar en diversas áreas de especialización como desarrollo e implementación de políticas públicas, trabajo de laboratorio, fomento de industria pesquera, modernización de agricultura e investigación de altas tecnologías, como en temas de Upcycling, etc. Gracias a nuestra formación profesional podemos tener un extenso abanico de especializaciones, por eso nuestro gremio trata de motivar tanto a sus alumnos, como a las nuevas generaciones. - ¿Y qué otros esfuerzos se deben hacer, para potenciar la figura del ingeniero en alimentos y permitirle entregar un mayor aporte para el desarrollo eficiente de la industria? Primero difusión, tal como en esta entrevista. Hay que estar en primera línea y hacernos conocidos tanto en nuestro ecosistema, como ante la opinión pública. Nuestra primera responsabilidad, como gremio, es siempre posicionar la carrera. Y esto es absolutamente necesario si vemos cómo las tendencias de conducta impactan en el desarrollo de nuevos alimentos, incluyendo, por ejemplo, las formulaciones plant based o el uso de desperdicios o pérdidas alimentarias como materia prima para nuevas preparaciones. El ingeniero en alimentos es el match más adecuado para estas tareas, porque somos expertos en evaluación sensorial, control de calidad o analizar texturas de alimentos y desarrollamos desde la idea a un diseño experimental, para generar, por ejemplo, una formulación de nuevos proyectos alimenticios. Para que los protagonistas del sector comprendan esto, debemos dar entrevistas de nuestra experticia, realizar charlas temáticas de tendencias, asistir a seminarios y aparecer en medios de comunicación. Una tarea que enfrentaremos con mucha energía junto a la actual directiva. - ¿Además de este esfuerzo vocacional, que otros desafíos asume como dirigenta y profesional para este período? Como gremio aspiramos también a ampliar nuestra red de colaboración interna, porque hace poco realizamos un catastro y en Chile actualmente existen más de siete mil ingenieros en alimentos, de los cuales solo muy pocos están colegiados. Es muy importante congregarlos, porque así podemos reforzar la importancia de nuestro gremio, alcanzar mayor impacto y formalizar una auténtica red de contactos que reduzca las asimetrías en información, para entregar respuestas certeras, tanto a las industrias como a las consultas públicas que se realicen en materia de regulación, por ejemplo. Y el desafío es generar redes tanto dentro como fuera de Chile, porque pudimos encontrar a profesionales que se desempeñan exitosamente en puestos directivos de prestigiosas empresas europeas. Así que podemos poner también esa experiencia al servicio de nuestra carrera en Chile. Es un desafío complejo, pero muy relevante, que enfrentamos con mucho optimismo, porque ya hay gente que se ha acercado a nuestra directiva para ofrecer su apoyo en esta tarea. FRENTES PENDIENTES- ¿Cree que la industria alimentaria ha tenido en este último tiempo, un desarrollo armónico y sustentable, acorde con las nuevas tendencias de alimentación saludable? Sinceramente, creo que no, porque ha habido errores muy fuertes justamente por no validar información mediante consultas públicas con participación efectiva de nuestro gremio. Así sucedió, por ejemplo, con la implementación de los sellos de advertencia, el desarrollo de algunos alimentos plant based y la elaboración de diversas etiquetas nutricionales. Todo eso favorece la desinformación y también el fraude alimentario, como sucedió recientemente con algunos productos lácteos de consumo masivo en nuestro país. Y sucede porque empresas y autoridades no reconocen el valor y aporte de los ingenieros en alimentos, que pueden desde desarrollar un alimento con todas sus aristas, hasta testearlo en terreno y validar lo que es realmente viable. Un ingeniero en alimentos puede aplicar modelos matemáticos, además de utilizar estudios físicos, químicos y económicos, entre otras múltiples tareas y eso no se reconoce oportunamente dentro del ecosistema público y privado. Por ejemplo, muchas empresas no cumplen el Reglamento Sanitario de los Alimentos (RSA) en sus formulaciones o se dejan llevar por sesgos extranjeros que no corresponden a la normativa pública vigente en Chile, por no recurrir a nuestros profesionales. De hecho, creo que estas empresas todavía no entienden qué es el RSA y por eso cometen tantos errores como, por ejemplo, determinar mal los contenidos proteicos o equivocarse en el contenido nutricional de las etiquetas o los mensajes publicitarios. - ¿En ese sentido, los ingenieros en alimentos también pueden contribuir de manera importante a la sustentabilidad de la industria? Podemos entregar una contribución valiosa, desde el punto de vista de la complementariedad de experiencias, junto con otras profesiones que hoy se desempeñan en el sector. Por ejemplo, en materia de sustentabilidad y economía circular, el ingeniero en alimentos debe trabajar a la par con otros especialistas, como bioquímicos y agrónomos, porque ellos tienen más experticia en la interacción con otros componentes del ambiente. Pero nuestro conocimiento entrega el input específico para que se cumplan normativas como el RSA, como de la interacción tecnológica con los ingredientes. Por ejemplo, podemos orientar a las empresas para que reutilicen desperdicios cuya carga microbiológica sea consecuente y segura para el consumo de las personas. Estas áreas no siempre se monitorean de manera adecuada, aunque han ido mejorando prácticas de inocuidad en el tiempo. Así ha pasado antes, por ejemplo, con el uso excesivo de aditivos/edulcorantes y esas