La consolidación de un exitoso ecosistema foodtech abre múltiples perspectivas para optimizar la seguridad, inocuidad y sustentabilidad de la industria agroalimentaria nacional, generando al mismo tiempo nuevas oportunidades de negocio para desarrollar productos nutritivos, saludables, únicos, diferenciados y capaces de conquistar el mercado global. ![]() esde fines de la década de 1980, Chile ha buscado posicionarse como “potencia alimentaria”, concepto de mercadotecnia que se basa fundamentalmente en su generosa producción frutícola. Dicha estrategia se tradujo en retornos cada vez más importantes, así como en nuevas oportunidades de negocios para los alimentos procesados, que poco a poco fueron expandiendo su participación en las colocaciones internacionales. Esta característica se ha mantenido relativamente constante durante los últimos años, a pesar de los efectos de la crisis económica mundial. De hecho, las estadísticas del Banco Central muestran que los envíos de alimentos chilenos al exterior generaron retornos por USD 21.428 millones en 2023, cifra que representa aproximadamente 22,57% del total de nuestras exportaciones. De ese aporte, 60% corresponde a alimentos procesados como jugos, conservas y pulpas, entre otros. Por ende, el sector agroalimentario nacional puede afirmar, con plena certeza que su aporte a la economía ha sido muy relevante en el último decenio, alcanzando una expansión cercana al 25%, generando cerca de 370 mil empleos directos y aportando alrededor de 4,7% al PIB anual. SALTO CUÁNTICO Esta sólida base de experiencia y conocimiento ha permitido que las empresas alimentarias evolucionen de manera significativa hacia una nueva dimensión de investigación, desarrollo e innovación. Un próspero escenario marcado por el surgimiento de múltiples emprendimientos de alto valor tecnológico y comercial, que al mismo tiempo se posicionan como agentes para contrarrestar el creciente impacto negativo del cambio climático y los fenómenos atmosféricos extremos en la producción agroindustrial. Esta positiva evolución, caracterizada por mayor uso de herramientas tecnológicas y digitales, se ha traducido en aportes verdaderamente significativos para optimizar la producción agropecuaria, a partir del desarrollo de nuevas materias primas, la revalorización y reutilización de residuos, la reducción de la huella de carbono y el uso más eficiente de recursos estratégicos escasos, entre otras diversas ventajas. Variables que hoy son especialmente críticas para asegurar la producción segura, inocua y sustentable de alimentos, así como también para obtener mejor posicionamiento en los mercados internacionales, cuyos consumidores valoran e incorporan cada vez más estos atributos dentro de su opción de compra. De este modo, la fuerza de este cambio tecnológico y cultural no solo brinda nuevas herramientas para enfrentar las contingencias climáticas y ambientales, sino que también permite reposicionar a nuestro país como “potencia exportadora de ciencia y conocimiento alimentario”. Así lo afirma Graciela Urrutia, gerenta del Programa Estratégico Nacional Transforma Alimentos, para quien las capacidades, el talento y el conocimiento disponibles en Chile, reflejan un ecosistema de innovación más maduro y que ha contribuido “al desarrollo de una industria alimentaria de exportación que responde a la demanda mundial de alimentos saludables, seguros y sostenibles”. Para Urrutia, hoy precisamente “estamos viendo los frutos de años de políticas públicas que han apoyado la innovación y el emprendimiento, orientándose al desarrollo estratégico de una industria más diversificada, sofisticada y competitiva, así como también al escalamiento e internacionalización de muchas startups del sector, cuyas soluciones, producidas 100% con infraestructura y capital humano avanzado chileno, están captando la mirada de grandes mercados como Estados Unidos y Brasil, en Latinoamérica”. Opinión similar manifiesta Lorena Sepúlveda, directora nacional de ProChile, para quien nuestro país “tiene mucho conocimiento alimentario que compartir con el mundo”. Desde su punto de vista, este conocimiento existe en toda la cadena de producción alimentaria, lo cual ha permitido que nuestro país se posicione “como productor confiable de alimentos de calidad, seguros y saludables”. Esto se debe a que “nuestros productores de alimentos están constantemente aplicando investigación, desarrollo e innovación, buscando no sólo hacer más eficientes sus operaciones, sino también responder a una demanda global que tiende hacia alimentos ricos en nutrientes, y cuyo proceso de elaboración incorpore medidas de mitigación al cambio climático, desde algo tan inmediato como los envases, por ejemplo”, asegura Sepúlveda. CRECIMIENTO CONSTANTE Este papel cada vez más destacado de las foodtech chilenas (empresas que desarrollan tecnología e innovaciones para todas las etapas de la cadena de producción alimentaria), ha permitido que cada año se sumen nuevos emprendimientos que incorporan una destacada cuota de I+D+i al ecosistema, tanto en productos terminados, como en materias primas y elementos complementarios de alto valor, que rápidamente logran posicionamiento nacional e internacional. “Este incremento está en línea con las tendencias globales de mercado como, por ejemplo, el consumo de productos plant-based o el uso de ingredientes sofisticados, que incorporan tecnologías de Inteligencia Artificial en distintas etapas de la cadena de valor, para el desarrollo de alimentos más saludables y nutritivos, asegurar la trazabilidad y seguridad en los procesos, disminuir pérdidas, o hacer más eficientes los procesos, entre otros objetivos”, destaca Graciela Urrutia. A su juicio, el mejor ejemplo de este fenómeno es la gran cantidad de emprendimientos I+D+i que se reunieron en la versión 2023 del Catálogo de Innovación Alimentaria, y en la red de empresas de Transforma Alimentos. “El número de postulaciones con productos y servicios de base científica y tecnológica ha crecido en cada nueva versión del catálogo, así como también la participación de startups con sedes productivas regionales y liderazgos femeninos”, agrega. Algunos de estos desarrollos destacados son:
“Todas estas empresas han destacado por su crecimiento acelerado, importantes levantamientos de capital, desarrollo de infraestructura propia y expansión hacia nuevos mercados”, enfatiza Graciela Urrutia. Opinión que comparte la directora nacional de ProChile, destacando la creciente diversificación e innovación de las empresas exportadoras de alimentos, con envíos que incluyen productos fortificados y libres de componentes alérgenos, ingredientes funcionales, aditivos especializados y suplementos, entre otras variedades que hace algunos años sólo podían encontrarse en los mercados de países con mayor nivel de industrialización. Lorena Sepúlveda también menciona el valioso aporte de las empresas que proveen tecnología al sector alimentario nacional e internacional como, por ejemplo, para el envasado o transporte hacia mercados internacionales, o que innovan en sus modelos de negocio. “En conjunto con Transforma Alimentos, se realizó un levantamiento de empresas que trabajan en innovación alimentaria y el listado ya supera las 270. El año pasado, 60 de ellas tuvieron ventas al exterior, por un total de más de USD 428 millones”, indica. Este constante crecimiento en la cantidad y calidad de los emprendimientos alimentarios también es resaltado por la gerenta de Innovación de Corfo, Jocelyn Olivari, quien puntualiza que la cantidad de postulaciones a instrumentos de I+D+i de Corfo específicos para esta industria, durante 2022-2023, aumentó un 44% en comparación con el periodo 2019-2021. “Esto demuestra un claro interés y un impulso hacia la innovación dentro del sector”, asegura. La ejecutiva también considera particularmente notable el aumento en proyectos intensivos en I+D financiados por su gerencia, que pasaron de 3% a 22% en el período 2020-2023. “Este salto cuantitativo -afirma-, no sólo demuestra una mayor apuesta por la investigación y el desarrollo dentro de la industria, sino también una tendencia hacia la diversificación y sofisticación del sector, lo que augura un futuro prometedor para el sector en competitividad y sostenibilidad, y también destaca su papel fundamental en el avance tecnológico y económico del país”. REVOLUCIÓN GENERACIONAL Este fuerte crecimiento de los proyectos I+D+i orientados al sector alimentario se sustenta en el valioso aporte de un ecosistema emprendedor joven y entusiasta, que poco a poco ha adquirido cada vez más experticia, aprovechando al máximo las herramientas de la transformación digital. Para Lorena Sepúlveda, este fenómeno está vinculado a la mayor conexión con las tendencias mundiales y la disponibilidad de información de estas generaciones, “que apuestan por el cuidado del medioambiente y la sostenibilidad, así como por los alimentos saludables y altamente nutritivos”. Esto permite, a su juicio, “la aparición y desarrollo de empresas que ofrecen alimentos innovadores como proteínas alternativas a la carne, soluciones basadas en plantas, hongos y algas, nuevos ingredientes especializados, y alimentos funcionales; así como también tecnologías de trazabilidad o envasado que mantienen la calidad de los productos y mitigan los efectos medioambientales”. Esto se ha traducido en mayor capacidad para aprovechar las nuevas oportunidades de negocios que se desprenden de las nuevas tendencias alimentarias, sin dejar de lado la necesidad de encauzar la producción de alimentos seguros e inocuos, hacia metas de desarrollo sostenible. Al respecto, Jocelyn Olivarí comenta que estas nuevas empresas juegan un papel crucial en el desarrollo de tecnologías que aporten I+D+i para hacerse cargo de soluciones a problemas globales. “A menudo -indica-, desarrollan proyectos sofisticados que abordan simultáneamente desafíos como la seguridad alimentaria, el cambio climático y la sostenibilidad. Además, buscan formas más eficientes y sostenibles de producir alimentos, lo que puede incluir la mejora de los rendimientos agrícolas, la reducción del desperdicio de alimentos y la minimización del uso de recursos naturales, como el agua y la tierra”. Para la gerenta de Innovación de CORFO, esta nueva generación de emprendedores también juega un papel clave para la sofisticación productiva, al usar tecnologías avanzadas como inteligencia artificial, robótica y biotecnología, que en su conjunto transforman al sector alimentario. “Estas tecnologías demuestran que es posible optimizar la cadena de suministro, desde la previsión de la demanda hasta la logística de entrega, mejorando así