son áreas donde un ingeniero en alimentos puede brindar aportes extremadamente valiosos, no solo para el éxito de un producto, sino para que su consumo sea seguro e inocuo para la población. - ¿Cómo podemos corregir estos errores, enmendar el camino y superar este desafío? Primero, dialogando adecuadamente. Por eso, tener difusión en los medios es fundamental. Es muy importante comunicarse, participar en mesas técnicas y generar espacios para darnos a conocer como gremio. De hecho, queremos hacer en el corto plazo más encuentros temáticos y de conversación, donde no tengamos miedo de plantear nuestros desacuerdos, sea en temas de normativa, como de valores, tendencias de consumo y filosofías de vida. Queremos hablar de nutrición saludable con nuevos alimentos, veganismo, creencias culturales, manejo genético del ganado vacuno, etc., sin restricción de temas y compartiendo con otras disciplinas, porque es muy valioso conversar de todo con científicos, autoridades, empresarios, estudiantes y público en general, para tener una mejor visión de conjunto de lo que las personas quieren y necesitan. A veces, las empresas quisieran, por ejemplo, producir una galleta multifuncional que cubra todas las necesidades nutritivas, pero en realidad lo que se necesita es crear múltiples fuentes de alimentos complementarios. Por eso es importante hacer conversatorios temáticos y que el gremio se acerque a los problemas ya existentes, para relevar tanto los problemas como las soluciones, y para eso es vital tener comunicación con todos los sectores. - ¿Y qué aporte juegan en este desarrollo los emprendedores y startups? ¿Son una influencia positiva para el desarrollo armónico y sustentable de la industria alimentaria? Por supuesto que sí, y su aporte es extraordinariamente positivo, por el gran número de startups que existen en nuestro ecosistema. Conocí a varias cuando trabajé en CORFO y fui Asesora Sectorial en Alimentos de una gran cantidad de proyectos que incluso llegaban desde el extranjero para desarrollarse en Chile, cuando impulsé Programas Estratégicos Sectoriales de Alimentos. Y ese desarrollo está muy ligado a nuestro aporte profesional. Hoy los emprendedores e innovadores son quienes más valoran nuestra experiencia, y prácticamente todos cuentan en sus equipos con uno o más ingenieros de alimentos. Conjuntamente están desarrollando proyectos muy disruptivos, creando nuevas líneas o generando nuevo valor a diversos productos en todas sus fases, como ya lo hizo NotCo, o como lo hacen actualmente otros esforzados emprendedores, como InnovaGreen Alimentos en la región del Maule, por ejemplo. En ese sentido, las startups son más eficientes y flexibles, porque no se rigen por protocolos rígidos y saben reconocer y reaccionar a tiempo ante las señales de su entorno. Por eso tienen alto nivel de éxito y además cuentan con más acceso a fondos públicos para acciones de I+D+i, especialmente de parte de la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo de Chile (ANID). Hoy cada año, surgen más de 80 proyectos FoodTech y AgTech seleccionados por cada concurso, lo cual es extraordinariamente relevante en materia de desarrollo biotecnológico para todo el mercado nacional. - ¿Hay una mejor relación del gremio con esta nueva generación de emprendedores? Sí, completamente, por eso queremos invitar a las startups donde hay más ingenieros de alimentos, para que den a conocer sus experiencias de éxito en todo el país, y así haya más emprendimientos alimentarios a lo largo de nuestro territorio, donde podamos a su vez, entregar nuestros conocimientos y experiencia. Gracias a este ecosistema innovador, las nuevas empresas alimentarias son más ágiles, disruptivas y capaces de responder a lo que espera el consumidor moderno. Y gracias a su innovación biotecnológica estamos dando pasos enormes para mejorar la productividad e inocuidad. De hecho, con su aporte podemos cumplir nuestro objetivo de mejorar la percepción sensorial de productos destinados a los adultos mayores y contribuir a su adecuada nutrición, entre otros avances importantes. Y quizás en un futuro cercano, gracias a las startups también podamos llegar a desarrollar alimentos que no requieran refrigeración, por ejemplo, porque para los emprendedores no hay límites. - ¿Y cuando llegue al término de su gestión, que le haría decir que alcanzó sus objetivos y que la misión está cumplida? Bueno, siempre que se alcanza un objetivo surge otro, así que esta es una ‘misión permanente”, pero un primer paso positivo será generar la red colaborativa durante este período, así como también ampliar la motivación y participación entre las nuevas generaciones de profesionales y estudiantes. También me sentiría satisfecha si organizamos más mesas técnicas formalizadas de conversación que puedan ayudar a generar respuestas certeras a consultas públicas. Así como también ser reconocidos a largo plazo en el RSA, por una resolución del ministerio de Salud, como profesionales garantes de calidad, tal como hoy son reconocidos los veterinarios. Este es un llamado a las autoridades para que valoricen con entera justicia a una profesión que tiene mucho más que aportar al ecosistema y a la gestión de calidad alimentaria en Chile. Del mismo modo, hay que reforzar las distintas áreas de experticia de cada universidad, sea en acuicultura, energía, agricultura, biotecnología, etc., para que la oferta de escuelas que hoy dictan esta carrera se mantenga y se potencie a futuro, para que haya más y mejores ingenieros en alimentos. GALERÍA
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