la eficiencia y reduciendo costos”, asegura. “Esto contribuye a una dieta más saludable y accesible para la población, y además abre nuevos mercados y oportunidades económicas que ayudan a sofisticar la economía”, lo cual se suma a la promoción de prácticas de producción sostenibles y éticas, como el desarrollo de empaques biodegradables o comestibles, la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, la economía circular y la promoción de la biodiversidad. “Asimismo, a través de la innovación en procesos y la implementación de tecnologías avanzadas, estas empresas mejoran la seguridad alimentaria, minimizando los riesgos de contaminación y extendiendo la vida útil de los productos”, agrega Olivari. Esfuerzos que en su opinión también impactan positivamente en los encadenamientos productivos, “ya que estas empresas estimulan la colaboración entre diferentes sectores y cadenas de valor, como el agrícola, tecnológico y de servicios, creando sinergias que potencian la innovación y desarrollo de tecnologías”. FUTURO PROMISORIO Todas estas señales indican que el aporte foodtech no solo se mantendrá en el tiempo, sino que cada vez será más significativo, tanto para el desarrollo de la gran industria alimentaria nacional, como para la conquista de nuevos mercados de exportación. Al respecto, Graciela Urrutia estima que Chile tiene la oportunidad y el desafío de transformarse en polo de innovación alimentaria para el mundo. “En este contexto -afirma-, creemos que la nueva generación de foodtech, liderada por profesionales preocupados por generar impactos positivos en lo ambiental y social, con foco en la innovación, para contribuir en la salud y bienestar de las personas, tienen mucho que aportar en este proceso de transición hacia sistemas alimentarios más sostenibles, que estamos viviendo a nivel global”. Oportunidades que, a pesar del impacto del cambio climático en la producción agropecuaria, nacen de la propia diversidad geográfica de nuestro país, la cual, en opinión de Lorena Sepúlveda, le otorga a nuestros productos características únicas para el desarrollo de una oferta de alimentos de alta calidad. “La innovación, ciencia y tecnología son claves para ampliar y consolidar una estrategia que Chile ya inició y nos puede convertir en referentes regionales para el mundo”, enfatiza. Similar punto de vista manifiesta Kris Blanchard, CEO y fundador de Luyef Biotechnologies, para quien Chile ya “lleva la delantera en la región”, pues “tenemos capacidad científica de nivel global, con doctores formados en las mejores escuelas del mundo y, por otro lado, ecosistemas ricos y diversos dentro del mismo país”. A su juicio, “debemos aprovechar la extensa costa para desarrollar ciencia aplicada en biología marina, aprovechar la Antártica y el Desierto de Atacama, con sus singularidades y, apostar a largo plazo”, porque estamos en condiciones de “liderar una alianza para Sudamérica, pero para eso tenemos que tomar una decisión estratégica”. “Países que han invertido alto porcentaje de su PIB en I+D+i han demostrado que es determinante en su desarrollo, y podemos hacerlo siendo respetuosos con nuestro entorno y la naturaleza. No estamos atrasados, esta tendencia es nueva y podemos competir de igual a igual", asegura Blanchard. Visión que comparten Óscar Rabb y Francia Navarrete, Head of Staff y COO de Protera Biosciences, respectivamente, quienes aseguran que en el corto a mediano plazo, podemos esperar una mayor inversión y desarrollo en proyectos de alto nivel de I+D en la industria de alimentos, “siempre y cuando se cuente con apoyo directo de la gobernanza local para desarrollar avances sustanciales”. “Esto incluye -aseguran-, avances en áreas como alimentos funcionales y personalizados, así como inteligencia artificial y biotecnología aplicada a la producción de alimentos. Estos avances no solo mejorarán la calidad y seguridad alimentarias, sino que también crearán oportunidades para el desarrollo de productos únicos y diferenciados en el mercado global”. También enfatizan que, como país, tenemos una serie de oportunidades para desarrollar y movilizar la economía en esta línea. “Esto incluye el apoyo a startups y empresas emergentes, así como la creación de centros de investigación y desarrollo dedicados a tecnología alimentaria. Además, podemos promover políticas e incentivos que fomenten la colaboración entre empresas, universidades y centros de investigación, facilitando la transferencia de conocimientos y tecnología. Al fortalecer nuestra capacidad de innovación en alimentos, podemos no solo satisfacer la demanda interna, sino también posicionarnos como proveedores confiables de productos de alta calidad en el mercado internacional, impulsando así el crecimiento económico y la creación de empleo”. En tal sentido, los ejecutivos de Protera Biosciences estiman que Chile posee gran potencial para apoyar la innovación desde los aspectos regulatorios, dado que ya es considerado un referente regional en esta materia. “Tal como Singapur está apostando por mayor flexibilidad en las certificaciones para atraer talento extranjero que busque una eficiente salida a mercado, Chile podría convertirse en un Hub de innovación alimentaria en LATAM, si se implementasen medidas de apoyo a los emprendedores”, indican.
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